Cecilia Patricia Flores y su equipo descubrieron un crematorio clandestino en los límites de Tláhuac e Iztapalapa, en la Ciudad de México.
Al llegar, observaron vapor caliente emanando del suelo, indicando que el horno había sido utilizado recientemente.
El calor era tan intenso que los zapatos de los buscadores se derritieron al bajar a la fosa, donde encontraron osamentas de niños, mujeres y perros.
En entrevista con EL UNIVERSAL, Flores compartió que además de huesos humanos, encontraron pertenencias como libretas, ropa y zapatos, así como credenciales de elector e identificaciones que
podrían reunir a familias con sus seres queridos desaparecidos.
El hallazgo se realizó gracias a una llamada anónima que proporcionó las coordenadas exactas del lugar, que funcionaba como crematorio clandestino desde hace cuatro años.
A pesar de solicitar seguridad, la Guardia Nacional no brindó apoyo durante los dos días de búsqueda.
Flores denunció que, durante su trabajo de campo, se sintieron amedrentados por individuos que les tomaron fotos y los siguieron. Pese a esta adversidad, mantienen la esperanza de que las autoridades tomen cartas en el asunto y se logre la reunificación de familias con sus seres queridos desaparecidos.