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Fallan los protocolos en la prevención de feminicidios

Fallan los protocolos en la prevención de feminicidios
Exigen justicia.

Publicación:05-07-2020
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"Hay agentes de los ministerios públicos, jueces y personal institucional que no acepta el tema del feminicidio"

Ciudad de México.-Mientras Sara veía la noticia del feminicidio de Ingrid Escamilla, su pareja le mostró las fotografías de la mujer desollada: "Se ve padre, ¿no?", le dijo. Sus compañeros de trabajo, preocupados por la vida de Sara y con la intención de que "se diera cuenta", le enviaron el video en el que el presunto asesino y esposo de Ingrid confiesa el crimen.

En menos de seis meses Sara sufrió dos intentos de feminicidio por parte de su pareja, Marco. Las imágenes y videos de Ingrid no concientizaron a la mujer de 33 años; al contrario, la aterrorizaron más, pues se dio cuenta de que su pareja y el hombre que aparece en los videos compartían una tranquilidad inexplicable.

Los nombres reales de Sara y Marco se omitieron por razones de seguridad de la víctima y para respetar la presunción de inocencia del caso abierto en tribunales de la Ciudad de México.

Sara vivía bajo terror y amenazas de Marco. Gradualmente él le quitó su carro, su identidad digital, las llaves de su casa, se apropió de su dinero y sus cuentas bancarias, le negaba la comida, la aisló de su familia y amistades, espiaba cada paso que daba, le hizo creer que estaba sola en el mundo, que era tonta y le profería una serie de insultos clasistas. Sicológicamente estaba desarmada para dejar esa relación. Físicamente vivía aislada con él en una casa que la hacia una presa en el poniente de la Ciudad. Además, Marco utilizaba a su familia y a su hija, una niña de 14 años, como espías para vigilarla.

Aunque ambos trabajan en una firma de contadores, conforme avanzó la relación ella se percató de que el sujeto de 32 años presuntamente se dedicaba a hacer fraudes bancarios. En febrero pasado, la mujer, su pareja y la familia de él rentaron una casa de descanso en Morelos a un familiar del sujeto. Lo que debía ser un fin de semana relajado marcó la vida de Sara para siempre.

La primera noche salieron a tomar a un bar. Ahí, el hombre la presionó para que bebiera un vaso de whisky. De camino a la casa se detuvieron a comprar agua en una tienda, del carro ella se bajó con la hija de Marco y en la fila unos hombres le dijeron: "Buenas noches". De vuelta en el auto, la menor inventó que la mujer había intercambiado tarjetas con varios hombres como coqueteo y eso desató la furia del agresor.

Lo siguiente que recuerda Sara es despertar tirada en el suelo de la cocina, sin varios dientes, con la quijada deshecha, golpeada y en un charco de sangre. La versión que su suegra comenzó a sembrarle en la mente era que se había "caído de las escaleras". La llevaron a una clínica donde sólo le cosieron la herida exterior de la mandíbula. Cuando le preguntaron qué le había sucedido, no supo qué responder, el hermano de Marco contestó que se cayó.

Cuando vieron que la mujer no paraba de dolerse, regresaron a la Ciudad de México, intentaron tranquilizarla con un baño, pero no paraba de vomitar y desmayarse. Acabó atendida en un hospital privado de la capital del país por fractura y contusiones. El médico le dijo a los familiares que pudo haber muerto de una infección por haberla mantenido tantas horas sin atención.

De no haber registrado el primer ataque físico como una caída de las escaleras, el caso de Sara habría sido parte del numeral 5.10 de la Norma Oficial Mexicana (NOM) 046, que solicita a las instituciones de salud públicas o privadas avisar al Ministerio Público de personas que lleguen lesionadas por violencia familiar o sexual e iniciar una averiguación. Se solicitó la postura de Karla Berdichevksy, directora del Centro Nacional de Equidad de Género y Salud Reproductiva, pero no se obtuvo una respuesta.

El cumplimiento de la NOM, a su vez, es parte de la Alerta de Violencia de Género firmada en noviembre de 2019 por Claudia Sheinbaum Pardo, jefa de Gobierno de la Ciudad de México. Para Marcela Lagarde, antropóloga y quien acuñó el término de feminicidio en la legislación mexicana en 2007, la clave para que los protocolos funcionen está en la formación del personal médico e institucional en contacto con víctimas mujeres y niñas.

"No se trata de que tengan una leve capacitación, sino que tengan una profunda formación profesional con perspectiva de género", dijo la experta. Para Emanuela Borzacchiello, integrante del Comité de Seguimiento de la Alerta de Violencia de Género para la Ciudad de México, otro de los problemas es la ausencia de un medidor de riesgo de las mujeres que ingresan al hospital con lesiones.

"El problema es que ni [la unidad] de Servicios Especializados para la Atención de la Violencia de Género (Sepavige) ni la Secretaría de Salud, ni el Ministerio Público, ni la fiscalía tienen una tabla de medición. Es medido a discrecionalidad del operador sanitario o del agente del MP", explicó.

En ese año y en lo que va de 2020, a nivel nacional nueve de cada 10 personas que acudieron a un hospital por lesiones provocadas por violencia familiar fueron mujeres. En 2019 fueron 78 mil 367 y en 2020 van 18 mil 546 hasta el corte del 13 junio, según datos del Boletín Epidemiológico del Sistema Nacional de Vigilancia Epidemiológica de la Secretaría de Salud.

El día que Sara "se cayó de las escaleras", su familia comenzó a monitorearla y a crear una red de apoyo para que lograra salir de esa relación. "Él y su familia siempre me dijeron que me caí de las escaleras por borracha, que quise escapar con un hombre o que un fantasma me había empujado", contó la víctima.

El segundo intento de su pareja por asesinarla ocurrió el 22 de marzo pasado, ya en plena pandemia. Estaban aseando la casa cuando comenzaron las agresiones. En el momento en el que sus familiares recibieron una llamada de alerta acudieron al domicilio, al que también llegó la familia de él. Se desató una pelea campal y Marco aprovechó para llevarse a Sara a un pasillo cercano a la cocina y asfixiarla.

Los vecinos le llamaron a la policía, la sirena de una patrulla asustó a Marco y soltó a Sara. Desde ese día el sujeto lleva un proceso por el delito de feminicidio en grado de tentativa desde el Reclusorio Sur de la Ciudad de México y está en espera de que le dicten sentencia.

A raíz de amenazas por Internet, la víctima solicitó que el caso fuera atraído por la Agencia Especializada en Feminicidios, pues la fiscalía, comentó, "ha sido omisa en remitirme con personal especializado.

"El caso Abril me dio un poco de miedo, escucharlo tantas veces, porque a ella la mataron ya que había denunciado y se había tipificado como feminicidio en grado de tentativa y al disminuirlo a violencia, él salió y la mató", expresó la mujer, quien cuenta con protección policial sólo en la capital del país, aunque su domicilio no está en la Ciudad de México.

De 2012 a junio de 2019 se abrieron sólo tres carpetas de investigación por feminicidio en grado de tentativa en la capital, según transparencia. En 2020 hay cinco por tentativa de este delito y seis por tentativa de homicidio contra una mujer, de acuerdo con la FGJ capitalina. "Hay agentes de los ministerios públicos, jueces y personal institucional que no acepta el tema del feminicidio", explicó Lagarde.



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