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Opinión Columna


El poder para las mujeres


Publicación:16-07-2019
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¡La mujer luchando y al mundo transformando!

La histórica victoria popular del 1 de julio de 2018 no sólo fue para Andrés Manuel López Obrador, sino también para las mujeres en la lucha por alcanzar la paridad de género en el Congreso de la Unión.

Los insólitos resultados provocaron que por primera vez la Cámara de Senadores tenga más mujeres (65, el 50.78%) que hombres (63, el 49.22%), mientras que de las 500 curules de la Cámara de Diputados 246 sean para mujeres (el 49.2%) y 254 para hombres (el 50.8%). Además, generaron que el Presidente de la República integrara su Gabinete en forma paritaria (50-50).

Con este cambio del mapa político, las mujeres no debemos dejar pasar la oportunidad para empujar más fuerte y contribuir en las transformaciones sociales, políticas, económicas y culturales por las que tanto hemos luchado.

Ahora es cuando tenemos que lograr las reivindicaciones de la mujer en materia de igualdad y equidad de género en cuanto al derecho a la educación y a la salud, en cuanto a derechos civiles y laborales como el acceso a empleos formales y salarios remuneradores y, sobre todo, en cuanto a los derechos a la democracia, la justicia, la libertad y la paz.

El empoderamiento político que actualmente experimentan las mujeres, es resultado directo de la perseverante participación femenina, con base en el combativo trabajo de legisladoras, dirigentes, funcionarias, activistas y defensoras de los derechos políticos electorales, que por décadas vienen pugnando por la representación equitativa en todos los espacios públicos.

Hubo que vencer muchas resistencias y hacer muchos sacrificios para avanzar, paso a paso, en la igualdad que tenemos las mujeres para competir por el mandato popular y ocupar espacios públicos de toma de decisiones.

Es resultado de la lucha de las mujeres por el derecho a votar y ser votadas, conquistado en México hace apenas 66 años, un 17 de octubre de 1953, siendo Hermila Galindo Acosta, maestra, feminista y revolucionaria maderista, la primera mujer diputada federal en 1954. María Lavalle Urbina y Alicia Arellano Tapia serían las primeras senadoras en 1964.

En 1992 se concretaron reformas de ‘avanzada’ para introducir la cuota de género 30-70, que evolucionó a 40-60 hasta alcanzar la paridad del 50-50 con la reforma político electoral del 2014, que obliga a los partidos a postular 50% de mujeres en candidaturas a senadurías, diputaciones y ayuntamientos.

El avance más reciente es la nueva reforma constitucional en materia de paridad de género, que se estableció como un principio para lograr la igualdad política entre hombres y mujeres. Lo anterior, siempre y cuando se aplique en forma horizontal y vertical tanto en los poderes Legislativo, Judicial y Ejecutivo como en los niveles de gobierno federal, estatal y municipal.

Cabe señalar que dicha reforma incluye los derechos de representación de la población indígena ante los ayuntamientos, así como el cambio del término ‘varón’ por el de ‘hombre’, con el fin de evitar la discriminación hacia la mujer y lograr el lenguaje incluyente, así como coadyuvar en el cambio estructural para la construcción de una sociedad más igualitaria.

Al analizar estos avances desde una perspectiva histórica-social y bajo el contexto de las grandes transformaciones mundiales del Siglo de las Luces, tiempo cuando las mujeres se atrevieron a luchar por su emancipación y protagonizan las reivindicaciones civiles y laborales, ciertamente vamos tarde en comparación con Nueva Zelanda, primer país en consagrar el sufragio femenino en 1873, seguido por Australia en 1902 y Finlandia en 1906, pero debemos redoblar esfuerzos en la lucha por la igualdad de género.

Se trata de una lucha que va más allá del derecho al voto. Necesitamos que todos los derechos de las mujeres se respeten plenamente y terminar con la desigualdad por razones de sexo en la dirección política de nuestro sistema de gobierno, así como transformar la conciencia social para terminar con la ideología y la organización patriarcal de nuestra sociedad.

Es la lucha para acabar con la discriminación, la opresión y la violencia contra la mujer en todos los órdenes de la vida, así como por socializar los derechos y deberes en el hogar hasta lograr el círculo virtuoso que fortalezca el desarrollo de la mujer en la búsqueda de nuevos paradigmas, pues en la familia es donde se reproduce el “machismo” y la marginación.

¡La mujer luchando y al mundo transformando!



« Redacción »