En una sociedad cada vez más compleja, materialista, inequitativa, oblonga, las relaciones humanas se entorpecen, se agrían y se transmiten mensajes equívocos. Se tiende más al egoísmo, al individualismo, haciendo a un lado los verdaderos valores del ser humano.
Mientras unos pocos tienen mucho, muchos no tienen nada. Es una realidad lacerante, cruda, injusta. Eso se debe al exacerbado capitalismo, pero sobre todo a la insensibilidad humana. A la carencia de valores. Y es aquí donde se ubica el verdadero problema. El problema es de valores.
Sí, está bien, cada quien tiene que luchar por conseguir lo mejor para tener una vida digna. Contar con los recursos suficientes para vivir una vejez tranquila, sin las angustias por la carencia de recursos económicos. Pero de ahí a acumular riquezas por el hecho de acumular riquezas pasando por encima de quienes no tienen recursos, es un problema de valores. De humanidad.
Los avances tecnológicos en los sistemas computacionales, las redes sociales, el Big Data, han conseguido hazañas nunca antes imaginadas en beneficio de los ciudadanos, de las empresas, de los sistemas educativos. Pero también conlleva su cauda de peligrosidad. Ya lo hemos visto. Transmisiones pornográficas, ventilación de videos íntimos de hombres o mujeres, acoso sexual, fraudes, estafas, robos, noticias falsas.
La culpa no la tienen las herramientas sino quienes las operan. Y de ellos dependen los contenidos y las actitudes. Si alguien tiene los valores familiares, escolares, religiosos bien cimentados, sus contenidos serán positivos. Los que carecen de valores harán maldad y media en sus operaciones.
En el libro El problema es de valores, del profesor Roel Guajardo Cantú, se exponen los valores humanos para tener una sociedad amigable. Cortesía, solidaridad, lealtad, justicia, humildad, generosidad, responsabilidad, perseverancia. Esos valores, señala Guajardo Cantú, se aprenden desde el hogar. Se refirman y aprenden nuevos valores en la escuela. Y otros en la relación con amigos o compañeros de trabajo. Y un buen amigo hará cosas buenas.
“El proceso de adquisición de valores en el niño dista mucho de ser objetivo, tampoco obedece a un azar incontrolado. El niño acepta los valores porque se los proporcionan sus padres en la casa, los maestros en la escuela o el medio social que lo rodea y los adopta como si fuesen propios; por eso la importancia de fomentar los valores en el hogar mediante el afecto, el amor, la confianza, la seguridad y la firmeza”, explica Roel Guajardo.
Y agrega: “Hay quienes dicen que los valores son eternos, quienes lo hacen, en realidad están hablando de los tipos de valores que existen, no de la forma en que son asumidos por una sociedad en particular. Tienen razón en que la valentía, la bondad, la solidaridad y todos los valores son eternos en cuanto a su existencia, aunque no así en lo que respecta a la forma en que se definen en cada época o sociedad. Cuando reflexionamos acerca de los valores estamos hablando de ética”.
El problema es de valores es un libro que nos ayuda a reforzar nuestros valores, sin tautología. Hay que correr a la librería más próxima.