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Opinión Editorial


¡Vaya año 2020!


Publicación:29-12-2020
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¡Vaya año! ¡El mundo dejó de ser el mismo! ¡El mundo no volverá a ser el mismo!

Nadie sabíamos —mientras despedíamos al 2019, brindando y deseando lo mejor a familiares y demás seres queridos — con lo que nos encontraríamos en el 2020. Pero ¿qué no siempre es así?... ¡Vaya año! ¡El mundo dejó de ser el mismo! ¡El mundo no volverá a ser el mismo! 

Una pandemia nos sacó del sueño en el que vivíamos. Sus efectos continúan. Quienes permanezcan clavados a la nostalgia, ansiando el retorno imposible a un tiempo “mejor”, no lograrán reconocer y, sobre todo, aprovechar las características del tiempo presente; intentarán forzar el hoy para encajarlo en el ayer. Por su parte, quienes logren, con flexibilidad y arrojo, asumir las consecuencias del presente, no solo podrán sortear mejor los laberintos que estos tiempos les ofrecen, sino modificar e inventar nuevas tácticas; utilizarlas para amplificar el aprendizaje e innovación.

Si la pandemia nos sacó del sueño en el que vivíamos. ¿Cuál era ese sueño en el que dormíamos? Sobre todo, el sueño de la idea de potencia ilimitada (económica, científica, ideológica, física, etc.) fue destruida: ninguna nación del mundo logró manejar adecuadamente los contagios: todos y cada uno de los gobiernos fueron sorprendidos y rápidamente rebasados. Quien desde el principio llevaba la delantera, marcando el paso, era un objeto invisible, un virus: algo que lo mismo puede estar en ningún lugar, como en cualquier lugar, y que, precisamente al no ser detectable a simple vista, produce terror. Por su parte, los gobiernos y personas, una vez despojados de la noción de conservación de un estatus quo como estrategia central ante la pandemia, que no perdieron el tiempo buscando conservar todos los hábitos y costumbres de antes en el ahora, con tal de sentirse “normales”, ni colocaron nuevas y pesadas prácticas (como lo podemos comprobar en muchas de las absurdas medidas de la escuela a distancia y el home office), se amoldaron rápidamente, inventaron vías creativas: estuvieron a la altura de las circunstancias. 

Ese movimiento imparable del virus fue marcando el ritmo y su necesaria interpretación genética. Rápidamente científicos de todo el planeta se abocaron en encontrar las respuestas (¿qué es? ¿cómo es su carga viral? ¿cómo se produce su contagio? ¿cuáles son sus síntomas más característicos? ¿cuáles sus tratamientos? ¿su vacuna más eficaz?) Como nunca gobiernos, universidades y empresas tomaron conciencia de la importancia de la ciencia y la tecnología, del terrible error de disminución el presupuesto para dichas áreas. 

De humor negro: a la investigadora Katalin Karikó -cuyos hallazgos derivaron en el desarrollo de la vacuna contra el SARS-CoV-2- le habían recortado su presupuesto hacía ya tiempo, argumentando que sus investigaciones no tenían mucha relevancia. La pandemia les dio una cachetada a las autoridades, quienes constataron el carácter vital de su investigación. Por su parte, como sucedió a Julián Assange, quien tiene un compromiso con la verdad y la información, siendo detenido ya hace tiempo, Zhang Zhan, abogada y periodista china de 38 años, quien alertó tempranamente sobre el nuevo virus y su manejo por el gobierno chino, ha sido detenida y procesada, en medio de un debate abierto sobre el turbio manejo de la información por parte de la ONU y el gobierno chino. Las preguntas y dudas siguen abiertas. La historia se continúa escribiendo. 

Y usted y yo, querido/a lector/a, que dialogamos aquí semana a semana, continuamos nuestro camino. Mismo que no está establecido ni diseñado previamente, sino, como escribió Antonio Machado, se hace al andar: “Caminante, no hay camino, se hace camino al andar, al andar se hace camino, y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar. Caminante no hay camino, sino estelar en la mar”  

¡FELIZ AÑO 2021!



« Camilo E. Ramírez »