Nada es más odioso para la sabiduría que la excesiva inteligencia
Seneca
Darle un lugar y sostener la complejidad y el misterio son movimientos necesarios si no se desea caer en simplificaciones y reducciones sobre la realidad humana en cada uno de sus ámbitos y contextos.
A partir de una docta ignorancia, tecnicismo psicoanalítico que engloba la escucha simple y detallada del psicoanalista, sin atravesar las propias suposiciones, se pueden crear las condiciones para que los elementos singulares de una vida, como lo es la forma del sufrimiento, se nos relaten, y entonces podamos apreciar las características y lógicas que dan soporte a una vida, y, en algún momento, poder hacer algo diferente con eso.
Dicho principio psicoanalítico de la docta ignorancia bien puede extenderse y aplicarse más allá de los confines del consultorio del psicoanalista, permitiendo ampliar, en sentido de afinar la visión de escucha e intervención, en los campos de la familia, educación, empresarial, gubernamental... ya que no se basa en buscar explicar de manera inmediata y simple, sino de escuchar, observar e interrogarse sobre lo que sucede para poder, una vez más, apreciar aquellos detalles que, por andar a las prisas, tienden a quedar excluidos del análisis.
Tanto un padre de familia, como un maestro o una empresaria, pueden detectar puntos importantes de los malestares que se producen en su campo de acción más inmediato, simple y sencillamente si desde el principio sostienen la complejidad y el misterio, sin caer en el truco barato y maniaco de buscar rápidamente crear culpables, desarrollando explicaciones a modo que confirmen tramposamente (curarse en salud) lo que ya se quería instalar como explicación causal: "eso pasa precisamente porque esas personas hacen...bla bla bla" argumentos que va descartando automáticamente elementos que podrían ofrecer luces para ampliar la comprensión de lo que sucede. En ese sentido, tomar lo extraño que sucede sin transformarlo en sufrimiento o cacería de brujas.
Una vida no se explica, una vida se muestra, una vida resiste a cualquier intento de interpretación y explicación. Esto es importante tenerlo muy presente para poder investigar ¡verdaderamente! lo que sucede, guardando con paciencia los prejuicios (juicios previos) que se activan como una misma melodía desfasada cada vez que se detecta algo nuevo que es extraño, que, en lugar de reconocer su complejidad y misterio, se le etiqueta y reduce, creyendo que esa es la única verdad.
Pasar, como dice Slavoj Zizek, de los actos vacíos a las palabras, implica desistir de las repuestas fáciles y a modo que enjuician las experiencias polifónicas, sin por ello comprender lo que tiene lugar en ellas, para poder, primeramente, apreciar los diferentes pliegues de lo nuevo en lo aparentemente ya conocido. Movimientos que, tanto los investigadores como los artistas, las personas que les gusta innovar, ejecutan en su día a día: desidentificarse de lo que han pensado y realizando durante su vida, vaciar las naciones de toda pretensión de verdad, a fin de poder captar algo distinto, diferente, múltiple: las cosas secretas y misteriosas que poseen las palabras, imágenes, personas, los lugares...en sí, toda la vida humana que transcurre ante nosotros.