banner edicion impresa

Opinión Columna


¿Se puede sentir orgullo de ser mexicano?


Publicación:13-09-2018
version androidversion iphone

++--

Desde niño, me ha llegado con mucha pasión el tema del patriotismo. Las fiestas mexicanas, llenas de colorido, música y pirotecnia. Un ambiente único donde la felicidad y algarabía se desbordan en todo momento. A toda voz se escuchan gritos y palabras altisonantes, sonando de forma natural y constante, acompañadas de expresiones de ¡Viva México!.

Mi orgullo de ser mexicano se dió de forma espontánea y provocado por la adrenalina del momento, por la tradición y costumbre de celebrar cada septiembre las fiestas patrias. Con el paso de los años, este orgullo fue más consciente, involucrando admiración y respeto por los símbolos patrios y los héroes que lucharon por nuestra Independencia y la Revolución Mexicana.

A medida que fui creciendo y enfrentándome al México actual, donde la situación de ahora es distinta a la que viví de niño, me fui desanimando. El orgullo fue disminuyendo. Esa espontánea y natural emoción de sentirme importante solo por ser mexicano, se convirtió en decepción y tristeza. En algunos momentos hasta en vergüenza, al ver un país envuelto de una corrupción con un descaro innegable, una sociedad perdiendo valores y comportándose al más puro estilo de la ley de la selva, con filosofías putrefactas como: “El que no transa, no avanza”.

Un México donde se ataca todo lo que es diferente a la masa. Al que quiere sobresalir se le consume con crítica. La educación no solo es mala sino insuficiente para toda la población; y quienes tienen acceso a ella, pueden llegar a ser apáticos y conformistas al quedarse con el mínimo necesario de una deficiente y diluida educación. La información se manipula a favor de los grupos de poder. La gente vive en el letargo inducido por una televisión manipuladora, y que además, es de baja calidad. Un país donde las leyes favorecen el delito y la corrupción. En México la injusticia se palpa, se ve y duele.

¿Orgulloso de un país en el que su gente tiene que emigrar para buscar oportunidades?. Donde los servicios básicos son un lujo y se cobran de forma desigual aplicando el viejo dicho de: “Según el sapo la pedrada”. ¿Debería sentir orgullo por un país donde la salud es un lujo que pocos pueden pagar?. Con instituciones sangradas por el egoísmo de unos cuantos, mermando no solo los recursos, sino la calidad humana.

¿Cómo puedo dar continuidad a un orgullo cuando veo, lo que veo y escucho tanta mentira y aberración?. ¿Ejemplos?. Políticos enfermos de poder manipulando masas y las masas dejándose manipular. Razones sobran para dejar de sentirme orgulloso por un país que tristemente no es el mismo de cuando era niño, cuando sentirme orgulloso de haber nacido en este país era de forma natural y automática al ver los colores verde, blanco y rojo.

Hoy enfrento la cruda realidad de este país y me pregunto, si después de todo lo descrito, ¿puedo estar orgulloso de ser mexicano en tiempos modernos?. Definitivamente no, no puedo estarlo, no de este país tan echado a perder. Todo esto, y muchas otras cosas más, me hacen decidir que prefiero darle la espalda a este México oscuro y pestilente.

Al dar la media vuelta, y dejando atrás esa visión del país que no me despierta ningún sentimiento de orgullo, me encuentro con una gran sorpresa: descubro que hay otro tipo de ciudadanos, con valores, lo demuestran luchando por una mejor sociedad, y me recuerdan la historia de grandes mexicanos que lucharon por darnos libertad y una nación digna.

Me encuentro con los matices coloridos de una cultura única y maravillosa; me doy cuenta que hay gente trabajando para salir adelante con sus familias, y darles una vida honesta, sin importar que los lujos estén lejanos; encuentro que hay artistas produciendo arte y no dinero; me emociona saber que hay empresarios honestos y humanos generando fuentes de empleo; me sorprende cómo muchos mexicanos empiezan a ser más exigentes y cuidadosos con lo que consumen y llevan a su cerebro; que no caen tan fácil en manipulación religiosa, política o televisiva; cada vez somos más los que evitamos cometer una infracción de tránsito, y si por error lo hacemos, estamos a dispuestos a pagar la multa y no un soborno.

Es grato ver cómo las familias se concientizan más de la planificación y ponen más atención a la educación de sus hijos, dentro y fuera de la casa; es reconfortante ver cómo organizaciones dedicadas al rescate y protección civil, (bomberos, paramédicos, etc), se entregan a sus causas y buscan cumplir con su misión aun a pesar de salarios bajos y arriesgando su vida; la ética pareciera cosa del pasado pero aún hay muchos profesionistas demostrando que es la mejor forma de ejercer; me enorgullece ver una sociedad cada vez más humanizada, preocupada por la ecología, la protección y rescate de animales; veo cómo los deportistas que realmente aman lo que hacen, ganan medallas.

Estoy consciente de que no es suficiente y falta mucho por hacer, pero de este México si me siento orgulloso. Al analizar esta visión de mexicanos de valor, descubrí una nueva forma de enchinar mi piel cuando veo los colores, verde, blanco y rojo y escucho las notas del Himno Nacional. Al ver esta parte del México próspero, lleno de luz, me doy cuenta que prefiero darle la espalda a ese país del cual nunca me sentiré orgulloso, y al cual decidí dejar de darle importancia, porque vale la pena trabajar por este México que me llena de orgullo, para que la esperanza pese más que cualquier motivo de vergüenza. Finalmente entendí que sí; sí puedo sentirme orgulloso de ser mexicano en tiempos actuales. ¡Viva México!

Twitter: @cristobelizondo
facebook.com/CristobalElizondoEnContacto



« Redacción »
Cristóbal Elizondo


Publicaciones del autor