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Opinión Editorial


Propósitos para cerrar el 2017


Publicación:27-11-2017
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Perdón sin me rebasa, al menos en apariencia, el mercantilismo de la época. La Navidad se acerca, mi época favorita del año. La expectativa de su llegada comienza, al menos para mí,  con el Thanksgiving gringo y el popular desfile de Macy´s en Nueva York, el cual sigo por las redes sociales.

En México se ha querido hacer algo parecido con un desfile patrocinado por una reconocida tienda departamental, por Paseo de la Reforma. Y a partir de los últimos días se da por televisión el bombardeo de comerciales de juguetes.

¡Cómo se me aceleraba el corazón al ver la gran variedad de opciones para plasmar en mi carta a Santaclós! La estrechez financiera no alcanzaba para un microscopio, un micro hornito, pero nunca de los nunca el pino navideño estuvo solo. Siempre hubo una muñeca para mí, de cabello castaño, claro está. La rubia era destinada a mi hermana, por ser de tez más clara.

La noche del 24 era de expectativa, de amplio disfrute con la familia pero también- aunque suene a cliché- una noche llena de magia. Mi padre nos hacía rendir la velada a fin de que termináramos rendidos y justo en el último minuto, nos juraba que había visto al regordete del traje rojo y que seguramente, los regalos ya estarían bajo el pino.

Y aunque nunca llegó alguno de los tantos regalos que pedí a Santaclós, jamás los extrañé. Aún en medio de la austeridad fui inmensamente feliz.

Ver de lejos estos episodios de mi vida me llenan aún el alma de felicidad y de amor. Dudo haber sido la mitad de emocionante y creativa en mis relatos con mi hija, pero al menos lo intenté; a ella le fue mejor en la recepción de obsequios y no obstante, siempre tuvo un corazón de oro que la llevó a compartir y regalar parte de sus juguetes, aún siendo nuevos.

Es una delicia ser niño; el alma se llena de pequeñas estampas que te acompañan toda la vida.

No importa si es una cena con tamales, pavo o carne asada. Es el estar todos en familia, sea cual sea la concepción que de ella se tenga. Es sentir, al menos por un día al año, la tan ansiada y trillada paz.

¡El 2017 que se consume tan rápidamente! ha sido un año de calamidades para nuestro amado México y sin duda muchos de nuestros niños y nuestras familias afectadas por huracanes y sismos (sin olvidarnos de la inseguridad que cada vez deja más huérfanos).

La Nochebuena y la Navidad se acercan. Y la magia de la fecha es también compartir un poco. No es una noche para dejar espacio a la tristeza.

¿Porqué no hacernos un último propósito para cerrar el año? Desprendámonos un poco de lo que poseemos -alimentos, ropa, juguetes- para quienes se quedaron con muy poco. Eso no empobrece y aún sin esperar un “gracias”, la sonrisa siempre será el mejor termómetro de que hemos hecho las cosas bien.

En CDMX, Oaxaca, Morelos, o aún en nuestro propio barrio, podemos hacer la diferencia.

 

Comentarios: nelly.cepedagzz@gmail.com



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