Toros

Son muchas las razones que han provocado que la afición en Monterrey haya decrecido en cantidad y en calidad

"Conoces lo que tu vocación pesa en ti. Y si la traicionas, es a ti a quien desfiguras; pero sabes que tu verdad se hará lentamente, porque es nacimiento de árbol y no hallazgo de una fórmula"

Antoine de Saint-Exupéry

La tauromaquia ha sido una pasión que me ha acompañado desde que tengo uso de razón. Este año cumpliré 48 de ejercer el periodismo taurino, disciplina que me ha permitido conjuntar mis dos grandes aficiones.

Desde hace un par de años y luego de mucho meditarlo, tomé la decisión de no volver más a la Monumental Monterrey, la plaza de mis amores. ¿El motivo? La sistemática forma en la que la empresa que la maneja se ha encargado de acabar con la afición regiomontana; la burla constante al público al presentar carteles indignos, con ganado de escaso trapío e ínfima calidad, a ciencia y paciencia de una autoridad que nada dice y nada hace a cambio de que le permitan seguir ahí.

Un día me cansé de la farsa y dije: "No va más" y desde entonces no acudo al coso, ni escribo cuando ocasionalmente se dan festejos, ni para bien, ni para mal.

Sin embargo el adoptar esta postura no impide el que cuando las cosas llegan a extremos de escándalo, no alce la voz y denuncie lo que considero es un abuso contra la afición regiomontana.

El próximo 29 de agosto la Monumental cumplirá 88 años de haber sido inaugurada y lejos de celebrarlo con un cartel de tronío, la empresa se ha sacado de la manga una extraña mezcla compuesta por un rejoneador y seis matadores. Si los actuantes fuesen siete figuras del toreo, no habría queja alguna, pero resulta que la composición del cartel es similar al contenido de un bote de tamales de Juárez, Nuevo León, en el que hay "de chile, de dulce y de manteca", en una mezcolanza en la que "ni están todos los que son, ni son todos los que están".

La empresa y sus corifeos dirán que se trata de un festejo en apoyo a la defensa de las tradiciones enmarcado en la campaña "Vive Libre" que busca defender la tauromaquia, similar al que se dio recientemente en León, Guanajuato, pero el cartel de la capital zapatera y el de aquí no tienen punto de comparación. Lo de aquí es un despropósito.

Otrora una de las plazas más importantes de México, desde hace años la Monumental Monterrey se ha convertido en un punto para cumplir compromisos de la empresa, sin importar si los toreros o ganaderías son lo que quiere ver la afición y la sufrida afición regiomontana, ávida de ver toros, se traga lo que le ponen en el plato casi sin chistar, aunque ese casi signifique que las entradas cada vez son menores.

Son muchas las razones que han provocado que la afición en Monterrey haya decrecido en cantidad y en calidad y sin ánimo de echar culpas, todos hemos sido responsables, pero más la empresa, que se empecina en buscar malos resultados.

Cada quién sabrá cómo le menea a su olla de frijoles y al final la empresa se juega su dinero, sin embargo lo que verdaderamente está en riesgo es la historia y tradición de una fiesta que tuvo en Monterrey durante buena parte del siglo pasado a algunos de sus mejores exponentes y contó con el apoyo de una afición no sólo numerosa, sino entendida y exigente, que cada vez con el paso de tiempo se extingue sin que nadie haga algo al respecto.