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Opinión Columna


¿Tiempo vacío o significativo?


Publicación:03-07-2019
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Sigmund Freud precisamente inventó un dispositivo, un “gadget” (el psicoanálisis) opuesto a esos otros gasgets

 

Para los humanos el tiempo puede ser de dos tipos: por un lado el tiempo físico, más o menos fijo, que se comparte tanto con un objeto inanimado como con otro ser vivo, cuya vida se reduce a nacer, desarrollarse y morir, sin mediar desiciones, y por otro lado está el tiempo subjetivo, caracterizado por las opciones y desiciones que podemos elegir durante toda nuestra vida. Gracias a lo cual, se puede incidir en todo momento en la dirección y el sentido que una vida crea para quien la vive. En ese sentido sería diferente para cada persona. El tiempo presente se amplifica, “cuando se apaga el botón del pasado y del futuro” (Jorge Forbes) 

¿Tiempo de vida vacío o tiempo de vida subjetivo? Tiempo que nos transita, por el que transitamos sin ton ni son, esperando que avance, llegue y se vaya, que se agote; como quien vive expectante que algo simplemente llegue a su fin (la espera, el horario de una clase, la jornada laboral, la semana...) o tiempo subjetivo, en el cual nada está previsto a priori y que por eso mismo, cada cual decide qué y cómo vivir; que en cierta forma es un tiempo presente permanente cargado de posibilidades creativas, de cambio de dirección, de rumbo y estrategias, que “...se hece camino al andar” (Antonio Machado)

En la actualidad existen gadgets, programas y demás dispositivos para simplemente llenar el tiempo, transitarlo sin mucho ton ni son. Poco importa su contenido, hay muchos en el mercado, emergen nuevos cada día, son desechable, unos más novedosos toman el relevo de otros que caen en desuso; su característica principal es el del vacío, vacío de sentido, de intención, de propuestas para sus usuarios; son formas de vaciar la vida de una manera curiosa: llenándola de actividades sin sentido y significado, cuyo mecanismo se repite una y otra vez todo el tiempo, que consumen energía, que cansan y desgastan precisamente porque no generan nada para quien las realizan, sólo son una especie de compañía hueca en el vacío. Podríamos tomar la expresión de Massimo Recalcati, son para producir un hombre y mujer sin deseos ni aspiraciones. Su cometido es reducir las personas, únicas y diversas, en usuarios sin cualidad, un puro ojo y mano, un tubo con una bolsa a ser llenado, un organismo que pasa el tiempo, que se entretiene, que goza de una actividad en grado cero, sin implicación singular. 

Sigmund Freud precisamente inventó un dispositivo, un “gadget” (el psicoanálisis) opuesto a esos otros gasgets, en el cual, pidiendo que el paciente hablara de todo lo que se le ocurriera, la singularidad de cada persona se ponía en juego, saliéndose de la ruta que pensaba le trazaba su historia, su familia y su sufrimiento, es decir rompiendo con ese destino aparentemente inapelable, para recuperar las energías para crear su propio camino de vida, en base a las desiciones que deseara tomar. Si los “pacientes sufren de reminiscencias” (Freud) y dichos recuerdos les marcan una constante fija, que no consideran no poder modificar, el inconsciente, es decir, las ocurrencias de su libre asociar, les podían mostrar, por la vía de la sorpresa y el equívoco, siempre presente en las vidas humanas, que había otras formas, otras fuentes para inventar la vida que deseaban vivir, haciendo de su vida algo más significativo, único y singular, diferenciándose de ese destino, de esa ruta que creían estaba previamente marcada. 

camilormz@gmail.com

 



« Redacción »
Camilo Ramírez Garza


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