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Opinión Editorial


¡Ya tengo mi cachito!


Publicación:13-09-2020
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Mañana martes 15 de septiembre es el día de la rifa del avión presidencial.

Mañana martes 15 de septiembre es el día de la rifa del avión presidencial. No hay plazo que no se llegue y ya estoy preparado para participar en tan espectacular acontecimiento. Ayer acudí a un expendio de lotería y me sorprendió ver que en el mostrador había una decena de boletos del avión presidencial en exhibición, listos para ser adquiridos por quienes deambulábamos por ese centro comercial.  Lástima que no trajera más dinero conmigo, hubiera comprado un par de boletos más.

La lotería ha representado un juego de azar tradicional mexicano, y no sólo lo jugábamos de niños, como tal se sigue practicando en loterías clandestinas ubicadas en mercaditos, donde las señoras acuden a comprar víveres para el hogar, y aprovechan “un  ratito”, para jugar lotería y sentir la emoción propia del juego de azar, conteniendo el grito ganador de “¡Buenas!” hasta que llega el momento especial, único de dejarlo escapar como animal enjaulado. Las variantes del grito pueden ser diversas: “¡Buenas con el borracho!”, “¡Buenas con el nopal!”, “¡Buenas con el cazo!”, “¡Buenas con el catrín!”, ¡Buenas con el mundo!”, “¡Buenas con la pera!”…la lista de gritos posiblesganadores sigue y es extensa.

Esta tradición mexicana fue oficializada por el Gobierno y depende de oficinas centrales en la Ciudad de México, quienes autorizan un  juego denominado también Lotería Nacional, que consiste en una cantidad de números agrupados en series y distribuidos a nivel de la república mexicana. La incitativa del Presidente fue realizar un sorteo de lotería, que no es propiamente bajo los lineamientos institucionales y establecidos del juego de lotería, más bien adaptado, sin series y con premios únicos por cachito de hasta 20 millones de pesos, no existen los  reintegros.

La rifa del avión presidencial fue una creación íntegra del Presidente, donde no se rifa el avión, y además, los premios que se reparten no dependen del sorteo, más bien  ya  los posee el gobierno y fueron otorgados por el Instituto para Devolverle al Pueblo lo robado, por lo que la rifa es un acto simbólico de gran relevancia en la vocación moralista del Presidente.

La rifa del avión presidencial es una fábula que posee su moraleja, su enseñanza moral. Es la concreción de la máxima presidencial de “No puede haber gobierno rico con pueblo pobre”. La enseñanza es muy clara, sin embargo, lo creativo por parte del Presidente, fue vincular la enseñanza a los deseos y expectativas de los mexicanos(as) por resolver sus problemas económicos con un golpe de suerte.

¿Quién no desea ganar 20 millones con un cachito; resolver su situación económica de un día para el otro? Sabiendo que un trabajador promedio mexicano, después de laborar 30 años de su vida, quizá logre ahorrar en el fondo para el retiro 800,000 mil pesos; si su suelo mejoró con el transcurrir de su vida laboral tal vez logre ahorrar más de un millón; si su salario fue bastante bueno durante su carrera profesional probablemente acumule un monto de tres millones de pesos. Pero ganar 20 millones de un día para otro, es como trabajar 20 vidas laborales en un instante.

Los juegos de azar nos llevan a ese imaginario de resolver la adversidad que la vida nos plantea, como si fuera un salvavidas caído del cielo; recuerdo que de niño en las películas mexicanas de la época de oro, los personajes que representaban al pueblo bueno, a quienes los problemas económicos parecían asfixiarlos, de un golpe de suerte, comprando un cachito de lotería como cosa perdida, lograban enfrentar y superar los golpes que la vida les había propinado.

Un pueblo sufrido por las carencias económicas encuentra en la lotería un consuelo para sus sufrimientos, así ha sido retratado en la cinematografía mexicana este imaginario social; y aunque las películas se encuentren en blanco y negro y hayan sido filmadas hace 70 años o más, la adversidad económica se cierne nuevamente sobre nuestro pobre país, asolado nuevamente por otra inminente crisis económica.

Si además de esta motivación psicológica detrás de la lotería, de tener una esperanza ante la adversidad, anotamos el vínculo orgánico que logra el Presidente establecer entre esta necesidad psicológica, y el enojo de los mexicanos por la corrupción, la opulencia y el despilfarro de los gobiernos anteriores, creo que la enseñanza moral está perfectamente instalada en la  experiencia y la capacidad de aprendizaje social del pueblo mexicano.

Debido a la pandemia y a lo caro del boleto (500 pesos), algunos políticos vinculados al partido del Presidente (Morena), han realizado campañas para promover la venta de los cachitos; es así que los diputados federales, con gran imaginación, mostrando su liderazgo en iniciativas transformadoras y de gran calado histórico, solicitaron a las oficinas de la Lotería Nacional les instalará un expendio afuera del Palacio legislativo de San Lázaro, para promover así la venta.

No fueron los únicos con innovadoras iniciativas, también el Sindicato de Mineros, liderado por el ínclito y nunca bien ponderado, líder minero radicado y exiliado en un barrio muy nicede Vancouver, y que fue llamado por nuestro Presidente para abanderar las causas justas en el Senado, decidió regalar boletos a sus afiliados mineros. Por cierto, aun no entiendo por qué nuestros líderes del Sindicato de Maestros no tuvieron una iniciativa igual; ya tendría no uno, sino dos cachitos.

Según mi humilde opinión, los líderes sindicales magisteriales andan muy de ala caída, si todavía estuviera nuestra lideresa magisterial Gordillo, seguro que ella sí nos hubiera dado no uno, la serie entera de cachitos de la rifa del avión presidencial; y a los profesores retirados, no solo una, hasta dos series enteras por trabajador jubilado. ¡Lástima!

Volviendo a la realidad, estimado lector(a), yo le recomiendo que si posee por ahí guardados, algunas monedas y billetes menores, los junte, a lo mejor completa sus 500 pesos, y la buena noticia es que todavía tiene algunas horas para poder soñar con ganarse la lotería, y pues ¡20 millones son 20 millones de pesos!

¿Qué haría yo con 20 millones de pesos? No lo sé aún, pero mañana  a las 16:00 hrs podré tener una respuesta para ello. Por lo pronto le puedo anticipar, estimado lector y lectora,  que me gustaría, junto con mi linda esposa,  seguir recorriendo el mundo, visitando países, conociendo culturas y lugares maravillosos…

 




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Arturo Delgado Moya

Arturo Delgado Moya


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