El título de este artículo probablemente resulte políticamente incorrecto. En la actualidad, se cuida mucho el lenguaje para garantizar la inclusión y evitar cualquier atisbo de misoginia o sexismo. Al referirme a la carrera presidencial con este título, aludo a la participación de un hombre y dos mujeres. Sin embargo, los tres contendientes están llevando a cabo campañas anticipadas a los tiempos electorales legales, que deberían comenzar el 20 de noviembre, aunque en realidad han dado inicio mucho antes.
Resulta incorrecto que los tres aspirantes a la presidencia ( la presidencia en femenina, para evitar errores de lenguaje inclusivo ) abandonen sus cargos para los que fueron elegidos por un período de seis años, adentrándose ahora en otra aventura electoral. Samuel apenas ha cumplido dos de esos seis años, a Claudia le faltaban dos años para completar su mandato como gobernadora de la CDMX y Xóchitl renunció al senado con un año por cumplir sus seis años , aunque mucho antes ya estaba inmersa en campaña.
Por supuesto, esta práctica no es exclusiva de l@s tres candidat@s. Es una situación común en la política mexicana que tanto el sistema como nosotros, los ciudadanos, permitimos que suceda: políticos abandonando sus mandatos antes de tiempo para buscar otros puestos, incluso con los nuevos cambios en la ley que permiten la reelección en ciertos cargos ( diputados, senadores, alcaldes), pero optan por buscar roles distintos a los que inicialmente fueron electos.
En una sociedad cada vez más centrada en lo efímero, más pendiente de los temas del momento y del lenguaje inclusivo —enfocada en la forma—, se descuida el contenido, la esencia del mensaje. Se debate principalmente sobre las formas, en torno a un lenguaje políticamente correcto, sin profundizar en un verdadero intercambio de ideas.
En cuanto a la esencia de lo que debería ser la elección de un presidente o presidenta, no se trata únicamente del género, ni siquiera porque en toda la historia de nuestro país no hayamos elegido a una mujer para dirigirnos. La cuestión central es quién posee la capacidad, las propuestas y la experiencia para resolver los problemas actuales de México. Más allá de su popularidad, su afiliación partidista o su género, ¿quién de l@s tres candidat@s ofrece lo que en estos momentos necesitamos los mexican@s para mejorar nuestras condiciones de vida, más allá de un lenguaje inclusivo?