banner edicion impresa

Opinión Editorial


Nuevas masculinidades


Publicación:21-10-2020
++--

La masculinidad se construye. Es necesario educar en la igualdad, en el respeto y en valores asociados al género no condicionantes del comportamiento

Desde siglos se creyó en el hombre fuerte, protector, hermético y principal proveedor del mantenimiento de la familia; con capacidad superior a la mujer. El que ocupa los puestos relevantes en política, empresa y comunidad. La mujer como complemento, como apoyo en segundo plano, sobre quien se ejerce poder. El varón como el que tiene el control de todo y al que se dio permiso para violentar a la mujer.

Este concepto ya no es válido. No funciona en una sociedad en donde la igualdad y respeto a la diversidad son inminentes. Donde los derechos humanos resaltan la dignidad y justicia para las personas independientemente de su condición. Donde la mujer ha incursionado en diferentes espacios – académicos, políticos, laborales, sociales – y aporta significativamente al ingreso de la familia y sociedad. Las funciones de hombres y mujeres han cambiado, sin embargo, la mentalidad de algunos hombres no.

Por supuesto que los hombres y las mujeres no son iguales, su estructura biológica es distinta, se habla de igualdad en oportunidades, espacios y derechos de decisión y participación en temas comunitarios. Así mismo, de condiciones de justicia ante la violencia de género.

La Comisión Nacional de Derechos Humanos en México define la masculinidad como el conjunto de atributos, valores, comportamientos y conductas que son característicos del hombre en una sociedad determinada. Señala: “Reconociendo que cada persona aprende de manera distinta a ser hombre o mujer, es válido afirmar que existen muchas formas de ser hombre, ya que en cada cultura se encuentran presentes mecanismos y códigos aprendidos que soportan y explican esta diversidad. Factores como la raza, la orientación sexual, la condición o clase social, hasta la pertenencia a algunos grupos, son factores de diferenciación masculina. Debido a que el concepto de “lo masculino” deriva de una construcción social, su significado se modifica en consonancia con los cambios culturales, ideológicos, económicos e incluso jurídicos de cada sociedad, en una época determinada”.

Al reconocer que hay hombres que desean otro tipo de comportamientos basados en el respeto y reconocimiento del talento y participación de la mujer, algunos especialistas hablan de las nuevas masculinidades o masculinidades alternativas que proponen un nuevo concepto e invitan a desaprender los roles de género adquiridos durante toda la vida y perpetuados a lo largo de siglos. 

El sociólogo Michael Kimmel, pionero en los estudios de la masculinidad y catedrático en la Universidad Stony Brook de Long Island, señala que no se puede empoderar a las mujeres y a las niñas sin que también participen los hombres y los chicos. Expresa que hay una significativa brecha entre lo que los hombres dicen que significa ser un hombre y lo que hacen en realidad. Se dice que tienen que ser fuertes, poderosos, no mostrar sus emociones ni sus sentimientos, pero en sus vidas diarias hacen cosas distintas: se implican en el cuidado infantil, tienen más relaciones emocionales, son mejores amigos cada vez, lloran al ver a su equipo de futbol perder o ganar. 

La masculinidad se construye. Es necesario educar en la igualdad, en el respeto y en valores asociados al género no condicionantes del comportamiento.

Los conceptos feministas y las nuevas masculinidades tienen que ver con la forma de relacionarse con los demás y con uno mismo, teniendo como base el respeto y la igualdad. Tienen que ver con la idea que tenemos sobre los hombres y sobre las mujeres. Una nueva masculinidad trabaja la colaboración, rechaza la violencia, es empática, participa en actividades de cuidado del hogar y la familia, no intenta controlar todo mucho menos a las mujeres, respeta la libertad femenina y masculina de expresarse, respeta la diversidad, ofrece espacios y oportunidades de participación por talentos no por género, no fomenta estereotipos del “macho”, no utiliza el poder para imponerse a otros. Desestima que haya patrones de conducta definidos por el género.

Las nuevas masculinidades, rechazan las “buenas” costumbres para las mujeres, por ejemplo, de sentirse culpables por usar falda, pintarse la boca, tomar alcohol, por cuestionar, por no obedecer y tomar decisiones propias.

El cambio debe reflejarse en comportamientos, pero también en políticas públicas y en discursos sociales; en no exponer a las mujeres a la pobreza extrema, a diferencias laborales y desde luego a la violencia.

Este es un tema de derechos humanos que parte de nuestro reconocimiento, ante todo, como personas. Es una evolución integral de la sociedad en donde la familia, padres y madres, tiene un lugar predominante. Es momento de desterrar las ideas de que las mujeres se encargan del aseo, de la comida, de atender a los hermanos, de no estudiar para dar paso a los varones. Así mismo, que los varones no lloran, se defienden con golpes o no participan en labores domésticas. 

La masculino y lo femenino se forman en la sociedad y en la familia, todos reproducimos el modelo, de ahí que necesitemos reeducar a todos, hombres y mujeres, en conceptos y conductas igualitarias y de respeto.

Leticia Treviño es académica con especialidad en educación, comunicación y temas sociales, leticiatrevino3@gmail.com



« Leticia Treviño »