SAN JOSÉ, Costa Rica.- Poderosas mafias de China, Rusia, Japón, Italia, Rumania, Bulgaria, Albania e Israel se infiltraron en el siglo XXI en América Latina y el Caribe para explotar un amplio menú de operaciones criminales en nexos con Europa y Asia, desde robos a cajeros automáticos, estafas con tarjetas de crédito y débito, y contrabando de drogas en frutas hasta trata de personas con fines de migración ilegal, tráfico de órganos y explotación sexual comercial.
Estructuras mafiosas como Dragón Rojo, de China; Yakuza, de Japón; Mafia de Jerusalén, de Israel; Kompania Bello, de Albania, y Ndrangheta, de Italia, y la organización criminal más fuerte de Europa, y otras redes delincuenciales extracontinentales perforaron los aparatos militares, policiales, judiciales y de seguridad y aduanas de países latinoamericanos y caribeños.
La penetración avanzó en alianza o en disputa con los cárteles del narcotráfico de México (Sinaloa, Del Golfo y Jalisco Nueva Generación) y Colombia (Clan del Golfo, la guerrilla del comunista Ejército de Liberación Nacional (ELN) y las disidencias insurgentes comunistas) y sus enlaces en Centroamérica y el Caribe.
Al nexo entraron aparatos criminales del resto de la zona, como Tren de Aragua, de Venezuela; Primer Comando de la Capital y Comando Vermelho, de Brasil, o Los Choneros y Los Lobos, de Ecuador, entre otras agrupaciones de la delincuencia con impacto local, nacional, regional e internacional.
"Hay una conexión directa entre los grupos criminales. Esto es un problema muy serio”, explicó el abogado costarricense Gustavo Mata, exministro de Seguridad Pública de Costa Rica y exsubdirector del Organismo de Investigación Judicial (OIJ), policía técnica de este país adscrita al Poder Judicial. “Parte de las modalidades delictivas que ellos traen, ya sea tráfico de personas, armas o drogas, son bastante problemáticas y es como una inyección totalmente foránea que se introduce a la sociedad", dijo Mata a EL UNIVERSAL.
Aunque con otros "negocios", las organizaciones criminales americanas, asiáticas y europeas centraron sus nexos en el narcotráfico y, en especial, la cocaína. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal, que integra el sistema de la Organización de Naciones Unidas (ONU), relató en un informe de 2021 que el narcotráfico en esta región alcanzó "dimensión de empresa transnacional" en un sitio complicado al compartir el hemisferio occidental con Estados Unidos, principal consumidor mundial de drogas.
América Latina y el Caribe producen, trafican y consumen narcóticos y blanquean las ganancias de esa actividad, señaló Cepal, al recordar que Perú, Colombia y Bolivia concentran la producción mundial de hoja de coca, materia prima de la cocaína.
Honduras y Guatemala también producen hoja de coca desde 2017, aunque en menor cantidad. En América Latina y el Caribe también se producen amapola y opio —materias primas de la heroína—, marihuana y fentanilo, mortal sintético opiode.
"Hay todo un engranaje criminal de estos grupos para cumplir sus objetivos de introducir la cocaína a los puertos europeos. En el negocio del narcotráfico [las mafias] se tienen que poner claros en la cantidad y en lo que va a costar el traslado de las mercancías a esos puertos", describió Mata.
"Los europeos y los americanos se comunican directamente, por ejemplo, a Costa Rica y se ponen de acuerdo con precio y cantidad y por dónde van a introducir [la droga]", detalló.
Los puertos de Rotterdam, en Países Bajos y el más importante y más grande de Europa, y de Amberes, en Bélgica, pidieron en 2022 a los gobiernos de La Haya y Bruselas que las exportaciones de frutas de América Latina y el Caribe al mercado europeo sufran una minuciosa revisión para impedir el ingreso de cocaína camuflada en bienes agrícolas.
Los informes sobre las mafias extracontinentales mostraron lo siguiente:
Ndrangheta: Colombia incautó en enero de 2022 en el caribeño puerto de Cartagena de Indias una tonelada de cocaína líquida disimulada en 19 mil 870 cocos que serían exportados por mar a Europa y llegarían a valer unos 70 millones de dólares en Italia. El caso detectó el lazo del Clan del Golfo, la más poderosa red del narcotráfico de Colombia, y la Ndrangheta, que opera en la sureña región italiana de Calabria y vinculada al Cártel de Sinaloa.
El Clan enviaría a un químico colombiano a Italia para reconvertir la cocaína de líquida a sólida. Los cocos fueron adquiridos en el mercado legal de Colombia, donde se les hicieron perforaciones milimétricas con taladros de alta precisión para extraer el jugo natural e insertar la cocaína líquida, en un trabajo de tres meses.
Células de Ndrangheta fueron detectadas en narcotráfico en Costa Rica, Uruguay, Argentina, Paraguay, Brasil y Perú.
Dragón Rojo: La mafia china cobró unos 60 mil dólares por persona oriunda y migrante de China para trasladarla de Hong Kong a París y Bogotá por avión y por varias rutas terrestres y marítimas a Centroamérica y México rumbo a Estados Unidos.
Interceptado en el trayecto e imposibilitado de entrar a EU, gran número de chinos se quedó a residir en el sitio donde se les retuvo. El elevado valor del boleto aéreo a China impidió que los gobiernos los repatriaran, por lo que se legalizaron y convirtieron en comerciantes en el país donde se les detuvo y empezaron a pagar la millonaria deuda con la mafia que invirtió para el traslado de China a América y costear sobornos.
El Dragón Rojo garantizó el cobro y expandió su presencia continental. Costa Rica reportó en 2017 que, con el pago de unos 200 dólares, chinos reclutaron a mujeres y hombres costarricenses para casarse y obtener beneficios migratorios.
Yakuza y Mafia de Jerusalén: Un israelí condenado en 2020 en Colombia a 26 años de cárcel por narcotráfico y lavado de dinero vivió unos 20 años en Bogotá y logró conectar al cártel colombiano de la Oficina de Envigado, de Medellín, capital del noroccidental departamento (estado) colombiano de Antioquia, con la Yakuza y la Mafia de Jerusalén para enviar cocaína a Japón, Israel y Europa en complicidad con otros israelíes y con ramificaciones en Brasil y Perú.
Criminales israelíes fueron arrestados o asesinados en este siglo en México, Colombia, Argentina, Brasil, Perú, Panamá y Costa Rica en casos de prostitución, contrabando de alcaloides y trata de personas con variados fines. Costa Rica e Israel descubrieron en la década de 2010 una cadena de trata de personas con fines de tráfico de órganos en la que también participaron mafiosos de Bulgaria. Las operaciones se habrían movido a otros países para satisfacer la demanda del mercado israelí.
Mafia rusa: Herederas de las organizaciones criminales de la época de la Unión Soviética, que existió de 1922 a 1991, las mafias rusas registraron por más de 30 años una expansión hacia América Latina y el Caribe tras instalarse en EU y Canadá con el desplome soviético.
En un trueque inicial, los rusos entregaron armas fabricadas en Rusia a sus contrapartes latinoamericanas y caribeñas y recibieron cocaína y otras drogas manufacturadas en la zona. El negocio se reforzó con lavado de dinero y creció con el involucramiento regional de los rusos en trata de personas para explotación sexual comercial y negocios afines, aunque en México en operaciones conjuntas con narcotraficantes mexicanos y chinos para introducir fentanilo a EU.
Rumanos: Los fraudes con tarjetas de crédito y de débito, clonadas o robadas, y el robo a cajeros automáticos fueron una marca de las mafias rumanas y su secuela quedó en Costa Rica y otras naciones. En febrero anterior, México extraditó de Polonia a un rumano —identificado como Mihai "A"— como líder de una mafia —La Banda de la Riviera Maya— que ilegalmente sustrajo unos 3 millones 600 mil dólares en dinero en efectivo (más de 70 millones de pesos mexicanos) de cajeros automáticos en los estados de Quintana Roo, Yucatán e Hidalgo y en la Ciudad de México.
Kompania Bello: Las alarmas militares, policiales y judiciales sonaron en el segundo semestre de 2022 en México al trascender que un grupo criminal de Albania, dirigido por cuatro hermanos albaneses de apellidos Hysa, y el Cártel de Sinaloa pactaron crear firmas privadas recreativas y de exportación para legitimar capitales en los estados de Sonora, Baja California y Quintana Roo.
Como andamiaje preponderante mafioso de Albania en Europa, Kompania Bello saltó a América. Delincuentes albaneses se instalaron desde inicios del siglo XXI en México, Colombia, Ecuador y Perú para adquirir cocaína y traficarla a Europa, en hechos teñidos de sangre por la muerte o el arresto de algunos de sus emisarios.
La presencia criminal albanesa llevó el mes pasado al destape en Ecuador de un escándalo que provocó nerviosismo en el gobierno del presidente ecuatoriano, Guillermo Lasso: la eventual infiltración política-electoral.