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Opinión Editorial


Atender violencia de género es actividad esencial


Publicación:15-07-2020
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Las mujeres mexicanas, y seguramente las de todo el mundo, estamos indignadas ante la violencia de género que se ha exacerbado

Hay dos cifras que van al alta, resultado de dos lamentables pandemias: las personas afectadas por el COVID y por la violencia de género. Tenemos la seguridad que el gobierno está trabajando para abatir el virus, pero no tenemos la seguridad de hacerlo para la violencia.

Las mujeres mexicanas, y seguramente las de todo el mundo, estamos indignadas ante la violencia de género que se ha exacerbado en dimensiones críticas. 

Las agresiones se realizan en todos los lugares, pero ahora por la exigencia de resguardo domiciliario que favorece el consumo de alcohol, se ha reflejado un incremento significativo de abusos en el hogar. Mujeres de todas las edades, incluyendo niñas y adolescentes, son candidatas y víctimas de esta violencia de los machos.

En Nuevo León, la población atendida en los centros Puerta Violeta, espacios creados por Alternativas Pacíficas, Consejo Nuevo León y el Gobierno del Estado para atención a mujeres que sufren violencia, creció de 450 casos a mil 99 de mayo a junio. Solo en el mes de junio, hubo un incremento del 60 por ciento.

Naciones Unidas se unió a la voz de urgencia de atender esta situación al señalar que el confinamiento de la pandemia ha producido un dramático aumento en las agresiones en los domicilios, incluyendo feminicidios y ataques sexuales. “La menor intervención policial, el cierre de juzgados, refugios y servicios esenciales para las víctimas han protegido a los perpetradores y han agraviado los riesgos que afrontan mujeres y niñas”, señala un comunicado de este organismo.

Es increíble que aunado al dolor que ha provocado la pandemia, se tenga que luchar, en condiciones limitadas (más), para atender los casos presentados. 

Imagino lo aterrador que debe ser tener al perpetrador en casa. La vulnerabilidad se ve agravada en situaciones de crisis. Y es lamentable que ante el coronavirus pareciera que la violencia no tiene la misma prioridad para ser atendida, en comparación con las situaciones sanitarias y de economía. 

La violencia de las mujeres y niñas es la violación más grave a sus derechos humanos. La desigualdad de género estimula la discriminación, acrecienta el poder percibido de los hombres hacia las mujeres y nos coloca en una situación de inferioridad y vulnerabilidad. 

Las preguntas son, ¿qué hacer?, ¿qué pedimos? 

Aquí y ahora, en la pandemia la petición puntual para las autoridades y centros de apoyo es abrir más espacios y ampliar horarios de atención y dar respuesta inmediata a los reportes que se reciban. Esto también es una actividad esencial que urge atender. 

Así mismo, establecer redes de ayuda entre las mujeres para estar atentas a situaciones agresivas. Tal vez hacer una llamada, con la frecuencia necesaria, a quienes ya se tiene el dato que padecen violencia, sólo para verificar que se encuentran bien. Estar al pendiente de vecinos agresivos para reportar cualquier acto provocador que se pudiera extender hacia el interior de la familia.

De manera permanente y sostenible, atender la violencia de género sin impunidad; dejar de encubrir casos, tener leyes justas, que nos protejan. Vivir en dignidad.

Tener un gobierno sensible y proactivo al tema, que vaya más allá del discurso. Abolir trata y explotación sexual, que ofrezca apoyo a las víctimas con refugios. Romper círculos perversos de traficantes, secuestradores y asesinos. Planes concretos para frenar y castigar la violencia.

Contar con las mismas condiciones laborales, y espacios de participación que tienen los varones. Oficios libres de censura de género en todas las áreas. En las empresas y organizaciones, protocolos y sanciones claras contra el acoso y violencia. Apoyos empresariales para madres que trabajan, desde lactarios hasta horarios diferenciados y con flexibilidad.

Fomentar una cultura basada en el respeto, paz, equidad y paridad que permita cambiar creencias y actitudes.

Contar con seguridad en todas las áreas, en transporte y espacios público. Restituir guarderías y centros de atención a la violencia. 

Garantizar la libertad de acción y decisión. Poder alzar la voz sin tener miedo a represalias o tener que evitar lo políticamente incorrecto.

Mamás y familias con conciencia de género para promover nuevas masculinidades. Principio de responsabilidad compartida en el hogar. Dejar de ser invisibles. Quitar etiquetas extras que se añaden por la discapacidad, origen étnico o pobreza.

Medios informativos y las redes sociales con códigos de ética que incluyan perspectiva de género para la cobertura y redacción de notas contra la violencia hacia las mujeres. No permitir la publicación de fotos ni reportajes que despierten el morbo y estimulen ideas violentas.

Más allá COVID, la agenda feminista sigue abierta por un despertar de paz. La violencia de género no es un tema que pueda esperar. Aún y con crisis, se debe atender con urgencia. 

Sororidad ante todo.

Leticia Treviño es académica con especialidad en educación, comunicación y temas sociales, leticiatrevino3@gmail.com



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