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Opinión Editorial


“Los no importantes”


Publicación:29-08-2020
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Duros son para todos estos tiempos de pandemia y de las “nuevas realidades o normalidades”, como las quieran nombrar

“Torre de control,  torre de  control, explotó una ala del avión…” –“No hay problema, no hay problema;  usted salte,  piloto, salte con su paracaídas”. –“¿Y los pasajeros?”        -“No hay problema, no hay problema, no son importantes”.  Mi hijo Gabrielo,  de tan sólo  ocho años, juega con sus aviones una historia divertida y cruel.  ¿Será como efecto del encierro? 

Los pasajeros “no son importantes”,  sólo van un alcalde, un gobernador y el presidente. Lo observo;  él sigue en su juego,  de su mano deja caer el pequeño avión y reproduce una serie de sonidos onomatopéyicos: “¡pos, pum, pum”.    “¡Ni modo!  ¡Se murieron todos!”,  termina diciendo, mientras me ve y sonríe pícaramente. “¿Gabrielo, cómo que en tu juego se mueren todos?”,  le pregunto extrañado.

No me contesta,  sigue con la sonrisa en su cara y se va a su cuarto para jugar ahora con sus legos.  Me pudieran causar risa las ocurrencias de los juegos  e historias que últimamente   inventa Gabrielo; sin embargo,  creo que van más allá de un simple juego de niño y entonces no puedo evitar cuestionarme qué es lo que le  pasa.  ¿Será el encierro? ¿El regreso a clases sin regresar a la escuela? ¿O  acaso esa mala manía mía de hablar de política en la  casa delante de mis hijos?

Creo que el encierro es el factor más fuerte que han sufrido los niños en general debido a la pandemia que estamos viviendo. En mi caso, mis hijos no han salido a ningún lugar público; ahora que vivimos en Santiago, su máxima salida, sin duda muy buena,  es a un río que está en la parte trasera  de mi casa. Ese paseo lo hemos gozado, pero sin la convivencia con otros niños o  adultos. 

No soy sicólogo,  pero la autoridad más fuerte  que tiene Gabrielo no son precisamente  los gobernantes, ni siquiera el nombre de ellos se sabe. Bueno el del presidente sí,  no lo puse al principio pero claramente  dijo: “Y el presidente AMLO”. “No son importantes…”.

Regresando a mi reflexión “sicológica”,  las autoridades o gobernantes que mi hijo  ve y “sufre a diario” somos sus padres y ahora sus maestros que le “dan órdenes” a través de una pantalla. Y es que cuando le pregunté a Gabrielo cómo le había ido en su primer  día de clases,  emocionado me habló de sus compañeros, pero no mencionó a los maestros. Ante el cuestionamiento sobre cuál era la opinión sobre sus profesores, su respuesta fue escueta y algo fría: “Ah bien, pero sólo dan órdenes”, contestó.

Duros son  para todos estos tiempos de pandemia  y de las “nuevas realidades o normalidades”, como las quieran nombrar, cabe señalar la depresión y la ansiedad como la reacción de muchas personas ante estas nuevas circunstancias de vida; ante lo anterior pienso que los  adultos de alguna  u otra manera podemos entender e intentar manejar, aunque no resolver,  ¿pero los niños?  

Observo que cada niño reacciona diferente a sus “encierros”,  a Gabrielo creo que le dio por la rebeldía, retando la decisiones  que a veces se toman en la casa y confundiendo el aprendizaje con órdenes o imposiciones. Lo “positivo” es que todavía en   sus  juegos   utiliza mucho su imaginación,  aunque no con la candidez que definía su forma de ser, hoy se divierte con cierto  sarcasmo e historias llenas de humor negro.

Esperemos  que esta rebeldía  sea temporal y que mi hijo regrese a su candidez habitual. Aunque para ser sincero, con esa última historia  logró remover en mí  esos ecos de rebeldía tardía que aún conservo, el poco anarquismo que aún  queda en  mí, pues  casi todo  lo perdí al ser diputado.  En ese momento quería decirle a mi hijo Gabrielo: Tienes  razón, los políticos somos en esta sociedad  “los no importantes”.



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