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Opinión Columna


Política en tiempos de fake news


Publicación:26-12-2018
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¿Y los votos apá? ¿Ya no cuentan? Ante la política viral, tal parece que no.

La verdad posee estructura de ficción
Jacques Lacan

En la política actual predominan dos elementos: la exaltación de la indignación y las fake news. Lejos está el contexto político con sus líneas divisorias del mapa político ideológico, centro, derecha, izquierda; que otorgaba, lo mismo una identidad a cada partido –y por ende a sus militantes- como una agenda definida sobre su objeto, destinatarios y aspiraciones. Posteriormente en algún punto, entre ese contexto y el actual, se dio un desplazamiento a la supresión de la política de estado que garantizaría condiciones de seguridad para sus ciudadanos, configurándose un estado sobre privatizador, cuando no otorgador de concesiones de los recursos de un país como eje de sus políticas de gobierno.


Hoy en nuestros tiempos las lógicas son otras, hoy la política posee la estructura del contagio y la transmisión, de lo viral. (Ramírez, C.E., (2/05/2018 Política viral. El Porvenir, editorial, p. 2) La información ya no solo se transmite en cuestión de segundos de un sólo medio a sus usuarios, sino se viraliza al instante por millones en red, son los mismos usuarios quienes la convierten en trending topic a través de la sorpresa, la indignación y el miedo, pero también, e incluso más poderosamente, lo que les hace reír. Dichas experiencias tienen en común que tocan el cuerpo de una forma específica, sin pasar por la lógica de la reflexión, el debate y la argumentación, son más de resonancia y amplificación. Cada quien comparte no tanto lo que le hace sentido, sino aquello que le conmociona, que ha logrado tocarle el cuerpo.


Giovanni Sartori (Homo videns: la sociedad teledirigida) decía sobre el acto de ver, lo siguiente, si lo veo será cierto, pero también, todo lo que vea, por el hecho de estar en imagen y su supuesto imperativo categórico visual, lo consideraré verdadero. En los tiempos de lo viral, se añadiría la indignación y el miedo, como sensación exacerbada, con su dicho: Si logra indignarme o darme miedo, entonces pose un grado de verdad superior, porque logró tocarme el cuerpo, afectarme. En ese sentido, lo viral sería un retorno, de la palabra (“Solo me convencerán argumentos con cierta lógica”) pasando por la imagen (“Ver para creer”) a la indignación (“Si me indigno o aterrorizo, entones será cierto”) como base y manifiesto de lo viral. Claro que existen algunas llamadas, “agencias verificadoras” que autentifican lo mismo una cuenta como una información compartida, -y no se diga de los procesos legales a velocidad caracol- pero no poseen tanto peso para “curar” la infección de lo viral ya expandida, para si quiera frenarla, llegan tarde, a destiempo, ante la velocidad de lo viral. Ello plantea retos, requiere nuevos planteamientos tanto en la política, el derecho como en la educación.


Ello explica cómo las campañas políticas y la participación de los electores, buscan configurarse sobre todo a través de un sensacionalismo nacionalista, la reivindicación del pasado, la patria, la raza, la religión, por su poder de indignación y de diferenciación de los considerados “impuros”; veamos por ejemplo las campañas de la derecha en EUA, Brasil, Chile, México, Italia, Francia, entre muchos otras, llamando a la participación e implicación exaltada; escuchaba a mucha gente joven en las calles de Sao Paulo, días previos a la pasada elección presidencial, “Finalmente la política funciona, finalmente estamos viviendo un cambio verdadero, la gente se enoja, grita y participa”.


De igual forma, las campañas, plagadas de fake news, es decir, de dichos e imágenes articuladas no para reflexionar y debatir, sino para mover a la indignación de las masas, en ese sentido, después de Trump, la mayoría de las campañas políticas a lo largo y ancho del mundo, optaron por las mismas estrategias: indignación, purismo, buenos y malos, reconocerse anti-sistema, entre las más características.


Lo que antes estaba sujeto a una lógica de racionalidad, donde la argumentación buscaba convencer a través de verdades referenciales, considerando que a cada palabra o estadística tenía que corresponderle un hecho, se ha pasado a tiempos donde la resonancia tiene la batuta, donde precisamente queda expuesto aquello dicho por Jacques Lacan, sobre la estructura de ficción que posee la verdad.


La tentación de muchos es a reducir y comparar las dos posiciones, lo de antes, mejor con lo de ahora, peor, una lucha interminable entre dos generaciones. Nada de eso, pues eso “de antes” supuestamente bien articulado y argumentado, era también –siguiendo a Nietzsche, Freud, Foucault, Lacan- una única interpretación, una verdad del poder en turno, una visión de moral y economía, piramidal, jerárquica, a modo, articulada para dichos fines. En ese sentido, no habría una diferencia entre las news y las fake news, pues en última instancia “Toda news es fake” (Jorge Forbes) es decir, articulada para…


“¡Ganamos!”, “¡Yo gané!” Dijo cada uno de los candidatos a la alcaldía regiomontana en las pasadas elecciones extraordinarias, hace tan solo unos días; lo declararon antes incluso de conocer los resultados oficiales. ¿Quién tiene la razón? Podemos decir que los dos, justo por la parte de información-indignación, que tanto ellos mismos, como sus seguidores están interpretando-creando para sí y los suyos, buscando contagiar. ¿Y los votos apá? ¿Ya no cuentan? Ante la política viral, tal parece que no.


camilormz@gmail.com



« Redacción »
Camilo Ramírez Garza


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