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Opinión Editorial


Viena hoy, ¿Qué diría Freud?


Publicación:03-11-2020
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Freud dijo en una ocasión que quien un día aventó un insulto en lugar de una piedra había inventado la cultura

Cuando Sigmund Freud, creador del psicoanálisis, recién había terminado sus estudios en medicina, pasó por dos laboratorios, uno de fisiología y otro de neuropatología, intentando realizar algún descubrimiento que le permitiera, no solo ganarse la vida, sino adquirir cierta notoriedad para poder acceder a una cátedra en la universidad de Viena. No obstante, uno de sus maestros le sugirió, más bien, emprender la práctica clínica, alertándolo del antisemitismo que se vivía en aquellas épocas, que le bloquearía sus posibilidades académicas.

Hoy, en una Viena dolida por los atentados del día lunes, me pregunto ¿Qué diría Freud? Freud que, bien se sabe, tenía una relación paradójica y ambivalente - ¿Acaso podría ser de otra forma con lo que uno realmente ama? - con la ciudad que lo recibió desde su infancia, que ofrecería prosperidad a los negocios de su padre, quien era comerciante. Ciudad de la cual solo aceptó salir, una vez que la Gestapo detuvo a su querida hija Ana, para interrogarla. 

Freud dijo en una ocasión que quien un día aventó un insulto en lugar de una piedra había inventado la cultura. También, que en otras épocas (el medievo) lo habrían quemado a él, “hoy solo queman mis libros” -ante la pila de libros quemados por el nazismo. A las dictaduras no les gusta la diversidad de ideas.

También Freud estaba advertido que la pulsión de muerte, la destrucción y la guerra (“¿Por qué la guerra?” texto derivado de dos cartas que intercambiaron Albert Einstein y Sigmund Freud) eran fuerzas muy poderosas y peligrosas, que dicha combinación podía explotar y sacar lo peor de la humanidad, que había que estar advertidos de ello, pues la cultura, esa gigantesca empresa humana, podría tener los gérmenes de denegar al sujeto los canales de expresión de sus pulsiones, neurotizándole, desembocando en algo terrible (Cfr. Psicología de las masas y análisis del yo, El malestar en la cultura, La moral sexual cultural y la nerviosidad moderna)

También el padre del psicoanálisis dijo muchas cosas respecto a esa dimensión llamada Inconsciente (un extranjero interno, algo propio y extraño dentro de nosotros) sobre su funcionamiento y sus producciones, como los síntomas, los sueños, los errores, lapsus, confusiones…En cómo el tratamiento psicoanalítico puede dar la posibilidad de que cada uno advierta ese extrañamiento de sí puesto en el otro, en cómo ese primer “extranjero”, ese distante y diferente está “dentro” de cada persona y que las religiones (judaísmo, cristianismo, islam) han intentado ubicar en el afuera, en el otro, en el distante y diferente, el principio de todo mal; como una forma defensiva de mantener lejos lo ominoso, el propio kakon que no se desea reconocer como algo propio; y que el psicoanálisis enseña  que puede no transformarse en dolor ni en sufrimiento, sino en creatividad y en motor de vida.

También Freud dijo muchas cosas sobre el humor y el chiste, en cómo dichas producciones humanas de lenguaje, posibilitan decir lo imposible, al tiempo que tratar lo más doloroso de la vida. Quizás por ello a las religiones no les gusta mucho el humor, ni por supuesto el psicoanálisis, ya que el humor pone de manifiesto la verdad, eso que no se desea ver ni asumir; ante el humor no hay quien se escape, todos somos convocados, borrándose las fronteras entre lo normal y anormal, entre lo sano y lo enfermo, entre lo común y lo raro, entre los fieles e infieles, los llamados heréticos, esos que según los “puros” deben desaparecer, morir, o simplemente quedarse a la deriva en los mares, o a la distancia de los puertos y fronteras, sin poder acceder a un suelo, a una patria a una nacionalidad, del otro lado del muro. 

En este nuevo mundo, en esta nueva Tierra Dos (Jorge Forbes) que habitamos, el lazo social se va a jugar más por la articulación de las diferencias, por una vida singularizada  que se vincula con las demás, que por la exclusión de unos por fuerza de otros, queriendo retornar a formas de funcionamiento único, piramidal y dictatorial, como algunos países, religiones e instituciones productivas y educativas, por momentos todavía desean instalar, como panacea o “medicamento” para todo mal que les aqueja. “¡Cerremos filas con el presidente!” -se dice, en un intento de borrar las diferencias, patologizando lo que no es igual al modelo establecido. 

El mundo se mueve para otro rumbo, no tanto para la tensión del muro,  la división de puros e impuros, sino hacia una participación singular y responsable, independientemente del género, raza, preferencia sexual, clases social y religión, donde lo que importa es la responsabilidad mía ante el otro, ya que el otro, no es tanto mi enemigo, mi parte maldita, sino mi compañero/a, que me permite entrar en contacto con lo más intimo de mí que no logro simbolizar ni conocer si permanezco solo. 

Instagram: camilo_e_ramirez 



« Camilo E. Ramírez »