Apenas el pasado 21 de septiembre, la Asamblea General de las Naciones Unidas "celebró", un año más, el Día Internacional de la Paz, fecha dedicada a fortalecer los ideales de la paz, mediante el respeto de 24?horas, a la no violencia y alto el fuego, llamado que reconoce la responsabilidad individual y colectiva hacia este fin.
El Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, dijo que "la paz es más necesaria que nunca. La guerra y los conflictos están provocando devastación, pobreza y hambre y desplazando a decenas de millones de personas de sus hogares".
Y sí, la paz se hace más necesaria que nunca. Hace más de año y medio, en Ucrania, en Irán o Irak y sin denostar diferentes "fuegos" en latitudes diversas del planeta (México vive sus propios escenarios internos de violencia), hoy se revive un añejo rencor entre israelíes y palestinos.
Un confiado Benjamin Netanyahu creyó en la seguridad interna de Israel, un grave error de inteligencia, dicen los expertos y los palestinos comandados por el brazo armado Hamás, atacó desde Gaza por aire, mar y tierra lanzando en 20 minutos, un total de 5 mil misiles.
Y así, Netanyahu declaró la guerra a los palestinos. Y el Medio Oriente se ha vuelto a teñir de rojo. Y no porque no hubiera incidentes a diario, pero la de este fin de semana es la peor escalada en años, en el conflicto palestino-israelí donde hay cientos de muertos, secuestrados y desplazados.
Hará cosa de unos días, la Academia Sueca concedió el Nobel de la Paz a Narges Mohammadi, una activista iraní que promueve la libertad de las mujeres en su país y que, dicho sea de paso, se encuentra encarcelada.
Sea o no sea el Día Internacional de la Paz y sea o no el Día que la Academia entrega el Nobel de Paz, hoy me quiero referir, a propósito del conflicto palestino-israelí, a Shimon Peres, considerado el último padre del estado de Israel.
El ex presidente Peres, junto con el Premier Israelí, Isaac Rabín, y Yasser Arafat, Líder de la Organización para la Liberación de Palestina, se adjudicaron el Premio Nobel de Paz en 1994 tras alcanzar un histórico acuerdo para coexistir como dos estados independientes y vecinos.
"Una base firme ya existe. Una solución de dos Estados nacionales -un Estado judío, Israel; un Estado árabe, Palestina. Los palestinos son nuestros vecinos más cercanos. Creo que pueden convertirse en nuestros amigos más cercanos", dijo en su momento Peres, quien falleciera en septiembre del 2016, a los 97 años.
"La paz con los palestinos abrirá las puertas a la paz en todo el Mediterráneo. La tarea de los lideres es buscar la libertad incesantemente, incluso frente a la hostilidad, frente a la duda y a la decepción".
Los Acuerdos de Oslo se alcanzaron en septiembre de 1993, treinta años hace de ello y hoy se pulverizan acabando con los sueños de paz para el Medio Oriente.
¿Quién se alzará como el nuevo padre de la paz en la región? No me quiero meter en camisa de once varas opinando sobre lo que no sé y fijar postura a favor de alguno de estos dos estados, pero lo que sí sé es que la paz es necesaria, lo mismo en Israel, que en Palestina, Ucrania, Irán o África.
Necesitamos no estadistas que declaren la guerra, sino un nuevo Shimon Peres que sirva como puente de diálogo, paz y buena voluntad para acabar con la estéril pérdida de vidas humanas.