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Opinión Columna


Bahía de Banderas: nuevo amanecer


Publicación:31-07-2019
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Durante décadas, el turismo nacional ha generado divisas, pero no es suficiente para impulsar un nuevo rumbo

 

Con gratitud a mis amigos de Sayulita: Rodrigo Peña Ramos y Ruperto Rodríguez Ávalos (QEPD).

En días pasados visité un pueblo enclavado en las costas paradisíacas de Nayarit, (San Pancho), localizado en la región de Bahía de Banderas, lugar de enormes riquezas naturales, enmarcado por la abrupta cordillera de la Sierra Madre Occidental y bañada por las aguas templadas del Océano Pacífico, frente a las Islas Marietas y el archipiélago de Islas Marías y Revillagigedo. Es el paso de la ballena gris y especies altamente migratorias (el atún de aleta amarilla). Región de tradiciones culturales prehispánicas: coras, huicholes, tepehuanes y mexicaneros. Su clima evoca la "tierra pródiga" y "la consagración de la primavera". Zona de héroes y poetas como Amado Nervo y Juan Escutia.


En el siglo XVI surcaron sus aguas navegantes españoles para descubrir la "Mar del Sur", ruta hacia las "Islas Molucas": Vasco Núñez de Balboa, Hernán Cortés, Andrés de Urdaneta descubridor de la Ruta del "Tornaviaje" para establecer la empresa comercial de la Nao de China o de Manila con México, que funcionó por más de 200 años entre San Blas y Acapulco.


"San Pancho", Nayarit, testigo de trabajos y anhelos de mi primera juventud. Coordinando proyectos pesqueros, con técnicas artesanales llamadas "almadrabas" con la cooperación de mi amigo Rodrigo Peña Ramos. Estableciendo una dinámica industria procesadora de productos marinos, un museo regional del mar especialmente de la ballena gris, un jardín botánico en cooperación con instituciones de pesca japonesas con el apoyo invaluable de Luis Kasuga Osaka. Vi con tristeza que ¡ya nada es igual!, todo fue destruido. "Todo lo sólido se desvaneció en el aire", quedaron reminiscencias, como los nombres de las calles (Tercer Mundo) y el nombre de la plaza (Solidaridad). Algunas personas que me reconocieron como Angélica Contreras, cariñosamente con gratitud recordaron el pasado. Le dije: el pretérito ya no existe, ya pasó. El futuro ya vendrá, lo importante es el hoy y el aquí, manténganse unidos con fe y esperanza en un nuevo amanecer.


La Riviera Nayarit es la esperanza para un nuevo impulso y voluntad del Estado mexicano con planes y proyectos para detonar la creación de servicios y hotelería de nivel mundial. Desde el Río Ameca, pasando por Punta Mita con la creación de un boulevard turístico desde Compostela, Sayulita, Bucerías, San Pancho rematando en el Puerto de San Blas, primer puerto en el Pacífico (fundado en 1531 por Nuño de Guzmán), por aquí pasó Fray Junípero Serra, integrador de las Californias. Conocí a paso redoblado la Universidad Tecnológica de Bahía de Banderas. Me llenó de alegría, por su construcción en proceso del Hotel Escuela que será única en América Latina, basada en un modelo francés, cuyo objetivo es la profesionalización de los prestadores de servicios turísticos de la zona.


Recabé noticias y comentarios que se esperan proyectos de inversiones para la construcción de hoteles con más de 10 mil cuartos, inversiones en infraestructura, con más de 60 mil millones de pesos para establecer cadenas hoteleras de lujo reconocidas mundialmente, así como cruceros.


Durante décadas, el turismo nacional ha generado divisas, pero no es suficiente para impulsar un nuevo rumbo y su contribución al desarrollo económico de esta región y del país, pensando en el bienestar de su población con una equitativa distribución del ingreso y creación de empleos bien remunerados. Según estadísticas en 2018 la derrama económica de este destino alcanzó 600 millones de dólares.


Esta región es espacio idóneo para atraer inversiones públicas y privadas, tanto mexicanas como extranjeras, impulsando proyectos robustos con visión de futuro, integrando a las Islas Marías (que ya no son presidio) y Revillagigedo para un turismo moderno de alta calidad que respete el medio ambiente e impulsando actividades oceanográficas de los nuevos pasajeros trasatlánticos del siglo XXI en la Zona Económica Exclusiva, (3.5 millones de kilómetros cuadrados).



« Redacción »