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Sigue Juchitán sin dinero para levantarse

Sigue Juchitán sin dinero para levantarse
Tres años después de los sismos, las cosas no han cambiado en Juchitán.

Publicación:07-09-2020
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Con la llegada del Covid, el Programa Nacional de Reconstrucción tiene suspendidas las operaciones

A tres años de que la tierra se fracturara con una fuerza de 8.2 grados, a las 23:49 horas del 7 de septiembre, Marión Angélica Ferra Moreno aún vive en un espacio improvisado.

En su pequeña vivienda, la cama, dos mecedoras, el clóset sin puerta, zapatos, dos sillas de madera y una de plástico crean un escenario hacinado y colorido que se ilumina con la luz del sol que penetra sin dificultad por donde antes estaba el techo, que no resistió el terremoto y que ahora muestra nubes blancas.

Vendedora de ropa y joyería de fantasía en un tianguis que hasta antes de la llegada del Covid-19 recorría las poblaciones del Istmo de Tehuantepec, Marión cuenta que tras el sismo el gobierno de Enrique Peña Nieto le dio 15 mil pesos por la clasificación de daño parcial de su vivienda, lo que no le alcanzó para reconstruir.

"El año pasado vinieron unos técnicos y dijeron que van a darme otro apoyo de parte del gobierno de [Andrés Manuel] López Obrador, pero no me han hablado. Espero que no me olviden", lamenta la mujer.

Marión no es la única que, tras el sismo, vive en espacios improvisados y que no ha podido reconstruir su vivienda. Hay cientos o quizá miles de vecinos que permanecen bajo lonas colgadas en los patios, en tiendas de campaña o casas de lámina que donaron fundaciones extranjeras.

La escena es similar en cualquier rumbo de la ciudad. Se observan casas a medio construir, con puertas y ventanas protegidas con tablas.

Han pasado tres años desde la noche en que la zona fue sacudida por el terremoto, el cual derrumbó viviendas, escuelas, edificios públicos, monumentos históricos y locales comerciales. También causó la muerte de 78 oaxaqueños.

Pese a la situación, el Programa Nacional de Reconstrucción (PNR), que de por sí avanzaba con desesperante lentitud desde fines de 2018, con la llegada del Covid-19 suspendió sus operaciones desde marzo pasado.

A 36 meses de aquella noche de destrucción, una como no habían experimentado los istmeños en casi 100 años, las calles del centro de Juchitán aún están salpicadas de escombros y materiales de construcción, como arena y grava, testimonios todos de una ciudad que aún está lejana de levantarse por completo.

CATÁSTROFE ARQUITECTÓNICA Y CULTURAL

Entre las casas que siguen en obra destacan algunas que dejarán de ser viviendas para convertirse en locales comerciales, transformando al Juchitán tradicional.

"El terremoto nos dejó daños severos en nuestras vidas. Fue una catástrofe arquitectónica que se aceleró con las políticas del gobierno federal de ese momento, cuando apostaron a derribar viviendas y retirar escombros como un grosero negocio.

"En lugar de salvar las casas vernáculas, las tiraron", comenta el arquitecto especialista en casas tradicionales Elvis Jiménez.

Señala que para las familias juchitecas el terremoto fue una catástrofe cultural, pues con la destrucción de las viviendas se extinguieron los espacios construidos exprofeso para los rituales zapotecos, como los rezos, relevo de mayordomías, velorios y fiestas.

"Todos esos rituales corren el peligro de quedar en el olvido porque las casas que se empezaron a construir después del sismo son pequeñas, bajitas y no tienen los amplios corredores.

"Antes del terremoto te recibía la mesa del santo, donde se sellaban los compromisos tradicionales, como los bautizos, el matrimonio y festividades de 15 años, entre otros. Ahora, lo hace el televisor", describe.

Cifras oficiales, que en su momento dio a conocer la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu), indican que el sismo colapsó en esta ciudad a unas 6 mil viviendas vernáculas.

La mitad de ellas podrían haber sido restauradas, pero el gobierno federal optó por demoler todas y benefició a las empresas que cobraron hasta por el acarreo de los escombros: "Fue un gran negocio", acusa el arquitecto.

De esas 6 mil viviendas, el especialista comenta que sólo unas 100 casas tradicionales volvieron a recuperar su esplendor. Las demás desaparecieron.

En total, entre Juchitán, Tehuantepec, San Blas Atempa, Santa María Xadani, Ciudad Ixtepec, Unión Hidalgo, así como Asunción Ixtaltepec, los municipios más golpeados por el terremoto, el experto calcula que se perdieron unas 12 mil viviendas tradicionales de tejavana.

Tres años sin hogar. A pesar de que el actual gobierno federal autorizó 5 mil millones de pesos del Programa Nacional de Reconstrucción (PNR) para las regiones oaxaqueñas afectadas por los sismos de 2017, el proceso de reconstrucción no avanza, admite el diputado local Pavel Meléndez Cruz.

Como presidente de la Comisión Especial de Reconstrucción de la 64 Legislatura, el morenista dijo que en sus recorridos por las zonas dañadas, lo mismo en el Istmo que en la Costa, como en la Mixteca y la Sierra Sur, enfrenta el reclamo y la molestia de los damnificados, quienes piden la liberación de recursos.

Según Sedatu, explica, en el tema de vivienda hay un avance de 70%, es decir, de cada 10 personas que perdieron su casa, tres continúan sin hogar.



« El Universal »