El presidente de Francia, Emmanuel Macron, anunció el sábado la composición de su nuevo gobierno, que presenta una clara inclinación hacia la derecha.
Este cambio se produce dos meses y medio después de las elecciones anticipadas que convocó Macron, y responde a la propuesta del nuevo primer ministro conservador, Michel Barnier.
El mandatario francés busca con este giro ideológico evitar una posible moción de censura en el Parlamento.
Bruno Retailleau, exjefe del grupo en el Senado del partido Los Republicanos (LR), se convierte en el nuevo ministro del Interior.
Conocido por sus posturas duras en temas de inmigración, Retailleau simboliza este cambio hacia la derecha, lo que ha generado inquietud entre la oposición de izquierda y algunos aliados de Macron.
Su nombramiento refleja la estrategia del gobierno para consolidar un bloque más sólido en un contexto de creciente polarización política.
El secretario general de la presidencia, Alexis Kohler, presentó la nueva composición del gobierno, que contará con 39 miembros en su mayoría provenientes de la coalición de centroderecha y de Los Republicanos.
Entre los pocos representantes de la izquierda, se destaca Didier Migaud, exdiputado socialista, quien ha sido designado como nuevo ministro de Justicia.
El nombramiento de Barnier como primer ministro, quien ha tenido una larga carrera política y fue el exnegociador del Brexit, busca garantizar una mayoría más estable en la Asamblea Nacional, que se encuentra dividida.
Barnier asumió el cargo a principios de septiembre y tomó dos semanas para formar una coalición con fuerzas de centro y derecha, un desafío en medio de una crisis política prolongada.
En el nuevo gabinete, varios ministros del anterior Gobierno han sido mantenidos en sus puestos, como Sébastien Lecornu en Defensa y Rachida Dati en Cultura.
Otros, como Jean-Noël Barrot y Catherine Vautrin, han cambiado de cartera. Antoine Armand, un "macronista" de confianza, ocupará el Ministerio de Economía, en un momento crítico para las finanzas del país, que enfrenta serios problemas fiscales y de deuda.
A pesar de la reconfiguración del Gobierno, la amenaza de una moción de censura persiste.
La coalición de izquierda, Nuevo Frente Popular (NFP), que obtuvo 193 escaños en los últimos comicios, ya ha anunciado su intención de presentar una moción contra el nuevo Ejecutivo de Barnier.
Esta podría contar con el apoyo de la extrema derecha, aumentando la incertidumbre política en el país.
La reestructuración del gobierno refleja la estrategia de Macron para adaptarse a un panorama político en constante cambio, buscando fortalecer su posición en un Parlamento fracturado. Sin embargo, el camino hacia la estabilidad gubernamental no será fácil, dado el ambiente polarizado y las tensiones entre los diferentes bloques políticos.
La situación en Francia plantea preguntas sobre el futuro de las políticas de Macron y su capacidad para mantener unida a una coalición diversa.
Los próximos meses serán cruciales para observar cómo el nuevo Gobierno maneja los desafíos que enfrenta, tanto internos como externos, en un clima de creciente descontento social y demanda de cambios.