París, Francia.- Tras meses de polémicas, protestas y un rechazo mayoritario entre la población francesa, la controvertida reforma a las pensiones impulsada por el Gobierno de Emmanuel Macron empezó a aplicarse a partir de este viernes 1 de septiembre.
Desde este día, la edad de jubilación para los franceses aumentará progresivamente hasta el año 2030, cuando se pasará de los 62 años actuales a los 64. La idea es que esta edad de retiro laboral aumente un trimestre por cada año que transcurra hasta esa fecha.
A la par, se aumentará la cantidad de años cotizados necesarios para poder cobrar una pensión íntegra. La cifra pasará de 42 años a 43 y esto será a partir de 2027.
Su puesta en marcha es un triunfo para Emmanuel Macron, que desde el inicio ha defendido la necesidad que tenía Francia de realizar esta reforma debido a que el sistema corría el riesgo de ser deficitario a causa del progresivo envejecimiento de la población.
Sin embargo, el Ejecutivo ha tenido que lidiar con la oposición frontal de numerosos actores sindicales, partidos políticos y el rechazo de buena parte de la población, quienes durante semanas han intentado tumbar la reforma debido a que consideraban que se estaban "violando" sus derechos.
Esta reforma suponía para muchos franceses un "ataque más" a sus derechos laborales fundamentales. Una sensación extendida de pérdida que se ha acentuado durante las últimas décadas debido a los constantes esfuerzos de los Ejecutivos –tanto los de centroizquierda como los conservadores- de intentar retrasar la edad de jubilación y aumentar el número de años cotizados necesarios para cobrar una pensión íntegra.
De hecho, en los últimos 30 años se han realizado cuatro propuestas de reforma pensional, tres de ellas salieron adelante y solamente una fracasó por la movilización social en la década de 1990.