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Opinión Editorial


Factores de poder


Publicación:01-10-2020
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Las antiguas leyes no pueden entonces subsistir largo tiempo, como de hecho existen nuevas autoridades, es preciso que se establezcan nuevas leyes

Escribía Senac de Mwilauan Antoine Barnave que “La voluntad del hombre no hace las leyes, ni puede hacer nada sobre la forma de los gobiernos. La naturaleza de las cosas –el periodo social al que ha llegado el pueblo, la tierra que éste habita, sus riquezas, sus necesidades, sus hábitos, sus costumbres-  es la que distribuye el poder; lo concede, según los tiempo y los lugares, a uno, a varios, o a todos, y lo reparte entre ellos en proporciones diversas.  Aquellos que, por la naturaleza de las cosas, están en posesión del poder, hacen las leyes para  ejercerlo y mantenerlo  en sus manos; así se organizan y constituyen los imperios. Poco a poco, los progresos de la situación social crean nuevas fuentes de poder, alteran  las antiguas y modifican la proporción entre las fuerzas. Las antiguas leyes  no pueden entonces subsistir largo tiempo, como de hecho existen nuevas autoridades, es preciso que se establezcan nuevas leyes  para que aquellas actúen y se organicen en un sistema. De este modo cambian  de forma los gobiernos, a veces mediante una progresión lenta e insensible, y a veces por medio  de violentas conmociones. Entre los diferentes principios  sobre los cuales puede fundarse el poder existen tres…cuya influencia domina a todos los demás que importa:…1º  la fuerza armada, el poder militar. 2º) la propiedad; 3º) el  poder de la opinión pública.  Son estas potencias las que a veces reunidas, a veces en oposición, (sirven para formar los gobiernos)”  (Dos interpretaciones de la revolución francesa. Ed-Centro de Estudios Constitucionales. Madrid, 1990, pág. 94).

     Durante las dos últimas semanas ha cobrado importancia la campaña iniciada por escritores, académicos y otros  que responden a la nomenclatura  de un Movimiento Nacional para que renuncie Andrés Manuel López Obrador al cargo de Presidente de la República, en el que lo más destacado fue la alusión presidencial  de que ya vería acostados en la plancha del Zócalo a prominentes propietarios de medios de difusión  a quienes en lo que va del gobierno les fue cerrado el grifo del erario público para cantar las loas de los gobiernos que como el de Carlos Salinas de Gortari  establecieron la costumbre de financiarlos mediante la compra de la edición completa  de 7 mil ejemplares mensuales de las Revistas Nexos de Héctor Aguilar Camín y la de Letras Libres de Enrique Krause, fruto de los intereses de Televisa y de su interés por acabar con la última expresión clasista del Muralismo en manos  de Octavio Paz y de Emilio Azcárraga Jean para coronar la expresión del existencialismo ateo del Jaen Paul Sartre: “el escritor de origen burgués rara vez señala la relación en numerario que recibe a cambio de lo que canta, declama,  escribe o suspira”, sin tocar que Sartre fue expresión del Partido Comunista francés durante la segunda Gran conflagración (Cfr.  ¿Qué es la literatura?. Ed Nacional. México, 1968).

     Durante el primer periodo en que se desenvolvió la sociedad, el hombre que vive de la caza apenas conoce la propiedad: su arco, sus flechas, la pieza que ha matado, las pieles que sirven para cubrirle constituyen, poco o menos  todo su caudal; la tierra entera pertenece en común a todos. En ese momento , las instituciones políticas  no pueden tener como principio la propiedad ; la democracia es allí la otra cosa que la independencia y la igualdad naturales; la necesidad de un jefe en los combates  produce los primeros  elementos de la monarquía ; el prestigio del saber  que siempre resulta  tanto mayor es cuanto   más ignorante sea la masa de los hombres, hace nacer la primera aristocracia, la de los ancianos , los sacerdotes, los adivinos, los médicos, origen de los brahmanes, los druidas, los augures…; en una palabra , toda aristocracia basada  sobre la ciencia que precedió en todos partes a la de las armas y a la de la riqueza, y que desde el origen de las sociedades, siempre adquiere gran poder gracias a algunos  verdaderos servicios sostenidos por gran acompañamiento de engaños. (…)  Podrá pensarse que la simplicidad  de un pueblo puramente agrícola  hubiera de armonizarse con la democracia. Sin embargo, la experiencia demuestra que en el momento en que un pueblo ha llegado al cultivo de las tierras y aún no posee esa industria manufacturera y comercial  que le sucede es,  entre todos los periodos  del régimen social,, aquel en que el poder aristocrático adquiere mayor intensidad. En esa ápoca es cuando domina y casi siempre sojuzga a la influencia democrática y monárquica” (Cfr. Ob. cit. De Senac de Meilhan Antoine de Barnave, pp. 95 a 97).

     Por eso el desenvolvimiento del ejido (al capulli) en México y la reivindicación de sus inconformidades  hasta después de la Revolución mexicana, incluso materia de retroceso durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994)) por fundarse la caída de las cercas del ejido en el hecho de que se había agotado el reparto de tierras, y autorizar la venta de tierras ejidales, sin haber llegado a la liquidación de las tierras comunales, y favorecer las inversiones en turismo como materia de otro despojo, que luego cerró el círculo la concentración de la riqueza en la nueva privatización de la banca en perjuicio de la agricultura, las actividades primarias  y de la industria. Porque finalmente –como lo dice Senac de Meilhan Antoine de Barnave-   “al seguir aumentando las necesidades y la población, el hombre se ve obligado  a buscar su sustento en el seno de la tierra ; deja de ser errante; se hace cultivador . Sacrificando los restos de su independencia, se vincula a  la tierra  y contrae la obligación de contraer un trabajo habitual. Entonces se divide la tierra entre los individuos, la propiedad ya no sólo incluye los rebaños  que cubren el suelo, sino al propio suelo . Nada es común; pronto los campos, los bosques, incluso los ríos , se convierten propiedad; y este derecho que cada día adquiere mayor extensión  influye cada vez más poderosamente  sobre la distribución del poder, pero ahora no a merced de los seguros que dejaron de sr negocio corporativo de los sindicatos controlados por el gobierno de partido único, sino de otros grandes propietarios que practican la usura  a la sombra de la banca privatizada que han terminado por favorecer la concentración de la tierra.      

     



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Carlos Ponzio Elizondo

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