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Escribir de Amos Oz

Escribir de Amos Oz
Amos Oz

Publicación:25-04-2020
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Amos Oz está considerado como uno de los más importantes escritores contemporáneos en hebreo

No sé si será una excepción o se convertirá en una regla: NO escribir de economía ni de finanzas. Lo que sí sé que hoy quiero rendir un humilde y sincero homenaje a Amos Oz.

Oí hablar de este escritor israelí, por primera vez, cuando en 2007 le dieron el Premio Príncipe de Asturias de las Letras. Me encantó su discurso, incluso parte de él lo tengo enmarcado en mi despacho. A pesar de que me sentí identificada con sus reflexiones sobre la lectura no lo empecé a leer hasta que terminé el borrador de mi libro EN BUSCA DE GÉNERO 32 escritores a descubrir (EBDG). Entonces creí que no tendría suficientes conocimientos sobre la cultura judía para entender sus novelas. Además mientras escribía la guía de EBDG mi lectura se centró en la obra de los treinta y dos escritores seleccionados.

¿Por qué treinta y dos? Siempre he sido una gran lectora, sobre todo desde que mi vida transcurrió entre varias ciudades. Los medios de transporte, especialmente el tren, me llevaron a elegir a un libro como compañero de viaje. Fue entonces cuando incorporé una pequeña excentricidad: recoger citas donde aparecía este número de dos cifras, mi número de la suerte. Florecía prácticamente en todas mis lecturas. Mejor dicho, si aparecía, la novela, el relato, el cuento o el ensayo me gustaba. En esas libretas que utilizo para atesorar frases anotaba la página donde se encontraba y de qué iba acompañado: 32 años, 32 pasajeros, embarque por la puerta 32, 32º C, etc. Pues bien, esos 32 escritores a descubrir en alguna de sus obras deslizaron este número. Me alegro de esta excentricidad, me ayudó a seleccionar de una forma rápida a los escritores de la guía.

Al terminar la guía, antes de mandarla a corregir consideré pertinente leer a otros novelistas y fue entonces cuando le di una oportunidad a Amos Oz. Fui a la biblioteca y elegí al azar La caja negra, una novela epistolar que me enganchó desde el principio, a pesar de mis magros conocimientos sobre los judíos. Luego leí  Mi querido Mijael, su primera novela con difusión internacional; para algunas la protagonista es una moderna madame Bovary. Navegando por Internet pude comprobar que acababa de publicar un ensayo junto con su hija titulado Los judíos y las palabras. Lo compré (el hecho de que incluyese “palabras” en el título fue decisivo) y en el primer capítulo tras la preposición “en” apareció un “32” seguido de “senderos” y, cómo no, decidí hacerle un hueco en mi guía, no sin antes descartar a otro escritor, que ya no recuerdo. Mi decisión no solo se basó en el número también en algo que decía y…, prefiero que lo leas: La ficción, a diferencia de las distorsiones ideológicas, inventará tramas y manipulará las pruebas, mientras nos cuenta cosas acerca del universo y de la humanidad que reconocemos como auténticas y profundas. (…) Los hechos se convierten algunas veces en serios enemigos de la verdad.

Hoy quiero rendirle un pequeño homenaje con mis palabras. Primero algunos datos biográficos para situarlo:

Amos Oz nació en Jerusalén el 4 de mayo de 1939 como Amos Klausner (cambió su apellido siendo un adolescente). Es descendiente de una familia de emigrantes rusos y polacos que llegaron a Palestina durante el Mandato Británico. Su padre, Yehuda Arie, bibliotecario y un gran intelectual sionista de derechas, era sobrino de Yosef Klausner, miembro destacado de una sociedad destinada a la recuperación del hebreo como lengua hablada, un intelectual muy prestigioso y reconocido (al que visitaba junto con sus padres todas las semanas). Su madre, Fania Mussman, fue una lectora insaciable y gran narradora que impartía clases particulares de literatura. Pues bien en este ambiente familiar amante de las palabras creció Amos como hijo único. Aunque en la puerta de su habitación, ya a los cinco años, ponía un cartel que decía escritor, él confesó que siempre quiso ser un libro.

En 1954, tres años después de la muerte de su madre, entró en el kibutz Hulda y fue entonces cuando cambió su apellido. Adoptó Oz, que significa coraje, determinación, fuerza, porque según el propio escritor necesitaba esas cualidades para dejar su casa y vivir en un kibutz.

Estudió Literatura y Filosofía en la Universidad Hebrea de Jerusalén. A esa época pertenecen sus primeros cuentos cortos. También estudió en la Universidad de Oxford. Desde 1991 fue miembro de la Academia del Idioma Hebreo.

Participó en la Guerra de los Seis Días y en la Guerra de Yom Kipur. En la década de los setenta fundó el movimiento pacifista Shalom Ajshav (“Paz Ahora”). Se le considera un gran intelectual que siempre estuvo comprometido con el proceso de paz en Oriente Medio, fue un firme activista. Oz apoyó la solución de crear dos estados para solucionar el conflicto palestino-israelí. Son conocidas sus opiniones contra los asentamientos israelíes en los territorios palestinos.

Amos Oz está considerado como uno de los más importantes escritores contemporáneos en hebreo. Además de escritor, fue periodista y profesor de literatura en la Universidad Ben-Gurión de Beer Sheba y miembro de la Academia Europea de Ciencias y Artes.

Maestro de la prosa moderna hebrea, es uno de los escritores israelíes más leído y traducido. Oz explora los conflictos y tensiones de la sociedad israelí contemporánea; todo lo que soportan las personas a causa de la ideología, las fronteras geográficas y un pasado histórico atroz. Enamorado de las palabras en general y de su lengua en particular, entendía el hebreo como un instrumento musical con el que narró la vida. Todo ello lo hizo con un estilo en el que primó la claridad, la empatía, el humor, la ironía y la paradoja.

Ha escrito una veintena de libros, incluidas novelas, colecciones de relatos cortos y ensayos, y cerca de 500 artículos de opinión. Además del ensayo citado, destacaría Contra el fanatismo, y es que Oz fue la voz de la conciencia contra el fanatismo, no le importaba su origen. Sus ensayos son fáciles de leer gracias a sus digresiones, ejemplos y anécdotas, que ilustran e iluminan su mensaje. De sus libros de relatos destacaría: Entre amigos. Ocho relatos. El denominador común es un kibutz. No solo cuenta historias personales llenas de delicadeza y ternura también nos muestra la vida en este microcosmos que intenta transformar la sociedad. Y de sus novelas: Una historia de amor y oscuridad, que recomiendo porque es un ejemplo de autobiografía bien narrada que no solo te presenta la vida del autor y su familia sino que te ayuda a entender el conflicto palestino-israelí y al pueblo judío.

Sus obras se han traducido a 45 idiomas, entre los que se incluye el árabe. La mayor parte de su obra ha sido traducida al español por Raquel García Lozano a la que quiero felicitar por un trabajo tan bien hecho.

  Su talento literario le ha hecho merecedor de numerosos premios:

Premio Israelí de Literatura (1988).

Premio Libertad de Expresión 2002 (Noruega).

Premio Internacional Catalunya de la Generalitat de Cataluña 2004.

Premio Goethe de Literatura (2005) por Una historia de amor y oscuridad.

Premio Príncipe de Asturias de las Letras (2007).

Premio Franz Kafka (2014).

Premio Siegfried Lenz, en Hamburgo (2014).

Fue candidato varios años consecutivos al Premio Nobel de Literatura y sospecho que también al Premio Nobel de la Paz.

Leer a Amos Oz no solo ha despejado dudas y ha llenado huecos, también he disfrutado de su bella literatura. Si sientes curiosidad por el pueblo judío es imprescindible que leas alguna de las novelas de este escritor israelí. Su obra es emocionante, inteligente y a mí me ha resultado muy gratificante. Como Oz dijo en su día: Todas las obras que he escrito son autobiográficas, ninguna es una confesión.

 Es el momento de la despedida, quiero rendir mi último homenaje: leer la que ha sido su última novela: Judas. La escribió porque desde los ocho años le llamaron traidor, la primera vez por hablar con un sargento inglés y la última en 2014, cuando criticó la actuación israelí en la guerra de Gaza.

Amos Oz, gracias por tu coraje y por ayudarme a comprender, crear, contar… en definitiva: crecer.



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