Me duele perder al conversador y amigo: Beltrán

Sobre Solares


CIUDAD DE MÉXICO.- Ignacio Solares, "Nacho", para algunos de los amigos que fuimos cercanos, fue un novelista y cuentista constante en "sus" temas: en lo que después se llamó novela histórica, aunque también en la literatura que habla de los límites entre lo real y lo paranormal y hasta lo fantástico. La discusión entre lo espiritual, lo mágico, la religión y el mal como problema radical.
Amaba, por ejemplo, a Cortázar y a Bernanos por partes iguales. Lo rondaba y escribió sobre la idea de la muerte, de los lenguajes y fantasmas que nos asedian de formas ininteligibles a partir de la lógica. Le interesaban las discusiones en torno al psicoanálisis; desde Freud y mucho más desde Jung.
En su novela "Madero, el otro" ya se ve esa relación con la Historia con H mayúscula que no lo abandonará y que está en libros como "El sitio", "Columbus", "Nen la inútil", "Los mochos" y "El jefe máximo". Fue dramaturgo y él mismo se ocupó en parte del montaje de algunas de sus obras, recuerdo sobre todo "El jefe máximo", en la UNAM.
Fue también un importante difusor de la cultura; desde muy joven trabajó en suplementos literarios como Diorama de la cultura y Plural y hablamos con frecuencia de la forma de editar que existía antes o que existió hasta el momento en que dirigía la Revista de la Universidad.
Ésta se caracterizó por ser incluyente de las distintas generaciones, pero también incluyente del trabajo académico. Historia, ciencias sociales, filosofía, poesía, no sólo literatura, por 13 años. Durante su gestión como director de Teatro en la UNAM hizo varios ciclos como "Los grandes directores del teatro universitario" y "Los grandes dramaturgos del teatro universitario"; además abrió Santa Catarina para la UNAM y echó a andar el Carro de Comedias.
En la Universidad también integró la dirección de Publicaciones a la Coordinación y reubicó la librería Julio Torri. Cuando estuvo en la Dirección de Literatura se ocupó en especial de la Colección Voz Viva, y la acrecentó. Mucho es lo que podría decir de su trabajo, pero ese está ahí, es su legado. Las nuevas generaciones lo podrán leer. En este momento a mí me duele haber perdido al gran conversador y al amigo.
Rosa Beltrán
Amiga de Ignacio Solares. Coordinadora de Difusión Cultural de la UNAM