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Opinión Editorial


El Pacto Fiscal


Publicación:27-04-2020
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El Coronavirus como contingencia sanitaria ha generado escenarios inéditos.

El Coronavirus como contingencia sanitaria ha generado escenarios inéditos.  El concepto mismo de contingencia nos remite al carácter inesperado de un problema, esta imprevisibilidad exige una respuesta urgente no planeada con anterioridad. Esto ocurrió con la contingencia sanitaria en el ámbito  del presupuesto para este año, el presidente AMLO ha decidido seguir el plan original presupuestario elaborado durante el 2019, fortalecerlo más que modificarlo o adecuarlo para enfrentar la crisis emergente sanitaria del Covid19.

La Oposición, muy disminuida, pero a través de interlocutores de la sociedad civil,  han planteado la necesidad de un Pacto Nacional para hacer frente a la crisis económica asociada a la pandemia, pero nuestro Presidente de la República no requiere de pacto nacional alguno, el ganó con amplia mayoría, sigue teniendo gran aceptación y,  gracias a su voluntarismo político, no cederá un ápice a lo prometido en campaña, dándole continuidad así  a sus programas desde la Presidencia.

Qué  gobiernen con la Oposición los gobiernos débiles y sin respaldo social, AMLO no tiene necesidad de recibir el apoyo de aquéllos que no están de acuerdo con sus políticas, así que la inconformidad expresada por algunos gobernadores respecto a revisar el Pacto Fiscal, será una propuesta que considerada desde esta óptica de hacer gobierno, recibirá una respuesta fría por parte de la Federación.

Todo empezó, es un decir, porque el problema del centralismo fiscal, está asociado con una historia antigua respecto a las tendencias políticas derivadas de la fundación de la nación mexicana, donde como fuerzas contrapuestas, el centralismo y el federalismo han estado siempre en pugna; pero digamos que todo empezó, en el establecimiento de un pacto fiscal renovado en 1978, hace más de 40 años, que de acuerdo con los gobernadores entusiastas, requiere de una revisión para mejorarlo.

Esto último es una manera eufemística de plantearlo; en realidad el malestar se reactivó el año pasado a propósito de la elaboración del presupuesto para el 2020, donde las entidades federativas fueron castigadas con menos presupuesto para los estados y municipios. La lógica es muy sencilla, el que reparte el dinero se queda con la mejor parte  dice un proverbio popular, y así es y así será, ya que la Ley para la Coordinación Fiscal así lo establece.

La Federación se queda con el 80% y reparte a los estados y municipios un 20%; estos últimos tienen que aplicarse a cobrar sus propios impuestos de carácter estatal y municipal, para compensar sus gastos; generalmente no tienen mucho éxito en ello, ya que esto implica cierto desgaste político, especialmente el cobro del predial y la tenencia,  por ello, lo más cómodo ha sido estirar la mano y  esperar a que la Federación entregue las participaciones y aportaciones.

La dinámica política que anticipamos para este tema es poco halagüeña, ¿qué es lo que va a pasar? Los Estados quejosos van a insistir en que se revise el Pacto Fiscal, van a amagar con retirarse del mismo, van a seguir acusando a la Federación de maltrato y falta de sensibilidad hacia las entidades federativas; la Federación por su parte, va a ignorar en un principio, luego va a revirar con alguna acción coercitiva para que los gobernadores quejosos desistan. Seguramente la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda profundice en el análisis de las cuentas y manejos financieros de los gobernantes estatales. Si tienen cola que les pisen, fácilmente la Federación los conducirá por el camino de la sumisión; en caso de que los gobernadores estén libres de pecado, seguirán insistiendo  en su rebelión.

Los tiempos más idóneos para enarbolar esta bandera política ya lo definió otro entusiasta de revisar el Pacto Fiscal, el gobernador de Chihuahua, quién señaló que el momento preciso es después de las elecciones del 2021, considerando que la Oposición logre mejorar sus números en los escaños de la Cámara de Diputados  y, con ello, estar en mejor posibilidad de llevar a cabo una reforma fiscal necesaria para modificar la relación de las participaciones y aportaciones que reciben los estados y municipios.

La revisión del Pacto Fiscal se ha convertido en una bandera política de la Oposición que une a diferentes credos políticos, vemos así a gobernadores de todo tipo de afiliación política menos, por supuesto, de Morena, el partido del Presidente. Si esperan a que un pequeño grupo de gobernadores  espanten a nuestro Presidente, se equivocan; tenemos un Presidente muy voluntarioso, no se dobla fácilmente, no se moverá ni un ápice de sus proyectos de gobierno que fueron promesas de campaña, y se va a requerir más que un simple amague de estos gobernadores para dejar el Pacto Fiscal.

Nuestro Presidente se cuece aparte, y ya madrugó a los gobernadores, para cuando se dieron éstos cuenta de que en la repartición del presupuesto lo primero que se aseguró fueron los programas sociales de la 4T, la Cámara de Diputados ya había tamaleado todo, y así será para el presupuesto 2021, que nadie se sorprenda. La reacción de la Oposición fue muy tardía, solo logró diferir que la revocación/ratificación  de mandato fuera para el 2022, porque ya AMLO los estaba chamaqueando, solicitando que fuera también para el 2021, aprovechando que el Instituto Nacional Electoral, realizaría los gastos millonarios para las elecciones políticas de junio de 2021.

Si AMLO participará en las boletas del 2021, MORENA  vuelve a ganar la mayoría en la Cámara de Diputados; sin embargo, como nuestro Presidente no estará en esas boletas, MORENA  puede sucumbir a su propio síndrome de autodestrucción, por lo que AMLO, seguramente se vería precisado de prescindir de los servicios de tan novel  institución.

En Nuevo León, el gobernador del estado, no logra superar el fracaso de ser candidato a la presidencia de la república en el 2018; la peor decisión de su vida, que lo llevó a perder su muy alto capital político acumulado. Desde entonces AMLO se ha vuelto la sombra del recuerdo del fracaso del sueño guajiro de brincar de la gubernatura de Nuevo León a la presidencia de la república.  Los números de aquellas elecciones fueron humillantes para nuestro gobernador.

Desde entonces el gobernador de Nuevo León ha tratado de congraciarse con su otrora ex competidor a la presidencia  de la república. La estrategia no funcionó, el presidente de México le ha dicho que sí mil veces a las peticiones del gobernador nuevoleonés, pero no le ha dicho cuándo.  Tenemos así  a un gobernador que pasó de los sueños de grandeza, al tratar de ser presidente, a la humillación electoral reflejo de la decisión del pueblo de México; luego lo vimos en modo Pedinche, tratando de ganarse la buena voluntad de la 4T;  posteriormente la realidad lo volvió a golpear, despertó dándose cuenta que nunca le dirían que no a sus peticiones, pero tampoco le cumplirían y, sin falta de presupuesto, los proyectos del gobierno independiente se detendrían hasta el 2021; la respuesta a este despertar fue enérgica, ahora el gobernador de Nuevo León entró en modo Rebelde, y ya encontró la bandera que puede servirle para tal propósito: renegar del Pacto Fiscal.




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Arturo Delgado Moya

Arturo Delgado Moya


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