banner edicion impresa

Opinión Editorial


Día de muertos


Publicación:01-11-2020
version androidversion iphone

++--

Y Xólotl, dios azteca y patrón del inframundo, le dio al xoloitzcuintlepara que lo acompañe en su viaje.

“La gente sólo muere cuando la olvidan”

Isabel Allende

 

La película “Coco” dio a conocer al mundo cómo es que los mexicanos hacemos de la muerte una fiesta y cómo nuestros seres queridos regresan un día al año de manera transitoria para convivir con los vivos y nutrirse de los alimentos dispuestos para ellos en altares.

Y cuando digo “dio a conocer”, lo digo más en un sentido figurativo, toda vez que el Día de Muertos es una celebración ancestral en que la familia organizaba una fiesta para guiar al difunto hacia el Mictlán.

Y Xólotl, dios azteca y patrón del inframundo, le dio al xoloitzcuintlepara que lo acompañe en su viaje.

Así como México es conocido por celebrar el Día de Muertos, Ecuador y Guatemala tienen eventos muy similares en su calendario; son rituales y ceremonias centradas en los alimentos y vinculadas con los antepasados; hay visitas a los camposantos, flores y cometas, estos últimos utilizados como mensajería entre vivos y muertos.

Corea del Sur celebra en marzo el “Taeborum” y a mediados de año en Tailandia se organiza el festival Phi Ta Kon.

Japónvive en agosto su celebración a los muertos llamada “Obon” y en septiembre, India lleva a cabo su “PitruPaksha”, mientras que Irlanda tiene su “Samhain” en noviembre, aunque este ritual es más parecido al Halloween.

Por lo que se refiere a México, la festividad de Día de Muertos fue declarada en 2008 patrimonio cultural inmaterial de la humanidad por parte de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).

Pero este 2020, la celebración tiene una connotación hartamente dolorosa, es una herida a flor de piel para quienes  han perdido a un ser querido en esta pandemia Sars-Cov2.

La cantidad de fallecidos supera los 91 mil en nuestro país. Y sí, la muerte es canija porque se lleva a quienes amamos.

Dice bien Octavio Paz cuando señala que “la indiferencia del mexicano ante la muerte se nutre de su indiferencia ante la vida”.

Sólo así se entiende que pese a la temeraria estadística sigamos retando al coronavirussin importar la medida restrictiva que se imponga, ni los decretos que se publiquen o que la capacidad hospitalaria se vaya saturando.

Por eso este 2 de noviembre es especial y diferente. Y debería ser más un llamado a la reflexión y a la conciencia colectiva de actuar para aplanar la curva de contagios.

No le repito el rosario de recomendaciones emitidas por la autoridad, creo que ya todos las conocemos y sería un buen momento para escuchar, atender y actuar; no caer en la sordera que culmina en luto.

Me queda claro que el hombre es un ser gregario que extraña la comuna y que ya han pasado más de seis meses de aislamiento, pero hay que sacar fortaleza para seguir aguantando.

La festividad del Día de Muertos, si hemos de llamarla así, debería ser más un modo de honrar a los que se nos adelantan.

El modo de enaltecer a los que ya no están debería ser vivir intensamente la vida, pero de un modo seguro, consciente, de preocupación y ocupación por la salud propia  y la de los demás.

Cierro mi ejercicio editorial con una frase de Bob Dylan, que aunque emergió para un tema de paz, aplica para la coyuntura de la pandemia: “Cuántas muertes más serán necesarias para darnos cuenta de que ya han sido demasiadas”. En nosotros está la respuesta.




« El Porvenir »