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Cultural Literatura


Fernando Macotela, más de dos décadas al frente de FILM

Fernando Macotela, más de dos décadas al frente de FILM
Fernando Macotela

Publicación:22-02-2020
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Ya está de vuelta la Feria del Libro de Minería, la más antigua del país con 41 ediciones anuales…

México.— El día de ayer dio inicio la edición número 41 de la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería, uno de los eventos culturales más esperados del año celebrado en el edificio de la antigua Escuela de Ingenieros de la UNAM (ubicado en la calle de Tacuba del Centro Histórico de la Ciudad de México). Por tal motivo, Fernando Macotela, director de la FIL de Minería desde hace más de dos décadas, concede esta entrevista a Notimex para ahondar en su labor de gestión y promoción cultural, y de las actividades que se pueden encontrar en esta Feria.

A la altura de la UNAM

—Ahora estamos en una situación en la que han desaparecido una enorme cantidad de librerías —dice Fernando Macotela—. El interés de hacer la FIL de Minería es acercar el libro a sus posibles lectores ya que, normalmente, no tienen mucho punto de contacto. Hay ciudades en México, principalmente en el norte del país, donde no existe una sola librería, y la más cercana puede que se encuentre a unos 150 o 200 kilómetros de distancia. Esto es muy negativo desde donde se quiera ver. Es poco democrático porque la gente no tiene acceso a los libros tan fácilmente. Por otro lado, nunca hay dinero suficiente para las cuestiones culturales, así que la carencia es total. Si a eso añadimos que la distribución del producto cultural en México es pésima, ¿entonces cómo queda el individuo común y corriente, el estudiante que no tiene muchos medios?

      —¿Qué representa la FIL de Minería al día de hoy para la Ciudad de México y para el país?

      —Primero que nada, la Feria de Minería es la más antigua de México. No sólo es la exposición bibliográfica más grande, sino es la posibilidad de planear un año de lectura. Además viene gente de todo el país, principalmente de Morelos, del Estado de México, de Hidalgo y, a veces, de lugares más lejanos. El interés actual de hacer la Feria es que no hay librerías suficientes. Más vale que esté la Feria, porque además tiene un gran surtido de títulos.

      —Usted ha dirigido la Feria por más de 20 años, ¿cuáles son los retos que ha enfrentado a lo largo de todo este tiempo?

      —Esta va a ser, y casi no lo puedo creer cuando lo digo, mi vigesimoprimera Feria. Realmente creo que mi juicio cuenta con la habilidad de la experiencia, y el reto principal que yo puedo identificar es que cualquier cosa que hacemos tiene que estar a la altura de la UNAM. La Feria fue creada en la Facultad de Ingeniería y se ha mantenido por 41 años por voluntad cultural, administrativa y hasta política. Eso se ha convertido en una frase mía y de mis colaboradores. Esto, a su vez, no ha sido tan necesario. Por ejemplo, si las editoriales independientes pagan, pueden inscribir el libro que quieran. Y en los años que llevo, se ha ido decantando. Los libros que publican las editoriales, y no se diga las instituciones, ya tienen un cierto nivel adecuado para una Feria.

      —¿Pero tienen algún tipo de filtro? Si alguna editorial llega y les presenta un libro, la calidad del texto debe importar tanto como el pago, ¿no es así?

      —Sí hay un filtro, y en realidad hemos tenido pocos problemas al respecto. Los más serios fueron, por ejemplo, los libros escritos por personajes muy conocidos, de canales privados de televisión, que prácticamente hacen libros de superación personal. Los que yo revisé a lo largo de los años que tenían esta tendencia, hasta eso no eran tan malos, y nunca detectamos algo tóxico dentro de ellos. El problema es que estos personajes son muy populares, y el día que se presentaban en la Feria llegaba una avalancha de gente. A veces los recintos de alguna presentación tenían un cupo de 150 personas y querían entrar 500. De esa manera tuvimos que idear mecanismos de organización para lidiar con esta situación, pero con los años fuimos aprendiendo qué libros son los que funcionan mejor en la Feria y qué libros no. Como ya dije, debemos hacer las cosas a la altura de la UNAM.

Incremento de actividades universitarias

—Las actividades de la Feria son diversas, ¿pero tienen un punto de partida?, ¿un eje central para planearlas?

      —Desde la primera Feria en que estuve a cargo diría que se me ocurrieron cosas bastante obvias como, por ejemplo, conmemorar a escritores que nacieron hace 100 años. Cuando llegamos era como si tuviéramos un árbol de Navidad sin adornos, al cual le comenzamos a poner cosas tímidamente por aquí y por allá. Pero todo fue cambiando, evolucionando. Lo que fue funcionando se quedó y lo que no, pues lo fuimos desechando. Actualmente tenemos un esquema que repetimos para la planificación, porque yo no veo otro que funcione. Eso sí, entre los puntos que siempre quise hacer fue promover a escritores mexicanos, pero no desde una visión de encerrarnos y no leer a los de fuera. Difundir a autores nacionales, tanto clásicos, consagrados y, por supuesto, los emergentes, un punto que yo he perseguido mucho.

      —Claro, porque a veces las ferias de este calibre únicamente toman en cuenta a los escritores establecidos, ¿no lo cree?

      —Bueno, eso depende de los medios de comunicación, que conocen ciertos nombres y los repiten una y otra vez sólo porque son de prestigio. Pero en la Feria se presentan, al menos, 30 o 40 escritores emergentes al año. Hay algunos que hoy en día ya los buscan en todas partes, pero hace 15 años no eran nadie y venían a presentar cosas con nosotros.

      —Una de las distinciones de la UNAM es buscar un balance entre las ciencias y las humanidades, ¿cómo es que usted gestiona eso en las publicaciones dentro de la FIL de Minería?

      —En la Feria, no sé si se ve mal que lo diga, eso lo inventé yo. En mi primer año como director me quedé con los ojos cuadrados porque de las 200 actividades que íbamos a tener, la UNAM había inscrito únicamente cuatro. Como la Universidad es considerada una de las instituciones con más publicaciones anuales, pensé, ¿cómo es posible? Desde ahí comencé a hablar con los diferentes institutos, facultades, escuelas, y les dije que, en efecto, en el stand de la UNAM tenía todos los libros de su dependencia, pero les preguntaba por qué no había ninguna actividad planeada de su parte. A eso siempre respondían:

      “—Pero, Fernando, nosotros no escribimos literatura.

      “—Perdóname, pero esto es una feria del libro, no una feria de narrativa. Y un libro es un libro, sea de lo que sea —les respondí.

      “—¿Entonces podemos hacer actividades?

      “—No, no pueden, deben hacerlas.

      “Antes de estar en la Feria trabajé en Publicaciones y Fomento Editorial de la UNAM, y ya desde ahí me di cuenta de que las presentaciones que se hacían, y en el programa de radio semanal que había, lo único que se difundía era literatura, fundamentalmente narrativa y poesía. Desde ese momento empecé a difundir libros científicos. La gente me empezaba a cuestionar porque se preocupaba por la audiencia, pero luego nos percatamos que los libros de ciencia y tecnología obviamente tienen su público, y no es uno pequeño. Entonces, esa práctica que aprendí ahí me la llevé a la Feria y sirvió mucho. Actualmente hay 58 dependencias de la UNAM que han inscrito actividades. La mayor parte de ellas presentaciones de libros y también de revistas. En aquel entonces fue sólo el 2 por ciento de actividades de la Universidad. Hoy en día hay un 32 por ciento, unas 400 y tantas de las 1,300 actividades que hay. De nada a una tercera parte, pues son muchas.

Nunca hay que subestimar a los lectores

—Esto que me cuenta es el caso de las dependencias de la UNAM, ¿qué me puede decir de las editoriales?, ¿cómo ha sido la evolución de la relación con ellas?

      —Lo más interesante es que las editoriales tampoco participaban tanto al principio, ni siquiera con literatura. Las actividades que hacían eran como taponcitos: un breve documental y cositas así. Antes las inscripciones las hacían en enero, cuando la Feria se hace en febrero. Hoy en día ya tenemos lista de espera. El tiempo de anticipación con que tienen que comprar sus lugares es impresionante. Desde abril o mayo comienzan a comprar sus lugares y ya en octubre todo está lleno.

      —Algo que me llama mucho la atención es que, a pesar de ser una feria universitaria, tiene muchas actividades para niños. ¿Cómo describiría el acercamiento de la FIL de Minería con la literatura infantil?

      —Es un punto que no se puede descuidar en una feria. Desde un principio pensamos que tenía que haber una atracción para niños porque si ellos se divierten, los papás también. De esa manera nadie se pierde de la Feria. Eso no es posible perderlo de vista… y, de hecho, el número de actividades y talleres ha ido creciendo con los años. A veces una institución se acerca para proponer sus actividades, lo cual es magnífico para nosotros. Una vez el INEGI, por ejemplo, nos contactó para preguntar si podía dar un taller de cómo hacer mapas. ¡Eso es increíble! La única condición que ponemos para hacer talleres de este tipo es que no sean, por favor, una conferencia especializada. Las cosas de divulgación tienen que ser, precisamente, de divulgación.

      —¿Qué es lo más importante que se necesita para hacer una feria?

      —Tiempo. En México nos da mucho por confiar en nuestro sentido de improvisación y a veces queremos hacer las cosas en un mes. A nosotros la FIL de Minería nos toma dos años de trabajo, de anticipación.

      —O sea que mientras estamos charlando, ¿en este preciso momento usted y su equipo ya están pensando en la FIL de Minería 2022?

      —Así es. Y es más que nada por efecto de promoción y difusión de las siguientes ediciones. La imagen de la Feria, por ejemplo, siempre es un cuadro de algún artista mexicano como Diego Rivera, pero para poder utilizar esa imagen tenemos que hacer muchos, muchos trámites. Aunque para éstos en los últimos años, gracias a un colaborador que tengo, hemos encontrado que hay muchas escuelas secundarias, viejas, de los años cuarenta, en Azcapotzalco y demás, que tienen murales fantásticos de artistas mexicanos. Esto es parte del paquete de la Feria.

      —¿Qué diría que es lo que más le emociona de la Feria?

      —A mí me emociona que ya son como 13 o 14 ciclos que hemos formado. Empezamos con divulgación científica y tuvo un impacto increíble. Pero no por eso dupliqué los ciclos. Poco a poco fuimos metiendo otros, pero me di cuenta que tenía ciertas limitaciones porque yo no quería que nos convirtiéramos en una escuela. Para mí el trabajo en la Feria, desde que llegué, se convirtió en algo permanente. Ya no sé cuándo estoy haciendo mi vida normal y cuándo estoy trabajando. Si estoy en una reunión y escucho que alguien está hablando de un libro, me pongo a rascarle para ver si podemos presentarlo en la Feria, sea del tema que sea. Nunca hay que subestimar a los lectores. Cuando las cosas son serias y están bien hechas, a la gente le va a gustar, de eso no cabe duda.

Actividades y efemérides

Durante lo que resta de la edición número 41 de la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería, se podrán encontrar más de cien actividades diarias, entre las cuales destacan presentaciones de libros, conversatorios, mesas redondas, charlas, lecturas y talleres para niños.

       “Lucho por conquistar más profundamente mi libertad de sensaciones y de pensamientos, sin ningún sentido utilitario: estoy sola, mi libertad y yo”, dice Clarice Lispector en su Agua viva (1973). La escritora brasileña es una de las figuras que la FIL de Minería recordará por su centenario natalicio. Sin duda una de las narradoras más importantes que ha dado América Latina a la literatura universal.

      Otra de las efemérides que este año festeja la Feria es la del poeta cubano Eliseo Diego, quien también este año estaría cumpliendo cien años de edad. “El cuerpo, el aire y la lengua parecían suscitar palabras de manera clandestina”, dice Rafael Rojas sobre su compatriota. Eliseo Diego vino a pasar su último año de vida en México para dar clases en la UNAM, para recibir el Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo (hoy Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances), y para escribir sus últimos versos.

      Asimismo, habrá homenajes para dos de los escritores mexicanos más importantes, quienes fallecieron a penas el año pasado: don Miguel León-Portilla y don José de la Colina. La UNAM, el Fondo Editorial del Estado de México, y El Colegio Nacional, han preparado una serie de conferencias y presentaciones de libros acerca de la vida y obra de estas figuras tan importantes para la cultura en México.

      Entre los múltiples Ciclos que preparó la FIL de Minería se encuentran el octavo de Los Críticos Recomiendan; el decimotercero de Poesía para el Milenio; el séptimo de Cultura de la legalidad 2020: Justicia e igualdad; el decimotercero de Escritoras Latinoamericanas en Minería; el octavo Ciclo Salud Pública: Nutrición y Salud: La Importancia de la Prevención; el undécimo de Divulgación Económica: Crecimiento y distribución: ¿Qué política económica requiere México?; y el décimo de ENCLAVE 2020. Poéticas rituales.

      Cabe remarcar uno de los más importante de todos ellos (o quizá el más importante) que en esta edición de la FIL de Minería cumplirá su noveno ciclo: Equidad de Género. Tema fundamental para México y el mundo que contará con 36 actividades a lo largo de la Feria. “Este año se rompieron las marcas al respecto”, dice Macotela.

      También, por primera vez, la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México entregará el Premio Iberoamericano de Novela Elena Poniatowska, que este 2020 ha ganado Luis Felipe Fabre. A su vez, el Homenaje Memoria del Mundo México será entregado a Rosa María Fernández Zamora por la UNESCO; la Dirección General de Bibliotecas de la UNAM, por su parte, condecorará a Miguel Gama Ramírez con el Premio al Servicio Bibliotecario 2020.

      La FIL del Palacio de Minería tendrá actividades hasta el lunes 2 de marzo, en un horario de 11 a 21 horas de lunes a viernes, con un costo de 15 pesos. Los fines de semana tendrá un horario de 10 a 21 horas y la entrada será de 20 pesos.



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