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La pandemia nos ha hecho conscientes de nuestra mortalidad

La pandemia nos ha hecho conscientes de nuestra mortalidad
Kyra Galván

Publicación:20-05-2020
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La conversación ahora es con la poeta y novelista Kyra Galván

La autora de una docena de libros nos lleva de la mano por el mundo que le ha tocado vivir, tanto en México como en Europa, no perdiendo de vista la calamidad sanitaria en que nos encontramos en la actualidad…]

                                La lúgubre figura de la muerte

?La poesía se ha introducido en diversas etapas del dolor humano. La partida de una madre, como en el caso tuyo. ¿Cómo vive una poeta estos momentos nunca antes vividos, cómo vivir en un encierro literario, cómo los percibe una poeta de inmensa sensibilidad como Kyra Galván? ¿Te recuerda alguna lectura sobre estos infelices casos?

      ?Creo que lo que estamos viviendo es una crisis a nivel planetario, en gran parte, provocada por el comportamiento irresponsable del ser humano. Esta situación nos está obligando a encerrarnos, a repensar muchas cosas: desde cómo nos relacionamos los unos con los otros, cómo tratamos al planeta y muchas formas de un sistema económico que está mostrando, una vez más, sus ineficacias y sus desigualdades, pero que tampoco podrá cambiar de un día para otro.

      “Para mí en lo personal esta cuarentena ha sido un regalo maravilloso, porque me ha dado la oportunidad de hacer una pausa en mis actividades y utilizar mi tiempo exclusivamente en mis proyectos, en una novela que tenía atorada y en ir hacia adentro de mí, meditar, y escucharme.

      “En estos días han venido a mi mente dos obras que me parecen emblemáticas: una es La peste, de Albert Camus y su magistral forma de describir la invasión de las ratas y cómo, al principio, nadie parece darse cuenta de nada. La otra es una obra muy antigua, un canto escrito en acadio y que se llama Gilgamesh o la angustia por la muerte. Porque, según nos cuenta la historia, Gilgamesh era un rey semidivino muy arrogante y los dioses crean un ser medio salvaje: Enkidu, al que Gilgamesh humaniza con la ayuda de una sacerdotisa (lo que me parece muy significativo que sea la intervención femenina lo que lo logra) y después se vuelven muy amigos. Corren varias aventuras juntos, pero Enkidú muere, lo que casi enloquece a Gilgamesh porque lo hace consciente de su mortalidad. Y creo que ésa es una de las cosas más importantes de esta crisis sanitaria. Que nos hace conscientes de nuestra mortalidad y de que no tenemos control de nada, que la muerte y la enfermedad pueden ser algo totalmente azaroso y aleatorio.

      “Esta no es, ciertamente, la primera pandemia por la que pasa la humanidad. Por el tema de mi novela he estado investigando las epidemias en México desde que en 1519 llega un negro llamado Francisco, en el navío en el que viene Pánfilo de Narváez desde Cuba, y desde entonces se van dando varios brotes y epidemias.

      “Tuve la suerte de conocer a la especialista Elsa Malvido en un curso sobre la época colonial en el INAH y nos hablaba de cómo, desde la Edad Media, cuando se desataron las pestes, se vinieron dando en el arte las representaciones de mementos mori para recordarnos que no vivimos para siempre. Y, por supuesto, la del segador, o sea la lúgubre figura de la muerte con su guadaña, que a su vez significa que ella no tiene preferidos, corta o siega a todos por igual, ricos o pobres, jóvenes o viejos.

      “Por supuesto, por otro lado, nos encontramos que, en momentos de grandes pérdidas y tragedias, también surgen grandes obras: sólo pensemos, por ejemplo, en el Requiem de Mozart, que escribe a la muerte de su padre”.

Las vacas locas en Inglaterra

?En estos momentos de tensa estabilidad social no quiero imaginarme que haya quien se ofenda por la incursión de un negro, el negro Francisco, que trajo epidemias en el país desde el año 1519. ¿Esta investigación que realizas por la hechura de tu novela te ha arrojado este dato epidemiológico? Se sabe que los españoles trajeron nuevas enfermedades a América, pero lo del negro Francisco no está registrado, me parece, en la historia…

      ?Jaja, Víctor, pues el caso, curioso, hasta donde yo sé sí está registrado. No recuerdo con precisión en este momento si fue Bernal Díaz del Castillo, Tapia o algún otro de los cronistas de la conquista, pues, como dice Diana Magaloni, la conquista de México es una de las historias más documentadas (tanto del lado español como del indígena). Se sabe que el hombre llegó en el barco proveniente de Cuba y dos días después de tocar tierras mexicanas se enfermó. En Cuba había una epidemia de viruela, por lo que no sería descabellado pensar que otros miembros de la tripulación también eran portadores del virus y no nada más el pobre Francisco. Pronto viajó el virus de algún modo a la ciudad de México, pues muchos de los hombres de Narváez desertaron y se unieron a la compañía de Cortés. Cortés regresó a Tenochtitlan los últimos días de junio y salió huyendo la noche del 30 de junio y se refugió en Tlaxcala. Para fines de septiembre de 1520, Cuitláhuac muere de viruela. También en Tlaxcala y en otras partes del país se esparce el virus. (Aquí corrijo la fecha de 1520, no 1519 como te dije en la primera respuesta.) Y de ahí en adelante el virus siguió dando vuelta hasta 1521, cuando en el sitio de Tenochtitlan seguían contagiándose aún en agosto.

      “Para 1523 hay otra mención de un brote de viruela, cuando fray Pedro de Gante llega a México con otros dos padres, son enviados a Texcoco, porque en la ciudad hay una epidemia. También se habla de otra en 1527, hasta la de 1536, que parece ser fue de sarampión. Así que, como ves, parece que las epidemias nos persiguen. Sin contar la de 1695, cuando muere Sor Juana y que no se sabe exactamente de qué fue. En fin, lo que pasa es que se nos olvidan los hechos terribles, pero muchas generaciones antes que las nuestras sufrieron momentos similares.

      “A mí me tocó la epidemia de las vacas locas a principio de los noventa en Inglaterra y, a partir de entonces, casi dejé de comer carne de res por completo”.

“De pronto nos vemos absolutamente vulnerables ante un virus que no vemos”

?Tienes razón, Kyra, nos olvidamos de la historia. Ya volveré con don Bernal. Sí, las epidemias han rodeado la historia de México. El caso de las vacas locas, el Sida, la Influenza, curiosamente, no han causado el miedo que ahora se vive en el mundo. La anterior pandemia, la de hace un siglo, en 1918, no tuvo percances sonoros a pesar de la inmensa cantidad de personas fallecidas por el virus de la gripe española. ¿Hubo un miedo similar en Inglaterra o son los medios novedosos de la tecnología los que han expandido este inaudito temor?

      ?Víctor, tu pregunta me hizo pensar mucho. Traté de recordar más sobre la experiencia de las vacas locas, e incluso el Sida en los ochenta. Efectivamente, a mí en lo personal lo de las vacas locas me impresionó mucho porque la enfermedad que transmiten en el humano se llama de Creutzfeldt-Jakob, y es horrible. Te provoca agujeros en el cerebro y ya te imaginarás la muerte. Hubo un gran escándalo en la sociedad cuando se supo que las vacas se habían infectado por comer alimento preparado con restos de ovejas. Es de nuevo esta cadena alimenticia de animales comiendo otros animales, que finalmente come el hombre. Creo que en cierto sentido fue algo más controlado, pues si no querías arriesgarte pues no comías carne de vaca y punto, pero fue muy terrible ver cómo se sacrificaron miles y miles de animales probablemente sanos por parte de los productores de carne para dar una imagen de responsabilidad al mundo.

      “¿Qué hace diferente a la reacción a esta pandemia? ¿Son los medios y la globalización? Me parece realmente curioso, por ejemplo, que en la epidemia de 1918 de influenza española hubiera habido, según se calcula, entre 50 y 100 millones de muertos. Algo inimaginable. Lo que hemos visto hasta ahora con el COVID-19 es nada comparado con aquello. ¿Qué lo hace diferente?

      “Creo que en tiempos anteriores las cosas sucedían y ya. Llegaba el virus, te enfermabas, no te daba tiempo ni de contarlo y pasaba como parte de la vida. Hoy en día, una pandemia aparece en China y una semana después el mundo se empanica, en parte porque las conexiones a todo el mundo llegan en unas cuantas horas. Se tiene conciencia de lo que puede suceder, de cómo se puede multiplicar en materia de días en una progresión geométrica imparable y las noticias son instantáneas.

      “Pero creo que lo más interesante que nos está revelando esta crisis son varias cosas en conjunto: primero, que de alguna manera nuestras sociedades postmodernas actuales se sentían muy seguras y muy fregonas porque ya habíamos llegado a un punto de avance tecnológico en el que difícilmente pensamos en desastres a menos que sean fuerzas imparables de la naturaleza como terremotos o tsunamis. Es decir, tenemos multitud de aparatos que nos ayudan a alargar la vida, medicamentos avanzados como los antibióticos, que curan casi todo tipo de infecciones, comunicaciones satelitales, se investiga el espacio, se hacen descubrimientos de física, etcétera. Y de pronto nos vemos absolutamente vulnerables ante un virus que no vemos y para el que no tenemos cura.

      “Segundo, que se nos avisa, ahí viene el lobo, y no hacemos caso. Sabemos que una de las soluciones para tratar de parar el contagio es la clausura, un recurso que ya se conocía en el siglo XVI y, a partir de una vulnerabilidad que nos enfrenta con nuestros ancestros, descubrimos que la tecnología no lo es todo, es como si nos quitaran una cobija que nos protegía y sentimos miedo. El mismo miedo que sentían los hombres de las cavernas ante algo que no conocían.

      “Tercero, que este tipo de crisis saca lo mejor y lo peor de los humanos y como individuos estamos a merced de las tomas de decisiones que se hacen en las altas esferas del poder, no siempre en beneficio de los ciudadanos.

      “Cuarto, que a pesar de lo mucho que ya conocemos del mundo y del universo, preferimos invertir en muchas más cosas que no sean tener unos excelentes sistemas de salud pública.

      “Quizá este virus vino más bien a mostrarnos que el mundo tiene sus prioridades al revés”.

Educación, sentido común

?Prioridades al revés. Es una sentencia clave, Kyra. La ciencia y la educación son recortadas presupuestariamente mientras los bancos y las cadenas empresariales no suspenden momentáneamente o posponen los pagos mensuales de los adeudos. El dinero tiene que seguir generando dinero a los acaudalados mientras la Muerte rinda a un costado. ¿Cómo decir esto literariamente? ¿Cómo apuntarlo sin caer en tendencias políticas? ¿Cómo decir que las prioridades no deben estar alrevesadas?

      ?¡Qué difícil responder a tus preguntas! ¿Cómo decir y explicar todo esto en un lenguaje literario? ¡Pues es todo un reto!

      “Lo que sí es un hecho es que son los políticos los que tienen el poder de asignar los recursos a los diferentes rubros y creo que lo que debemos cambiar es que las cosas no se manejen así, que la ciudadanía tenga voz y voto. Si no asignamos más recursos en el futuro inmediato a la educación, la cultura y la salud, nuestro país se va a hundir porque se necesita educación para tener sentido común, para combatir la corrupción, para valorar la importancia de la cultura contra el entretenimiento masivo, por ejemplo. Finalmente creo que se trata de valorar al ser humano y su lado creativo e innovador, como lo más necesario a cuidar. Quizá voy a decir algo estúpido, pero creo que el problema que nos aqueja es que no podemos librarnos de los partidos políticos y los políticos siempre van a perseguir sus objetivos personales, y desgraciadamente, no los de la comunidad que dicen representar.

      “Decirlo literariamente es un reto que se nos presenta en estos momentos, Víctor. Creo que debemos tomar en nuestras manos el cuidado de la humanidad, porque no nos estamos cuidando a nosotros mismos como especie, ni respetando a las demás especies con las que compartimos este planeta. Tenemos que cambiar las relaciones con ellos y con nosotros mismos como grupo. Si no logramos un cambio con todo lo que nos rodea, y con la explotación del hombre por el hombre, estamos condenados a desaparecer.

      “Sin embargo, el socialismo fracasó.

      “¿Qué otra opción tenemos?

      “Quizás estamos en buen momento de empezar a formular preguntas, pensar, investigar y comenzar a proponer nuevas fórmulas de convivencia”.



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