Un Día Internacional está vinculado a las principales acciones de la Organización de las Naciones Unidas, especialmente las que se refieren a la paz, derechos humanos, desarrollo sostenible, derecho internacional y ayuda humanitaria.

Estas fechas permiten sensibilizarnos sobre las grandes asignaturas sin resolver a fin de que los diferentes niveles de autoridad emprendan políticas públicas tendientes a la resolución de problemas.

Durante el mes de junio, ya lo comentaba en mi ejercicio editorial anterior, hay una serie de festividades ambientales como el 21 de junio, el Día del Sol, que además de representar el solsticio de verano y el cambio de estación, es una fecha que se aprovecha para promover energías sustentables y limpias y que al menos en México parece tener un serio revés por parte del gobierno federal.

El 24 de junio se celebra el Día Internacional contra la contaminación electromagnética; el día 28 es el Día Mundial del Árbol, fecha que nos permite recordar lo importante que son.

El árbol brinda servicios al planeta como la captura del carbono, protección de la biodiversidad y muy especialmente, mejora la calidad del aire.

Cada árbol absorbe anualmente 12 kilos de CO2 y exhala oxígeno suficiente para una familia de cuatro personas. En México, el Día del Árbol se celebra el 9 de julio.

El 29 de junio se conmemora el Día Internacional de los Trópicos, zonas que representan el 40 por ciento del globo terráqueo y albergan el 80 por ciento de la diversidad biológica del planeta.

Se trata del Trópico de Cáncer y el trópico de Capricornio, situados a 23° 27' de latitud norte y sur del Ecuador.

De acuerdo con la ONU, se estima que se necesitan 2.3 billones de dólares anuales para cubrir las necesidades de infraestructura en los trópicos para el año 2030.

Existe otro día internacional, el de la Gastronomía Sostenible, promulgado por la ONU en 2016 y que se conmemora el día 18.

Con esta fecha se busca promover hábitos alimenticios más respetuosos con el medio ambiente.

Y es que cada uno puede hacer algo desde el ámbito privado para conseguir esta gastronomía sostenible.

Así como poco a poco hemos ido reduciendo el uso de plásticos y apoyado al reciclaje podemos comprar productos de temporada, locales o a granel.

Lo importantes es evitar el desperdicio de alimentos y de este modo se derrochan menos recursos como agua, energía y trabajo.

Incluso, la gastronomía sostenible nos permite comer de un modo más sano y consumir sólo lo necesario, lo que se traduce también en ahorros a la economía personal y familiar.

Todas estas celebraciones deberían permitirnos reflexionar para que cada uno en lo individual podamos aportar nuestro granito de arena para dejar un mejor planeta a las generaciones futuras: lo mismo plantar un árbol y cuidarlo, fomentar el reciclaje y el ahorro de energía en el hogar, así como medir los consumos alimentarios.

Podemos dedicarle menos tiempo a bañarnos o al lavado de dientes, desconectar los aparatos eléctricos cuando no se utilicen, utilizar focos ahorradores de energía o separar la basura.

Recordemos que el desarrollo sustentable permite satisfacer nuestras necesidades del presente pero sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones.

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