""Los comentarios son libres, pero los hechos son sagrados"
Charles P. Scott
No acierto al tratar de tomar una posición frente al discurso de las nuevas generaciones que aferradas a "lo políticamente correcto", dan como únicas y válidas sus visiones de las cosas y el mundo y cuando no las compartes, de inmediato buscan desacreditarte o de plano pasan al insulto.
El problema no es el fondo de las cosas, en el que seguramente podríamos estar de acuerdo, sino las formas y es que para ellos todo es justificable cuando se trata de imponer su manera de ver cualquier asunto, pero imperdonable cuando es en contra.
Leo en "El Norte" a un chamaquito que en medio de un texto plagado de "buena ondez" sentencia de manera absoluta que "los esfuerzos por construir una ciudad más humana y transitable deben continuar", aunque su visión de esto último sea desaparecer carriles de circulación y ampliar banquetas.
Añade que hay que involucrar a la sociedad civil, pero no a toda ni a cualquiera, sino a las organizaciones ya concebidas, diciendo que "han logrado tener una visión que trasciende los tiempos de gobierno".
Reitero, podemos estar de acuerdo en una ciudad más amable y humana, pero antes de destruir lo que ya existe y cambiarlo por su miope visión, habría que implementar las soluciones que faciliten la vida de todos, no sólo de aquellos que se preocupan por algunas cosas en lo particular.
Es cierto, tenemos que pensar en dejar los autos y utilizar más el transporte público, pero con la nula eficiencia del actual el asunto termina por ser imposible. Reducir carriles, poner topes, marcar altos, ampliar banquetas, lo único que consigue es saturar el ya colapsado tráfico citadino, incrementando además el nivel de contaminación ambiental de la metrópoli.
Pero eso no importa, porque ya han conseguido ampliar la banqueta, esa que nadie usa, esa que ahora está llena de vendedores ambulantes; lo mismo que ocurre con los carriles de bicicletas, los que nadie utiliza porque parten de la nada y terminan en lo nada misma.
Planes inconexos, trazos "a lo loco", soluciones sobre las rodillas; al final, un tema de ocurrencias y más ocurrencias sacado de una casa de la risa.
No se puede llegar y dictar políticas públicas "por mis pistolas" y menos hacerlo en un trienio, porque lo más seguro que terminará pasando es que el dinero invertido en las "soluciones" terminará resultando en un costo doble para el erario al tener que meterle más dinero para retirar esos inventos que, repito de nuevo, pueden ser la llave del futuro, pero el problema estriba en la forma de su implementación.
Coincidimos en el fondo, pero diferimos en la forma y el punto aquí es que han llegado a tratar de imponer su visión contra la razón y por la fuerza y así, como dicen en mi rancho "ni los zapatos entran". Acusan a quienes no comparten sus ideas de ser retrógradas y de no aceptar las nuevas tendencias, pero nadie puede tolerar la imposición como forma de gobierno, así tenga los mejores y más nobles fines.