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Regresan las huellas del tiempo al friso maya

Regresan las huellas del tiempo al friso maya


Publicación:09-07-2022

TEMA: #INAH  

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Relieve de Placeres ha estado expuesto todo este tiempo en la Sala Maya

Un joven gobernante flanqueado por dos ancianos con ofrendas de agua y fertilidad es parte de la poca información que se ha podido deducir sobre el friso maya Relieve de Placeres, que actualmente se restaura en vivo frente a los visitantes del Museo Nacional de Antropología (MNA).

La pieza, se cree, formaba parte de un edificio en algún lugar de la selva de lo que hoy es Placeres (Campeche), y se estima que es del periodo clásico maya (entre 200 y 600 d.C.). Contrario a su pasado, hay más información de lo que podría decirse que es la segunda época de vida de esta reliquia (de 8 metros de largo y 2.40 de alto). Hace 54 fue rescatado tras ser víctima de tráfico de patrimonio cultural y en 1985 y 2017 sufrió leves alteraciones por los sismos.

Su historia se remonta a 1968, cuando un grupo de traficantes profesionales cubrieron el friso con un polímero llamado Mowilith para evitar que se disgregara, pues lo cortaron en 48 pedazos, empacaron y mandaron por avión a Estados Unidos, en donde fue ofrecido al Museo Metropolitano de Nueva York, institución que rechazó la compra y alertó al entonces director del MNA, Ignacio Bernal, para ser repatriado un año después.

Entonces, la pieza pasó por su primer proceso de restauración; se construyó una reposición (una base) para sostener al rompecabezas arqueológico y se pintó para darle un aspecto uniforme y ocultar las grietas. El autor de este trabajo fue el restaurador Carlos Sigüenza, y el lugar y año de esas labores (México, 1969) se documentan en una vieja página de periódico detrás, en la reposición. "Esto nos da más información que los reportes que luego nadie lee", bromea Sergio González García, restaurador del MNA y coordinador del segundo proceso de restauración que atraviesa el friso desde 2018.

Relieve de Placeres ha estado expuesto todo este tiempo en la Sala Maya. González García presentó el proyecto de restauración porque había detectado deterioro en la estructura que lo sostenía, corriendo el riesgo de que cayeran piezas y dañara a algún visitante o se perdiera información. "En este momento fue cuando nos dimos cuenta que había un color atrás del polímero, que era lo que estaba visible, había un diseño, una policromía que no había sido vista desde que fue saqueado", explica.

La primera etapa de la segunda restauración, la actual, consistió en el análisis científico hecho por el Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM y la Coordinación de Conservación del INAH. Se cambió la estructura por una más estable y sólida, que hizo al friso tan pesado al grado que se optó por no moverlo; así se decidió hacer los trabajos de restauración en la sala. También se limpió el polímero.

Tras cuatro años, ya se trabaja en la última etapa: "la reintegración cromática" de los resanes y reposiciones (base no original que une al "rompecabezas") para que no sean más llamativos que los relieves originales.



« El Universal »