Donald Trump viajó el pasado martes 04 de abril, de su mansión en Palm Beach, Florida, a su otra residencia en New York, de donde es oriundo, para enfrentar 34 cargos criminales que el fiscal del distrito de Manhattan, Alvin Bragg, han planteado para intentar llevar al expresidente a la cárcel, considerando que nadie debe estar sobre la ley.
El fiscal Bragg ha señalado: "No podemos perdonar una conducta criminal seas quien seas". Lo cual me parece una idea genial, tratándose de juzgar a expresidentes y que debe llevarse a cabo de manera sistemática en todo el orbe. Si un mal gobernante abusa de su poder, tan pronto termine su gestión, inmediatamente a la corte y a juicio, para que en caso de que haya cometido transgresiones, quedé tras las rejas, como debe ser.
En el caso Trump no se ve fácil que llegue a la cárcel, la mayoría de los delitos que enfrenta alcanzan, en caso de ser declarado culpable, una sentencia que puede ser conmutada por una libertad condicional. Incluso, se trata de delitos que no le impiden competir electoralmente en las elecciones del 2024, tampoco asumir el cargo en caso de ganar.
Para una persona que se dedica a la política, cualquier evento en el que se vea involucrado, adquiere o tiene el potencial de tener un significado político. No importa si se trata de un bautizo, una boda, una graduación, un almuerzo, inclusive una misa. En este caso, un juicio, por supuesto que va a alcanzar un nivel de significación relevante. El mismo Trump lo sabe y está tratando de capitalizarlo para su intención de volver a competir por la presidencia.
El presidente mexicano, López Obrador, que es un político muy experimentado en temas de campañas electorales, decidió mostrar su respaldo al expresidente Trump, al señalar que este juicio que se llevará a cabo en New York, es un intento de los adversarios por interferir en el proyecto político del expresidente norteamericano. Luego para argumentar su opinión, el mandatario mexicano retoma su memoria personal, donde trataron de desaforarlo siendo Jefe de Gobierno de la capital mexicana, cuando se encontraba próximo a competir por la presidencia en el año 2005.
Por lo pronto, al expresidente Trump sí le está funcionando la estrategia de capitalizar el juicio para fortalecer su aspiración a la presidencia. Tiene el apoyo de su partido y, al menos, hasta ahora, de los principales aspirantes que pudieran competir por el mismo puesto. Ha vendido bien la idea de que el juicio en su contra es parte de una conspiración de los demócratas en su contra. La mayoría de los republicanos respaldan esta idea.
De igual manera, la mitad de la población adulta en posibilidad de votar, cree que el juicio es una tentativa para descarrilar la candidatura. Esta división refleja la polarización que sigue existiendo en la población norteamericana después del paso de un expresidente populista por la presidencia de aquel país.
Una de las frases más interesantes pronunciadas por el expresidente después de su arresto, fue donde hizo referencia a lo que según él refleja su detención: "¡El país se está yendo al infierno!". Fue una locución elocuente de su discurso que pronunció de regreso, al llegar a su casa en Mar-a Lago, Florida. De gran contenido simbólico y de alcances significativos interesantes.
En los antiguos libros de psicología que leíamos como estudiantes en la Escuela Normal Superior, cuando revisábamos la psicología de los adolescentes, salía a relucir un tema clásico de los aportes del psicoanálisis a la psicología evolutiva: el concepto de proyección. Había otros elementos que estudiábamos, como el de transferencia, idealización, identificación, además de los mecanismos de defensa, donde el de la proyección recuerdo con gran claridad.
Al escuchar la frase expresada con la fuerza que lo hizo el expresidente: "¡El país se está yendo al infierno!", no pude evitar considerarla como una proyección de sus propios temores no expresados. En realidad el que se puede ir al infierno es él mismo, las puertas del averno de una fría celda de la cárcel en Rikers Island están abriéndose de par en par para recibirlo, en caso de ser encontrado culpable.
Stormy Daniels (su nombre real es Stephanie Clifford), la actriz de cine de adultos que supuestamente tuvo un encuentro casual con el expresidente en el año 2006, trascurrieron diez años más para que viera la oportunidad de ganar dinero al aceptar revelar su historia con una revista en el año 2016, en la víspera de la campaña política por la presidencia.
Para impedirlo colaboradores del expresidente, que son unos genios, le ofrecieron 130,000 dólares para que se olvidara del tema, ella aceptó. El problema vino después, porque Trump le pagó con el dinero de campaña, el abogado genio hizo el pago vía una empresa fantasma y luego fingió que le cobraba a su jefe Trump vía honorarios, facturando para ello. Al simular las operaciones cometió un fraude por el cual fue arrestado y sentenciado en el 2018.
Ahora Stormy Daniels opina que realmente es demasiado riguroso que el expresidente tenga que ir a prisión por lo ocurrido hace 17 años, y sí, tiene razón considerando el carácter efímero del encuentro casual. Pero el enredo de falsificación de registros contables creado por los genios colaboradores del expresidente, fueron innovadores y muy efectivos en complicar legalmente un simple affaire. Seguramente se creyeron tan inteligentes que nunca imaginaron que los iban a atrapar.
Con todo lo anterior, hay que reconocer que nos quedamos con la duda que sólo el tiempo, a mediano plazo, podrá responder: ¿Va Donald Trump en camino nuevamente a la presidencia imperial o en camino al infierno de una fría prisión neoyorkina? Sólo el jurado del caso podrá determinar si es culpable o no culpable de los 34 cargos criminales que se le han imputado.