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Hay una"nueva normalidad" de cruzar a EU

Hay unanueva normalidad de cruzar a EU
Las personas que hacen fila, en su mayoría viven en México y trabajan en Estados Unidos

Publicación:21-05-2020
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Desde que fue declarada la pandemia por el Covid-19 el gobierno estadounidense anunció restricciones en los puertos fronterizos

TIJUANA, BC..- No son ni las tres de la mañana y alrededor de 500 personas duermen dentro de sus autos, uno tras otro, en las filas de espera para cruzar de Tijuana hacia Estados Unidos; algunos arribaron desde la noche anterior para asegurarse de ser de los primeros en ingresar al otro lado de la frontera y llegar a tiempo a sus trabajos. Desde que fue declarada la pandemia por el Covid-19 el gobierno estadounidense anunció restricciones en los puertos fronterizos para entrar a su territorio. Además de suspender los ingresos no esenciales cambió los horarios de operación en las garitas, como la de Mesa de Otay, que funcionaba las 24 horas del día y ahora opera de las 6:00 a las 22:00 horas. La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés) reportó que con las restricciones el cruce diario en esa garita se redujo a 42 mil vehículos y 14 mil a pie, 52% y 76% menos que antes del cierre de cruces no esenciales. Es de madrugada, ni siquiera hay luz. Sobre el asfalto, filas y filas de vehículos con una, dos o más personas que dentro duermen. Entre los cientos de coches hay un silencio casi sepulcral que apenas lo rompe un bote de aluminio que es arrastrado por el aire y uno que otro aullido que logra traspasar los vidrios de los autos. En el interior de los coches hay cobijas, pijamas o uniformes; ojos cerrados, casi todos duermen, aunque alguno que otro, los menos, están despiertos. Jorge es uno de ellos. De sus 35 años, 15 se le han ido en atravesar y regresar entre un país y otro. Antes cruzaba por la garita San Ysidro, cuenta, pero ahora, desde que fue declarada la pandemia todo cambió. Dice que este nivel de restricciones, que llevan a la gente a dormir en sus autos, lo vivió sólo una vez hace años, después del atentado a las torres gemelas, en septiembre de 2001. Relata que todas las noches se levanta en su casa a la una o dos de la mañana. En 30 minutos, no más, ya está en la fila para cruzar. Apaga el motor de su Jetta azul, se cobija, programa su alarma a las 6:00 horas y, cuando suena, abre los ojos e intenta despabilarse con apenas tres o cuatro horas de sueño. Atraviesa en menos de una hora y llega a tiempo a su trabajo, donde debe estar antes de las 8:00 horas. "No puedo hablar por ellos —el resto de las personas que hacen fila y en su mayoría viven en México y trabajan en Estados Unidos, los llamados commuters— pero estoy casi seguro de que todos hacemos este sacrificio porque sí, hay un tema económico, pero en mi caso tengo a mi familia y no me puedo dar el lujo de no ver por ellos", cuenta.


« El Universal »