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Opinión Editorial


Hemos dicho ¡basta!


Publicación:10-03-2020
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La sociedad mexicana ha cobrado conciencia de que se necesita la sororidad o hermandad entre todas nosotras para alcanzar la plena igualdad

 Con las multitudinarias movilizaciones de protesta del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, y con el memorable paro nacional del 9 de marzo (El nueve ninguna se mueve), nadie podemos dejar de sentir, ver y escuchar el clamor de justicia de las mujeres, así como de luchar y defender sus derechos humanos hasta erradicar la inseguridad y la violencia machista.

     

     Si la ola revolucionaria y libertaria derrumbó monarquías, ahora los gobiernos democráticos están obligados a garantizar la demanda de igualdad de derechos humanos, sociales, políticos, económicos y culturales del movimiento feminista, tal y como Olympia de Gouges lo planteó en 1971 con la “Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana”, en respuesta a la “Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano” de 1789.

     

     Con la organización y la fuerza de lucha demostrada este fin de semana, las mujeres dejamos de ser menos invisibles. Sin embargo, nuestras demandas contra el dominio paternalista, la desigualdad y la exclusión las tenemos que resolver de raíz, pues su origen se remonta al surgimiento de la humanidad. 

          Hombres y mujeres nacimos iguales, pero el entorno marcó la diferencia desde tiempos prehistóricos, siendo la mujer destinada a la reproducción, a la lactancia y a las actividades domésticas bajo el sistema patriarcal que permeó en una cultura de dominio del fuerte sobre el débil y que en la Edad Media terminó de construir el estereotipo de mujer casta, callada y obediente.

          El conocimiento era negado a casi toda mujer; las que eran educadas como los hombres no podían hacerlo ostensible; los conventos eran refugio de mentes curiosas, como Sor Juana Inés de la Cruz, la primer feminista mexicana según lo consideró Octavio Paz, y a pesar de que la Edad Moderna trajo la ilustración, la revolución científica-industrial y la consolidación del Estado-Nación, no se transformó la situación de la mujer.

          Las revolucionarias europeas que iniciaron los movimientos feministas se toparon con problemas tan enraizados para vindicar sus derechos, luchas que se trasladaron al continente americano bajo las banderas de trato igualitario en la vida pública y en la vida privada, derecho al voto, a ejercer cargos en el gobierno, a la propiedad, a la educación, a la salud, etc.

          Banderas que fueron sistematizadas cada Día Internacional de la Mujer, que la activista alemana Clara Zetkin logró establecer desde el 8 de marzo de 1910 en la Segunda Internacional Socialista en Copenhague, Dinamarca, para luchar por los derechos de las trabajadoras y luego para conmemorar a las mártires de Nueva York de 1911, obreras textiles muertas en la lucha por reducir la jornada laboral y por el derecho a amamantar a sus hijas e hijos.

          Como bien señala el historiador y sociólogo inglés, Thomas Marshall, las mujeres no tuvieron derechos civiles en el Siglo XVIII, ni derechos políticos en el Siglo XIX y escasamente alcanzaron los derechos sociales a finales del Siglo XX. Por ello, en este Siglo XXI, cada 8 de marzo es de lucha permanente por la igualdad sustantiva entre hombres y mujeres, así como por nuestra emancipación y empoderamiento en toda comunidad o sociedad.

          Sin la participación de las mujeres no hay progreso y no basta con nuestra presencia en los diferentes ámbitos de la vida para lograr una verdadera transformación. Hay que participar de manera libre, informada, inteligente, activa y valiente en la toma de decisiones en la familia, la comunidad, la escuela, el trabajo, los partidos políticos, en los gobiernos, etc. etc.

          A más de un siglo de que el Día Internacional de la Mujer se estableció a nivel mundial, la sociedad mexicana ha cobrado conciencia de que se necesita la sororidad o hermandad entre todas nosotras para alcanzar la plena igualdad, la equidad y la paridad, así como para erradicar cualquier tipo de dominación patriarcal y toda forma de violencia, opresión y discriminación.

          Las mujeres hemos dicho basta… ¡Basta de feminicidios! ¡Basta de impunidad de asesinos, violadores y acosadores de mujeres! ¡Basta de autoridades corruptas que lejos de castigar a los agresores los protegen! ¡Basta de la explotación sexual y de la trata! ¡Basta de hostigadores en hogares, calles, escuelas, medios de transporte y centros laborales! ¡Basta de la prostitución infantil! ¡Ni una muerta más! ¡Ni una violada más! ¡Ni una golpeada más! 

          Manifestamos por ello que en la lucha por una sociedad igualitaria, equitativa y con paridad total ¡Ni un paso atrás!

          ¡La mujer luchando y al mundo transformado!



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