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Opinión Columna


Arturo, la amistad y los sueños


Publicación:13-02-2020
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Llevaba  mis audífonos puestos, escuchaba música ya que el vuelo sería largo, Cd Juárez - Monterrey;  yo venía en la ventanilla,  Arturo,  mi amigo, en el pasillo. En medio estaba ella,  muerta de risa, debido a la cantidad ocurrencias y simplezas que solía contar él.  

Por un momento me olvidé  de ellos,  al oído me cantaba Louis Armstrong y  por la ventana  veía el cielo azul y  algunas  nubes blancas que se despedían para dar la bienvenida a la sagrada noche, tal como la canción que escuchaba:  “What a Wonderful World”. Al voltear a verlos,  ella,  mi novia, ya dormía en  el hombro de Arturo.

En este mes  de febrero, en estos días en  que la mercadotecnia celebrará el día del “Amor y la Amistad”, me acordé de aquel momento porque soñé a mi entrañable amigo Arturo. Recuerdo con gran nostalgia ese viaje, pues veníamos de presentar una obra que produje, “Cama para tres”,  de otro gran  amigo, Humberto Robles.

Respecto al sueño que tuve fue muy raro, como creo que son los sueños de cualquier persona, por lo general no tienen una línea del tiempo, ni un espacio determinado y aparecen personajes inesperados; como en mi sueño, en el que apareció el mismísimo presidente AMLO y la Secretaria de Gobernación,  Olga Sánchez Cordero.

En el pasaje que soñé, Arturo estaba en una playa sola, caminaba y  yo lo seguía  sin  que él se diera cuenta. Al final de su recorrido él se detenía junto a una fogata y se sentaba, entonces  empezaba a fumar un cigarro de esos verdes que dan risa. Para mi sorpresa,  ahí estaba ella también, con su pelo cano y vestidos los dos de blanco; no era mi exnovia, sino la exministra. Riendo y fumando con Arturo: ¡Doña Olga Sánchez Cordero! Quizás el sueño era en  el futuro donde ya estaba legalizada la mariguana.

Después en el sueño veía que en el   mar flotaba una  botella con un papel adentro, me acercaba a la orilla,  pero no la podía alcanzar pues las olas se la llevaban. Finalmente, cuando  pude sacarla, dentro venía una nota escrita con sangre fresca, la cual  decía: “Feliz día del Amor y  Amistad”,  “Abrazos y no balazos”. Cuando alcé mis ojos al horizonte,  al mar, venía caminado por encima de las olas  un hombre grande, de pelo blanco y aunque el mar estaba picado, él llego a la orilla  para juntarse con los dos alrededor de la fogata… era el mismísimo presidente. Los tres como grandes amigos.

Me desperté riendo,  hace mucho que no despertaba entre risas. Recordaba la última imagen de mi sueño: Arturo, la ex ministra y AMLO  . Inevitablemente me invadió la idea de que sin duda, de una u otra manera este sueño era obra de él, de mi amigo Arturo, pues recordé tantas locuras que solía hacer, lo sufrían  y lo gozaban en la obra sus compañeros ,  (Ricardo, Víctor  y mi ex novia )cambiaba  los  diálogos  y los trazos.

Sin duda nuestra relación fue una amistad a prueba de todo.  Desgraciadamente  la temporada de la obra terminó, después de unos meses de ese viaje  él regresó al DF y ya no volví a tener contacto con él sino hasta en su viaje final, para no retornar;  mi exnovia  también se fue cuando cayó el telón de la obra.

Hoy, con el paso del tiempo  y con este sueño  que considero vienen del más allá, producto de una broma más del  mágico  Arturo,  reflexiono sobre los conceptos de  “amor” y “amistad” vigentes en estos días. 

Caigo en cuenta de que las maneras como llegan  el  amor y  la amistad  son impredecibles e inesperadas, pues  cuando mi amigo se escapaba una noche de este mundo,  ella   estaba ahí,  llorando conmigo. En esos días de despedida de  Arturo, conocí  en el hospital a quien   se convirtió en la madre de mis hijos: Isa quien me regalo su amor.

 



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