banner edicion impresa

Opinión Editorial


Arrogancia y confianza peligrosas


Publicación:29-07-2020
version androidversion iphone

++--

La arrogancia peligrosa es una posición pre-potente que sostiene una serie de premisas entorno una supuesta superioridad

En estos tiempos de pandemia, por el virus SARS-Cov-2, que ocasiona la enfermedad de Covid-19, se presentan diversas posiciones - que ya hemos ido comentando en este espacio- entre ellas, dos sumamente peligrosas, generadoras de contagios masivos: la arrogancia y el exceso de confianza. 

La arrogancia peligrosa es una posición pre-potente que sostiene una serie de premisas entorno una supuesta superioridad (física, mental, económica, de información…) con respecto a los demás, aderezadas por una profunda ignorancia sobre cuestiones elementales, en este caso de biología y fisiología humana, expresada en las siguientes frases: “A mí no me hará nada ese virus, es más, me la pela”, “Todo esto es una invención de gobiernos que quieren manipularnos, yo no me voy a dejar”, “Yo hago ejercicio y como muy bien, a mí no me hará nada ese pinche virus”, “Eso es para los trabajadores, los jodidos que tienen que trabajar, y los ancianos; yo no creo en eso; que se cuiden los jodidos”, “Yo voy a seguir saliendo y haciendo lo que quiera; no voy a tomar medidas, ni siguiera los gobiernos se ponen de acuerdo”, “Además, si se tienen que morir algunos, pues que se mueran, así es la vida, así es la selección natural, solo los más fuertes sobrevivirán”, “Me merezco salir, salir a divertirme, que el mundo gire”, etc. Entre las más características. 

Son personas que van por la vida creyendo que, si hacen como que lo saben todo, que no tienen miedo, que no tienen dudas, que no se enferman, que no envejecen, es igual a ser muy poderosos; son prepotentes porque no pueden ser potentes y por lo tanto en su pensamiento simplista lineal, creen que si manifiestan dudas, miedo, fragilidad, tristeza es igual a ser débiles, pequeños, rivales fácil de vencer por los más poderosos. En el caso de vivir una experiencia de pérdida, confrontados con las propias carencias, nuca será una falla de ellos, sino de alguien más, de los débiles que no les informaron a tiempo; reaccionando, en muchos casos, con agresividad.

Por su parte el exceso de confianza, derivado de la familiaridad entre personas, es igualmente peligroso para producir contagios exponenciales durante una pandemia, ya que al considerar que precisamente por tratarse de amigos y familiares con quien se tiene un vínculo íntimo de amor y simpatía, estos no podrían ser fuente y vías de contagio -por un cierto pensamiento mágico: “A mí no creo que me suceda”, “Es mi amigo”, “Es mi mamá, se trata de mi papá…”, “¿Cómo va a tener coronavirus ella?”, “¡No puedo infectar a mis hijos a mis amigos, si los quiero mucho!”, “¡Somos camaradas!”, “¡Somos novios, no nos podemos contagiar!, “¡Vamos a salir a divertirnos un rato, a desestresarnos!”, “No pasa nada”, etc. 

En esas premisas vemos como en la posición de exceso de confianza el pensamiento lógico y crítico igualmente se suspende como en la arrogancia, solo que en este caso es precisamente por pensar que si se siente bien entonces es seguro, es verdadero. Justamente en tiempos históricos en los que el lugar de la verdad ha sido sustituido por el sentir, lo políticamente correcto, pareciera que las mediadas de seguridad ante una pandemia dependen más de creencias y posiciones ideológico-políticas, que de la evidencia científica de cómo se comporta realmente un virus, cómo se transmite, qué hace dentro del organismo huésped, cómo evitar su contagio, cómo confeccionar vacunas y tratamientos, etc.

Podríamos decir que al pretender mantener al ser querido, “protegido”, al menos en nuestro pensamiento, creyendo que no es posible que tengan el virus y que nos contagie o nosotros a ellos, pues se trata de personas que estimamos y sufriríamos muchos si algo les pasara, entramos en contacto a través de una negación y de manera más directa, sin tantas precauciones, pues “Otros se contagian, yo no, nosotros no, no lo creo”. Gracias a lo cual, se estarían aumentando aún más el riesgo, es decir, la probabilidad de contagio. Incluso quienes, recordando la influenza H1N1 de hace poco más de 10 años, sostiene ahora: “¿Te acuerdas cómo andábamos asustados en aquel tiempo y no nos pasó nada, así igual ahora, no creo que nos pase nada?”

Instagram: camilo_e_ramirez 



« El Porvenir »