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Opinión Columna


Tan lejos y tan cerca


Publicación:10-01-2019
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Como diría Alberto Cortez, “Cuando un amigo se va, queda un espacio vacío que no lo puede llenar la llegada de otro amigo”.

 

En los funerales del poeta español Pedro Garfias, Raúl Rangel Frías pronunció uno de los más bellos mensajes de que se tenga memoria en esta ciudad. De estas palabras, dichas ante la tumba del poeta en el Panteón del Carmen, reproducimos las siguientes líneas:

Sabes, somos unos pocos de tus amigos.
Otros no pudieron venir... los pájaros y las estrellas.
Mira: esto se acabó; tu dolor y tu soledad.
Ahora empiezan los nuestros.
Baja a esta tierra,
que has llegado por fin a puerto,
para que te ablande la ternura de nuestro suelo.
Quedas cual dormido gorrión.
Deja aquí tu sangre dulce
en los terrenos nuestros,
alza la voz al cielo
y tiende tus poemas al sol
entre México y España.

Ahora, Pedro,
nos vamos:
nosotros que a velas rotas navegamos,
vamos a partir.
Tú, permaneces.

Estas palabras que brotaron de la garganta de Don Raúl en ese momento, se conservan gracias al maestro Alfonso Reyes Aurrecoechea, quien las tomó al vuelo y las guardó. Ellos –Rangel Frías y Reyes A.—también ya se han ido. Son dos de nuestros mejores amigos en la vida y los recuerdo con mucho cariño, como ellos recordaban a Don Alfonso Reyes.

LOS MEJORES ESFUERZOS PARA DEJAR UN MUNDO MEJOR

Todos estamos condenados a partir un día, pero estamos obligados a realizar nuestros mejores esfuerzos para dejar un mundo mejor que el que recibimos, como lo hicieron ellos.

El maestro Reyes Aurrecoechea fue director del semanario “Vida Universitaria” y fue él quien me ofreció mi primer trabajo cuando yo estudiaba en el Colegio Civil. Su hijo Alfonso Reyes Martínez era mi compañero y ya se veía que iba a ser poeta y de los buenos, y también –por supuesto-- buen amigo.

Cuando falleció el maestro Reyes A., me buscó Poncho y me dio una grata sorpresa. Su padre leía mis artículos en “El Porvenir” y no sólo los leía, sino que los conservaba. Fue entonces que me entregó una colección de esos artículos que reunió su padre. Estaban perfectamente ordenados y doblados para su mejor conservación. Era una serie que publiqué durante todo un año en El Porvenir, en ocasión del centenario del natalicio de Don Alfonso Reyes, en 1989.

Don Raúl Rangel Frías también guardaba artículos nuestros, como nosotros atesoramos los suyos. Poseo una colección de ellos, con los cuales pretendo editar un libro, que llevará por nombre “Rumor del tiempo”.

Pues bien, Don Raúl ha sido uno de los mejores gobernantes del Estado. También fue un gran Rector de la UANL. Es el creador de la Ciudad Universitaria. A lo largo de varias décadas, estuvimos cerca de él.

Además, Don Raúl formó un grupo de jóvenes que fueron como él, honestos y trabajadores. Los llamaban los Juniors (Juventudes Rangelistas). De ese grupo recuerdo a Noé G. Elizondo, Roque González Salazar, Eduardo Segovia Jaramillo, Adrián Yáñez, David Martell, José Ángel Rendón, Francisco Valdés Treviño y Leobardo Elizondo. Pero claro que hubo otros más.

SER ALGUIEN EN LA VIDA

De ellos ya falleció, hace varios, años el ingeniero Noé, a los 85 años de edad, quien dejó la imagen de un guerrero que luchó toda su vida. Dejó una huella muy especial en todos los que lo conocieron y tuvieron trato con él, gracias a sus ganas de luchar por sus ideales y ser alguien en la vida.

Fue Secretario Particular del Gobernador Rangel Frías, llegó a ser Diputado y estuvo a punto de ser alcalde de Monterrey. También representó al PRI en diversos Estados de la República.

Por otra parte, en el 2015, dejó de existir el Lic. Roque González Salazar, quien fue Rector de la UANL y Embajador de México en la URSS.

También, hace unos días falleció el Lic. Eduardo Segovia Jaramillo. Ocupó importantes cargos en el gobierno del licenciado Rangel Frías y en el gobierno del Lic. Pedro G. Zorrilla Martínez. Después se trasladó a la Capital de la República, donde estuvo muy cerca de Don Fidel Velázquez, líder nacional de la CTM.

TAN LEJOS  Y TAN CERCA

Eduardo me llamaba frecuentemente desde la ciudad de México. Seguía al tanto de lo que pasaba en su ciudad. Siempre cordial, tenía frases de reconocimiento y amistad. Sus llamadas eran siempre bienvenidas. Me impactaba sentirlo tan cerca, estando tan lejos. Y el interés que mostraba.

Hace unos días, mi esposa me dijo: “te llaman de parte del Lic. Eduardo Segovia”. Como siempre, con mucho gusto, me dispuse a contestar la llamada pensando que era Eduardo. Era la hermana de Eduardo, para darme la mala nueva. Apenas pude hablar con voz entrecortada para decirle cuánto lo sentía. Y después le escribí a su hija Gabriela y fue así como me enteré que sus cenizas viajarían a Monterrey, para una Misa en el Templo de la Medalla Milagrosa.

En ese lugar, pude ver como se apreciaba al Lic. Eduardo Segovia Jaramillo. Ahí estaban sus familiares y amigos, también algunos de los integrantes del Grupo de los Juniors más jóvenes como el Lic. Francisco Valdés Treviño y el Lic. Leobardo Lozano.

Como diría Alberto Cortez, “Cuando un amigo se va, queda un espacio vacío que no lo puede llenar la llegada de otro amigo”.

El poeta Octavio Paz llegó a decir hacia el final de su existencia, que sus amigos ya eran más los muertos que los vivos.
- "¿De qué otra forma se puede amenazar que no sea de muerte? Lo interesante, lo original, sería que alguien lo amenace a uno con la inmortalidad". - Jorge Luis Borges (1899-1986), escritor argentino



« Redacción »
Jorge Pedraza Salinas


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