banner edicion impresa

Opinión Columna


Después de la explosión… el silencio


Publicación:17-07-2019
version androidversion iphone

++--

La idea de luchar porque nadie tuviera que volver a vivir lo que habían vivido ellos, lo acompaña en su labor a favor del desarme nuclear.

 

El pasado domingo 7 de julio tuvo lugar la conferencia “Nagasaki, testimonio de un sobreviviente” a cargo de Yasuaki Yamashita, en el marco del Festival Tanabata 2019 de la Asociación México Japonesa del Noreste, A.C. en Monterrey Nuevo León, México.


En este momento podríamos colocar aquí las ideas centrales de la conferencia, los detalles narrados entorno a ese terrible 6 de agosto de 1945, sus efectos inmediatos y posteriores, la incansable labor de reconstrucción y la lucha por evitar las armas nucleares.


No hay palabras suficientes -como lo comentó Yamashita san- para describir el horror de aquello vivido; no hay forma de imaginar, de comparar o metabolizar la experiencia de dicha explosión. Era algo inédito. Ni quienes lanzaron las bombas, ni quienes las recibieron sabían el alcance de aquello. El conferencista mencionó algunas metáforas, como aquella de miles de rayos descargados en un segundo, ninguna de ellas transmitía una descripción precisa, pero al ser poesía, hacían resonar, sacudir nuestros cuerpos. Las palabras tomaban forma de escalofrío.


Después de la explosión…fue el silencio, la nada, la ausencia de algo -comentó. El color se había ido. A final, alguien del público le preguntó ¿en qué había pensado para seguir adelante? No pensé en nada -contestó en un perfecto castellano- al menos no recuerdo haber pensando en algo, solo seguí, sobrevivir, continuamos; no pensábamos en nada, en algo específico. Sentimos algo más allá del dolor, del sufrimiento, teníamos hambre; aquello era un horror; no hay palabras suficientes para describir lo que vimos en las calles, como la gente deambulaba sin sentido, sus cuerpos; no había vida.


Entre el conferencista y quienes atentos le escuchábamos, un silencio, algo intraducible, intransmisible. ¿Cómo dar cuenta de ese horror? ¿Cómo contar algo inédito? ¿Algo más allá de todo referente? Un epicentro de sentido se abría entre nosotros.


Si acaso el silencio, las pausas, la mirada entre sombras, el timbre de la voz… Eso sin letras, ni nombres, eso no articulado en discurso, lo real -diría Jacques Lacan- el mismo Yamashita san de pie, acompañándonos con su narración de cuando sólo tenía 6 años; juntando sus manos para agarrar el micrófono, como en gesto de plegaria, lograban capturar algo de lo imposible, eso que resuena, resiste y persiste.


“Descubrí que mientras hablaba y compartía mi experiencia, algo del dolor que sentía dentro de mí, se calmaba, disminuía” – declaró. La idea de luchar porque nadie tuviera que volver a vivir lo que habían vivido ellos, lo acompaña en su labor a favor del desarme nuclear.


camilormz@gmail.com



« Redacción »
Camilo Ramírez Garza


Publicaciones del autor