Zelenski en aprietos

El viernes pasado, en la Oficina Oval en Washington D.C., se llevó a cabo una importante reunión.

El viernes pasado, en la Oficina Oval en Washington D.C., se llevó a cabo una importante reunión entre el presidente norteamericano, Donald Trump, y el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski. Todo parecía transcurrir sin problemas hasta que ocurrió lo inesperado.

El encuentro tenía como objetivo la firma de un acuerdo de paz que permitiera a Ucrania poner fin a tres años de una guerra cruenta, desatada por la invasión rusa a su territorio. Estados Unidos, cuidando sus propios intereses, acordó con Zelenski continuar brindando apoyo económico para contener los avances militares de Rusia en Ucrania.

La visita de Zelenski a la Casa Blanca había generado gran expectativa en el mundo, pues la seguridad y la paz en Europa estaban en juego. Todo parecía marchar según el guion previsto, y la intervención de Estados Unidos, a través del presidente Trump, apuntaba a ser una acción exitosa para poner fin al conflicto. Sin embargo, como se transmitió en vivo por televisión, la reunión terminó en un verdadero desencuentro entre ambos mandatarios.

Ucrania, ubicada en el este de Europa, al norte y limítrofe con Rusia, posee vastos yacimientos de minerales estratégicos conocidos como "tierras raras", como el litio y el cadmio, esenciales para la tecnología moderna. Explotarlos requiere una gran inversión, ya que son altamente contaminantes y radiactivos. Curiosamente, Estados Unidos cuenta con reservas limitadas de estos materiales y, además, enfrenta estrictas leyes ambientalistas que prohíben su explotación.

En la reunión, todo parecía ir bien al principio. El presidente Trump elogió los avances logrados y se presentó como un "pacificador mundial" por su intervención en favor de la paz, comparándose con figuras como George Washington o Abraham Lincoln, y convencido de que su nombre trascendería en la historia. Pero la historia no estaba escrita, y lo inesperado ocurrió.

El vicepresidente Pence intervino de manera abrupta y, según algunos, grosera hacia el presidente ucraniano. Zelenski respondió subiendo el tono, visiblemente molesto. Desde su perspectiva, el verdadero villano de esta historia era Vladímir Putin. Sin embargo, Donald Trump, quien ha expresado admiración por el líder ruso desde que este lo ayudó a ganar las elecciones, y ha mantenido un trato amable y considerado hacia el killer (Zelenski dix it), lo que generó tensiones evidentes.

Ese viernes, Zelenski amaneció de mal humor, como dicen en Montemorelos, "habiendo comido gallo". Estaba a la defensiva, con su orgullo nacionalista ucraniano herido, sintiéndose humillado y en desventaja en las negociaciones. Esto lo llevó a una fuerte discusión, primero con el vicepresidente Pence y luego con el propio Trump. El punto central del desacuerdo fue la falta de garantías de que Putin respetara los acuerdos de paz, considerando que los ha roto en el pasado.

Trump argumentó que Putin lo respetaba y que, por ello, acataría los acuerdos sin problema, asegurando que su autoridad garantizaría la estabilidad del pacto. Pero Zelenski, conocedor de las tácticas del presidente ruso, no lo consideró suficiente y exigió mayores medidas de seguridad. Lo ofrecido en la mesa de negociación no satisfizo al líder ucraniano, lo que incrementó la tensión. Pence reprochó a Zelenski su actitud, acusándolo de ser poco agradecido, y la discusión escaló a un nivel elevado frente a una audiencia televisiva nacional e internacional.

El resultado fue lamentable: la posibilidad de un acuerdo de paz se desvaneció. Zelenski fue prácticamente expulsado de la Casa Blanca y regresó a Europa con las manos vacías. Aunque los líderes europeos lo recibieron con entusiasmo y palabras de apoyo, esto resultó insuficiente frente a la necesidad de recursos bélicos e infraestructura para enfrentar al "tirano ruso".

En mi opinión, Zelenski no supo valorar la importancia del acuerdo de inversión económica que Estados Unidos proponía. Esta inversión en tierras ucranianas, enfocada en la explotación de recursos naturales para exportarlos a Estados Unidos, generaría cuantiosos ingresos para Ucrania y atraería empresas norteamericanas. A largo plazo, esto ofrecería mayor certidumbre, alejándose de la ayuda militar y centrándose en intereses económicos y capitalistas estadounidenses. Estos recursos, vitales para competir con China en inteligencia artificial, vehículos eléctricos y tecnología, representan el respaldo más sólido que Ucrania podría recibir del gobierno norteamericano.

¿Qué sigue? Si las negociaciones se retoman, Estados Unidos, como ya se mencionó, necesita los recursos naturales de Ucrania y su posición estratégica militar cerca de Rusia. Por ello, tarde o temprano se llegará a un acuerdo económico para explotar las tierras raras ucranianas. Sin embargo, el problema político es que el presidente Zelenski está en apuros. Washington presionará para que convoque elecciones y deje el poder. En pocas palabras, el presidente Trump le gritará su frase favorita: "You´re fired".

Eso es lo que Donald Trump desea gritarle, y considerando a sus compañeros de gabinete, ya no negociarán más con Zelenski. Lo ven fuera de la jugada. Lo presionarán políticamente para reemplazarlo y, ahora sí, llegar a los acuerdos necesarios para la paz en los términos ya mencionados. Así que, bye bye, Zelenski.

Es lamentable que no haya actuado con más astucia política. Aquí, "política" significa ser más pragmático, incluso hipócrita: "No me caen bien estos gringos, odio al gran tirano ruso, tengo mi dignidad y orgullo como presidente de Ucrania, pero debo ceder". Como dicen en Villaldama, "me tocó perder". Cuando toca perder, hay que doblar las manos y negociar para que la derrota no sea tan grande ni excesiva. Por eso, este artículo se titula "Zelenski en aprietos", aunque bien podría haberse llamado "Bye bye, Zelenski", porque no lo recibirán otra vez en la Casa Blanca.

De hecho, un periodista hizo una pregunta curiosa: le dijo que si no le parecía una falta de respeto presentarse tan informalmente en la Oficina Oval frente al presidente norteamericano, quien vestía traje y corbata acordes a la formalidad de la ocasión. Zelenski respondió que eso le parecía superficial, que cuando terminara la guerra se cortaría la barba y usaría un traje tan bueno como el del periodista. Pero el mensaje implícito era otro: le pedían mostrar gratitud, que se humillara ante Trump. Sin embargo, con su gran orgullo ucraniano, Zelenski se negó. Ahora está fuera del juego.

El pueblo ucraniano merece la paz, no a cualquier precio, pero sí con urgencia. Es imperioso que cese el fuego, que la gente retome su vida, cierre sus heridas y que la prosperidad, dentro de lo posible, llegue a un país destrozado por la guerra.