CIUDAD DE MÉXICO, marzo 3 (EL UNIVERSAL).- La ensayista y narradora, Margo Glantz, fue homenajeada hoy en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, como parte del ciclo "Protagonistas de la Literatura", que organiza la Coordinación Nacional de Literatura (CNL), cuya titular es Karen Villeda, quien ofreció una breve semblanza de la autora de "El rastro" y "Las genealogías", y mencionó su paso por La Sorbonne, donde se doctoró en Letras Hispánicas; los premios como el Magda Donato en 1982 y el Xavier Villaurrutia en 1984, y los dos años, 1986-1988, en que fue agregada cultural de la Embajada de México en Londres.
En el presídium estuvieron la subdirectora de Literatura de la UNAM, Julieta García González, quien moderó la mesa; la escritora y conductora de radio y televisión, Julia Santibáñez; el ensayista y promotor cultural, Philippe Ollé-Laprune, y la escritora Jazmina Barrera.
La primera en tomar la palabra fue Santibáñez, quien centró sus palabras en la presencia de una letra, no una palabra o frase, en la obra de Glantz: la conjunción "y", que le ha permitido vincular conceptos que aparentemente no podrían tener relación alguna. Puso como ejemplo uno de los textos de "Saña", donde muestras los puntos de contacto entre un dictador del Congo y las modelos con anorexia; en "Coronada de moscas", citó Santibáñez, Glantz dice que la India es horrenda y maravillosa, y describe la presencia del polvo, los leprosos y "la devastación que sigue siendo bella".
Recalcó el interés de Glantz por asociar lo inconexo y el hecho de que la escritora lea, a la par, revistas como "Paula" o "Vanity Fair" y autores como V. S. Naipaul; la novela "Por breve herida", que le llevó 15 años, continuó, revela su sed insaciable de conocimiento: "Margo nos permite ver lo que no podemos conectar".
Cuando Ollé-Laprune tomó la palabra, explicó que estaba allí para hablar de Glantz no sólo como escritora, sino como una amiga que ha tenido durante 30 años. Ella empezó relativamente tarde, dijo, y no quería que su estilo se pareciera al de ningún escritor; mencionó a Nora García, el otro yo que Glantz se crea en "El rastro" y puntualizó que le llama la atención que Glantz se ha dedicado a desentrañar el funcionamiento de la conciencia y la exploración del cuerpo y del deseo; recordó que tradujo a escritores franceses como Georges Bataille y Antonin Artaud, en cuyas obras el cuerpo, como toma, ocupa un lugar relevante. Glantz es, para él, una autora obsesiva y dijo que "ningún libro de ella se parece al de otro escritor y que todos sus libros se parecen entre sí. Decir esto es el mayor piropo que se le puede hacer un escritor".
Después, la actriz de teatro, cine y televisión, Alejandra Maldonado, vestida de negro, con un guante en la mano izquierda y tacones, junto al biombo de madera que se ha utilizado en otras presentaciones en la sala, hizo una lectura dramatizada de un pasaje de "El rastro". Desde las butacas, abarrotadas, el público escuchó atentamente.
García describió a Maldonado como una actriz multidisciplinaria y aprovechó para hablar de la melomanía de la ganadora del Premio FIL 2010, que la ha llevado a interesarse particularmente por figuras como Glenn Gould y otros artistas que cita en su obra.
Antes de dar paso a Glantz, Barrera contó que les preguntó a varias escritoras de su generación cuál era el impacto que la obra de Glantz tuvo en ellas, y que la palabra que más se repetía era "libertad"; retomó la idea inicial sobre la unión entre temas aparentemente inconexos en los que la escritora recorre, por ejemplo, la época novohispana, el erotismo y el Holocausto. Dijo que Glantz dialoga con el presente y las generaciones jóvenes; que conoce a escritoras e historiadoras que han sido sus alumnas y que la tienen alta estima; que se identifican y se inspiran en ella.
La directora del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), Lucina Jiménez, le entregó a la escritora, que en enero cumplió 94 años, un reconocimiento por sus aportes a la literatura mexicana. "Supongo que debo hablar", fueron las palabras con las que Glantz empezó, no sin ironía; agradeció a los participantes en el presídium porque le hicieron ver que "soy importante" y recordó cómo, en 1978, nadie quería publicar su primer libro "Las mil y una calorías, novela dietética"; también, con sentido del humor, mencionó que hay obras suyas que le parece increíble haber escrito y adelantó que trabaja en sus memorias, que empezó en agosto de 2022 y de las cuales sólo lleva seis páginas escritas.
La primera en tomar la palabra fue Santibáñez
Homenajean a Margo Glantz en Bellas Artes
La primera en tomar la palabra fue Santibáñez