banner edicion impresa

Opinión Editorial


Humores electorales


Publicación:09-07-2020
version androidversion iphone

++--

Acostumbrado a exhibir los abusos y la crueldad de una sociedad de desiguales, la serie “Humores de una elección” capta las malas prácticas de una élite

En el invierno de 1755, el artista británico William Hoghart cambió para siempre su destino cuando decidió aventurarse en el terreno de la sátira política. Acostumbrado a exhibir los abusos y la crueldad de una sociedad de desiguales, la serie “Humores de una elección” capta las malas prácticas de una élite en pugna por el poder. Eran tiempos del voto censitario, es decir, restringido a ciertos privilegiados, pero el tono de la denuncia no podría ser más actual.

En su secuencia de cuatro óleos -que luego se popularizarían gracias a sus grabados- se observan todo tipo de aberraciones electorales. En el primero, se aprecian las huellas de un banquete ofrecido por los candidatos liberales Whig. Los excesos de los anfitriones van desde el intento por seducir a una mujer embarazada hasta la indigestión por ostras y alcohol del alcalde. Desde la ventana abierta, los conservadores Tories vociferan consignas antisemitas. Algunos lanzan con buen tino, ladrillos a las cabezas de sus rivales. En la siguiente obra, una mujer regordeta cuenta unas monedas de oro, mientras que Tories y Whigs ofrecen billetes para comprar el voto del terrateniente. De trasfondo, luce la imagen de un cofre abierto: las arcas públicas despilfarradas para el soborno. La tercera obra lleva al día de la elección. Los simpatizantes de ambos bandos echan mano de prácticas inescrupulosas como acarrear enfermos mentales o llevar en vilo a un cadáver para que vote. La tetralogía se cierra con el triunfo electoral: el ganador es llevado en andas por cuatro hombres, pero la fragilidad del triunfo se anticipa porque uno de ellos es derribado por unos cerdos que huyen despavoridos y otro más ha sido golpeado por quienes disienten de los resultados.

El hilo conductor de esta secuencia es el descrédito y la estridencia. Una élite política voraz y una sociedad incapaz de dialogar las diferencias más allá de las trompadas.

La referencia viene a cuento porque el lunes 6 de julio se reactivó el proceso de renovación de cuatro de los 11 consejeros electorales del Instituto Nacional Electoral. Esta institución que ha sido duramente criticada por el Ejecutivo resulta indispensable para respetar las reglas del juego. La renovación incluye una compleja ruta, con distintos filtros, que en teoría buscan dar con perfiles idóneos pero que en la práctica lidian con la creciente desconfianza azuzada por los propios actores políticos. El asunto es relevante puesto que quienes queden seleccionados estarán en su cargo hasta el 2029. Es decir, participarán en la organización de las siguientes tres elecciones federales incluido el proceso de revocación de mandato.

Conforme a las etapas contempladas, existe un Comité Técnico de Evaluación de siete ciudadanos que propuso una rigurosa metodología para valorar y filtrar las candidaturas. De los 390 aspirantes iníciales (255 mujeres y 135 hombres) se ha logrado una lista corta de 30 mujeres y 30 hombres.

Como suele suceder en todos los procesos de designación, han existido inconformidades. Pero gracias a ellas, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación ordenó la publicación de las calificaciones de los aspirantes aprobados. Todo esto puede consultarse en el micrositio www.consejerosine2020.diputados.gob.mx. El proceso hubiera cumplido con los máximos estándares de transparencia salvo porque a partir de este jueves iniciarán las entrevistas por vía remota sin que puedan ser vistas en tiempo real. Tras las entrevistas se integrarán cuatro quintetas, dos de hombres y dos de mujeres que derivarán en los cuatro nombres, previo voto del pleno de la Cámara de Diputados. Un dictamen fundado y motivado de la selección habrá de servir como ejercicio de rendición de cuentas. De no alcanzar la mayoría calificada se procederá a la votación por insaculación en la Cámara y si aún así no alcanza la mayoría, la decisión pasará al pleno de la Suprema Corte de Justicia. Ojalá y este imbricado proceso sirva para sembrar confianza. Lo que seguro no ayuda es desacreditar al árbitro antes de que la contienda comience.



« El Universal »
Lourdes Morales Canales

Lourdes Morales Canales


Publicaciones del autor