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Opinión Editorial


La lógica de pillaje


Publicación:20-07-2022
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Mientras que la neurosis acepta la Ley, el límite y el intercambio, la perversión los niega y rechaza, creando su propia “ley”

Tres son las estructuras psíquicas que reconoce el psicoanálisis: neurosis, psicosis y perversión. Sin entrar muchos en detalles técnicos, diríamos que son tres formas de conformación psicológica. Que, así como existen estructuras biológicas y anatómicas, de la misma manera cada persona dispone de algún tipo de conformación y funcionamiento mental con ciertas características de personalidad bien diferenciadas.  

Fue Sigmund Freud quién les dio un claro estatuto, descripción clínica y cotidiana, a cada una de las estructuras psíquicas, a partir de cuestiones fundamentales, como lo es la forma de respuesta y solución ante lo que llamó Complejo de Edipo. Es decir, las maneras en las que los humanos respondemos ante la Ley, el límite y el intercambio. Mientras que la neurosis acepta la Ley, el límite y el intercambio, la perversión los niega y rechaza, creando su propia “ley” de acuerdo con sus intereses; la psicosis, simple y sencillamente, es una estructura que no consigue “conectar” con ese elemento que organiza y relaciona a la comunidad humana, y por ello alucina y delira. Es decir, intenta crear algo de sentido, una especie de “software” —muchas veces raro para los demás— para poder “leer” el mundo y entonces poder relacionarse con él. Con la psicosis el psicoanalista funcionaría como una especie de dispositivo de conexión con el mundo, permitiéndole a la persona crear una vía de acceso. 

Los neuróticos serían aquellos que creen que la felicidad y verdad única, existen; que en la vida hay que, progresiva y acumulativamente, irse convirtiendo en la mejor versión de uno misma, ser feliz; que el jardín del vecino (su coche, su vida, su casa…) siempre serán más verdes, entre muchas otras cosas más, relacionadas con un cierto ideal estandarizado. Por ello, regularmente los neuróticos son quienes más fácilmente caen (en las garras de las personas de estructura perversa) en fraudes, justamente por la relación que guardan con la esperanza, la ilusión y la competencia, pero igualmente con la envidia, los celos, el amor, el odio…que suelen organizar su vida mental y amorosa, además de sus actitudes, fantasías, pensamiento, conducta…es decir, todos aquellos aspectos que ponen de manifiesto su estructura. 

La lógica de pillaje que forma parte de la apología del crimen, la que sostiene que “quien no tranza no avanza”, que celebra salirse con la suya, es expresión de la estructura perversa, hoy por demás a la moda en casi todos los ámbitos y contextos. ¡Es como si todos desearan ser perversos! La psicoanalista francesa Colette Soler a bautizado a nuestra época como de narcinismo, neologismo que surge al combinar narcisismo + cinismo. La exaltación del ego, del primero yo, después yo y al último yo; los mirreyes y ladys que ostentan una posición abiertamente cínica de “me vale mad…” en una monetización del escándalo. Bajo la premisa perversa: “Si se siente bien para mí y, si me otorga placer, entonces está bien, es justificado”

Es curiosos —más no ilógico, ni casual— que sea precisamente en el contexto actual, contexto en el que, por un lado, se exalta lo políticamente correcto, la legitimación de todas las formas de pensar, de todas las ideologías y posturas, pero por el otro, se promueva a los cuatro vientos, a veces velada y otras, francamente abierta, el narcinismo, la perversión como valor social máximo, el rostro predominante del “éxito”, vinculando los estilos de vida, la educación y el trabajo con las lógicas de la estructura perversa, ¡chingarse al otro a toda costa para ganar! siendo la principal: los beneficios son para mí, las leyes, responsabilidades y consecuencias son para los demás, no reconozco la Ley, ni el límite, ni el intercambio con los demás, porque deseo gozar ilimitadamente. De ahí el deterioro que vemos y padecemos, no sólo en nuestra realidad más inmediata, sino en el mundo, en las estructuras sociales, las familias, empresas y gobiernos: encarecimiento de la vida y los recursos naturales, explotación y reducción de las personas a simple cifra y mercancía, afectando a naciones enteras, precisamente por el predomino de una lógica de pillaje, de una lógica perversa de apropiación y explotación, de ganancia sin escrúpulos, ni regulación de ningún tipo. Ya que considera que esas otras cuestiones (la Ley, el límite y el intercambio, el tomar responsabilidad por las propias acciones y sus consecuencias) son aspectos que limitan la vida del goce y el éxito, cosas de ñoños pend… que no saben triunfar ni gozar lo suficiente, que no tienen mentalidad de tiburón.  



« Camilo E. Ramírez »