La película mexicana de la semana arranca con una carrera y finaliza con otra en contextos opuestos y, aunque estas secuencias pudieran entrever un guion redondo, esta posibilidad se pierde debido a una escritura desesperada por el entretenimiento, que se olvida del drama y los personajes que habitan su historia.
"Correr para Vivir" está situada en la sierra de Chihuahua; dos hermanos de una familia de agricultores tarahumaras se preocupan por la siembra y las carreras organizadas en la región, famosas en todo el mundo por exponer el talento innato de los raramuris para el trote y las carreras de fondo, sin embargo, la historia da un vuelco para enfocarse en el alcance del narcotráfico en la zona fronteriza, haciendo a un lado el relato que se estaba preparando en la introducción.
En una de sus primeras escenas, ´Omero´, el protagonista de esta odisea, esculca los logros de sus padres en las carreras y, mientras hojea las páginas de un viejo periódico, su hermano ´Capó´ lo interrumpe con un almohadazo, rompiendo su inocente, pero genuina ilusión de correr.
Más adelante, las decisiones del hermano son las que arrastran a la familia a un vórtice de violencia y tragedia sin final aparente, haciendo de una película sobre metas y sueños, una de balazos y cuerpos inertes cubiertos de sangre.
La cinta, ópera prima de Gerardo Dorantes, no pretende esquivar al cine nacional que aborda el narcotráfico, sin embargo, sí se deja caer de lleno en la más baja de sus formas, haciendo de la violencia poco más que un espectáculo, pese a contar con una premisa cercana sobre cómo el crimen acaba tanto con sueños como vidas al norte del país.
Si películas más grandes como "Sin Señas Particulares" y "Heli" abordaron al narco desde la seriedad, "Correr para vivir" pierde el manejo del tono una y otra vez, enfocándose en los tiros, secuencias frenéticas y la acción, pese a la crudeza de sus fotogramas.
En lugar de contar la historia a través del drama generado por la pulsión entre personajes, la película atraviesa por la insensibilidad, exponiendo imágenes que uno espera encontrarse más en tabloides que en la sala de un cine.
Lo que puede ser una oportunidad para enseñarle al gran público sobre los raramuris, rápidamente se convierte en una tragedia sin fin que dice poco sobre un conflicto ya visto más veces de las necesarias en la gran pantalla.
Director: Gerardo Dorantes
Reparto: Vladimir Rivera, Manuel Cruz Vivas, Eligio Meléndez, Mayra Serbulo