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Opinión Editorial


Personal médico hospitalario


Publicación:12-08-2020
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Estamos viviendo una pandemia. Ello ha puesto en jaque, a lo largo y ancho del mundo, a gobiernos e instituciones -públicas y privadas- de todo tipo

Todo saber es incompleto y queda a cada uno responsabilizarse por completarlo con su subjetividad 

Jorge Forbes 

Estamos viviendo una pandemia. Ello ha puesto en jaque, a lo largo y ancho del mundo, a gobiernos e instituciones -públicas y privadas- de todo tipo. De las llamadas actividades esenciales a las no esenciales, el Covid-19 ha impuesto su agenda, trastocando estructuras, proyectos y presupuestos. De manera directa -por la naturaleza misma de la emergencia de salud- al personal médico hospitalario. A quienes participan y colaboran de manera directa e indirecta con el cuidado y atención de pacientes en cada clínica y centro de salud de todos los niveles. 

Profesionales de la medicina y la enfermería en la primera línea de atención, de intendencia, mantenimiento, seguridad, trabajo social y personal administrativo, en los otros flancos, combaten la enfermedad, creando una compleja polifonía de atención y cuidado de la salud, que hace funcionar clínicas y hospitales. Si bien su trabajo siempre es arduo e implica un cierto nivel de riesgo advertido ya desde la formación y asumido en el día a día, ahora, durante la pandemia, se ha sumado una tensión nueva, traumática, pudiéramos decir, en tanto que el virus SARS-CoV-2 y la enfermedad que produce, Covid-19, fueron inesperados y sorpresivos, de una rapidez alta de contagio y afectación. Que a las dificultades y malestares propios de la profesión (enfermedad, dolor, cansancio, problemas burocráticos y de lucha de poder, poder ganarse la vida, etc.) se le suma entonces el riesgo por el propio contagio, el dolor y la muerte, así como el desgaste por la lucha permanente, que en algunos casos va minando, no solo la motivación, sino las fuerzas físicas y mentales. Y por qué no decirlo también, aburriendo, fastidiando. 

En este contexto, cada uno responde con sus particulares maneras de enfrentar un evento difícil, traumático y sorpresivo. En ese sentido, la pandemia ha funcionado como un gran espejo que refleja imágenes-mensaje de los más variados. Pueden que sean asuntos pendientes, preguntas sin respuesta que se han formulado desde hace ya tiempo, necesidad inminente de cambio de lógicas y posiciones, recuperación o invención de motivación donde no había, cambio de aires, y un largo etcétera.

Los más afortunados responden con entusiasmo y creatividad, partiendo de un interés intelectual y clínico; no solo de atender e intentar curar a sus pacientes, sino de ser testigos y participes de este momento histórico, explorando sus dudas e inquietudes; mientras otros, quizás sucumben ante las mismas respuestas de siempre (queja, reclamo y grilla institucional) como formas fijas de “metabolizar” su angustia convirtiéndola en enojo y ataque a cualquier nivel del organigrama, aumentando con ello la queja y el enojo conforme aumenta igualmente su angustia y sufrimiento. Para estos últimos, no solo en tiempos de pandemia, sino la misma profesión y quizás la existencia previa a ella, eran vistas como cosas muy difíciles y frágiles, que en cualquier momento se podía perder la homeostasis de la seguridad, el orden y las garantías. Para ellos, podemos prescribirles altas dosis de creatividad, no cualquier creatividad, ni mucho menos aquella que parte del deber ser, general e igual para todos, sino la creatividad singular, esa que se conecta directamente con los gustos y talentos, con la forma única de habitar la propia piel, de apropiarse del trabajo y la vocación. En un medio que precisamente porque es incierto requiere más flexibilidad y creatividad. 

Estos tiempos de pandemia nos han enseñado que los organizadores en los que basamos nuestra existencia son contingentes y nunca fijos, sino mutantes y múltiples. Que quienes logren ser flexibles -aún y en un contexto rígido, como la burocracia hospitalaria o la medicina basada en la evidencia, que muchas veces no ve más allá de lo que previamente ha establecido, pueden existir múltiples formas nuevas de habitar y realizar la profesión, no solo en este contexto difícil y sorpresivo. Ya que el coronavirus no inventó la fragilidad, la sorpresa y el cambio, sino vino a recordar, mediante un rostro nuevo, eso que siempre está presente: la fugacidad y multiplicidad del instante, así como su necesaria respuesta singular de cada uno de nosotros. 

Instagram: camilo_e_ramirez 



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