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Yo estoy vivo en medio de ellos

Yo estoy vivo en medio de ellos


Publicación:18-04-2020
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Hoy día, cuando los discípulos de Cristo se reúnen el domingo a celebrar la Eucaristía no es menos real la presencia de Cristo vivo y resucitado

Los relatos evangélicos sobre la resurrección de Jesús insisten en que sus discípulos más cercanos debían haber esperado que él resucitara al tercer día, porque "lo había dicho". En esos relatos hay un matiz de reproche a sus discípulos por no haber creído las palabras de Jesús. En efecto, a las mujeres que van al sepulcro con ungüentos a embalsamar el cuerpo de Jesús, los ángeles que se les aparecen les dicen: "¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado. Recordad cómo os habló cuando estaba todavía en Galilea, diciendo: 'Es necesario que el Hijo del hombre sea entregado en manos de los pecadores y sea crucificado, pero al tercer día resucitará'" (Lc 24,5-7). También a sus apóstoles, que para creer que había resucitado, tuvieron que verlo vivo y verificar su identidad, Jesús les reprocha: "Dichosos los que no han visto y han creído" (Jn 20,29).

No sólo su anuncio: "Al tercer día resucitaré", sino también otras afirmaciones de Jesús adquieren sentido únicamente a la luz de su resurrección: "Yo soy la resurrección y la vida" (Jn 11,25). "He venido para que tengan vida y la tengan en abundancia" (Jn 10,10). "El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día" (Jn 6,54). "Como el Padre resucita a los muertos y les da la vida, así también el Hijo da la vida a los que quiere" (Jn 5,21). Ningún hombre mortal en su sano juicio puede hacer esas afirmaciones, precisamente porque la muerte los retiene bajo su dominio. La resurrección de Cristo es el sello que pone el Padre a toda su enseñanza.

Durante su vida Jesús también afirmó: "Os aseguro que donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos" (Mt 18,20). No sabemos cómo entendieron los apóstoles esta sentencia en su momento; pero, después de su muerte, resultaba difícil creer que él pudiera todavía hacerse presente en medio de ellos. El Evangelio de hoy muestra que esa promesa de Jesús se cumple. Por eso subraya: "El primer día de la semana (es el mismo día de la resurrección)... estando los discípulos reunidos, se presentó Jesús en medio de ellos...". E insiste: "Ocho días después, estando otra vez sus discípulos reunidos... se presentó Jesús en medio...". En ambos casos se trata de "el primer día de la semana", el día siguiente al sábado (séptimo día de los judíos). Ese es el día de la resurrección de Cristo y el día en que él se hace presente vivo en medio de sus discípulos reunidos. Por eso los cristianos llamaron a este día "dominica dies" (día del Señor), domingo.

Hoy día, cuando los discípulos de Cristo se reúnen el domingo a celebrar la Eucaristía no es menos real la presencia de Cristo vivo y resucitado en medio de ellos. No sólo está presente, sino que se nos ofrece como "pan de vida eterna". En el documento con el cual el Santo Padre Juan Pablo II promulgó el "Año de la Eucaristía", que estamos celebrando, dice: "Es de desear vivamente que en este año se haga un especial esfuerzo por redescubrir y vivir plenamente el Domingo como día del Señor y día de la Iglesia... En efecto, precisamente en la Misa dominical es donde los cristianos reviven de manera particularmente intensa la experiencia que tuvieron los Apóstoles la tarde de Pascua, cuando el Resucitado se les manifestó estando reunidos" (Mane nobiscum, Domine, N. 23).



« Redacción »