Rosario Ibarra de Piedra fue una activista y fundadora del Comité Eureka, dedicada a la búsqueda de personas desaparecidas en México. Recordando que su hijo Jesús fue acusado de pertenecer a la liga comunista 23 de septiembre, señalada del asesinato de Eugenio Garza Sada, el hijo de la política fue detenido y desaparecido en 1974.
Gracias a su lucha e incansable labor en pro de los derechos humanos, fue candidata al Premio Nobel de la Paz en 1986, 1987, 1989 y 2006.
Fue diputada federal y senadora; recibió entre otras condecoraciones, la medalla Belisario Domínguez.
Fue aspirante a la presidencia de México, de hecho, fue la primera mujer en postularse a tan importante cargo, en los comicios de 1982, contienda que ganó Miguel de la Madrid; y de 1988, donde el cuestionado triunfador fue Carlos Salinas de Gortari.
La feminista Cecilia Soto González, fue la segunda en abrir brecha, en los comicios de 1994, que finalmente ganó Ernesto Zedillo. Pero Soto destacó en la política como diputada local en Sonora, fue diputada federal y embajadora de México en Brasil.
Y en los comicios federales del 2012, el PAN se lanzó al ruedo con Josefina Vázquez Mota como su candidata presidencial; aunque el ganador fue Enrique Peña Nieto, Josefina fue legisladora federal y senadora; también fue postulada al gobierno del Estado de México. Antes de eso, fue Secretaria de Desarrollo Social y de Educación Pública.
Todas ellas tan diferentes entre sí, de ideologías diametralmente opuestas, pero sin duda, con grandes atributos políticos y amor por México.
En las últimas cuatro décadas, poquísimas mujeres han buscado dirigir el destino de los mexicanos; creo, sólo creo, aquí ha habido un poco de filosofía machista, patriarcal, o miedo.
Y en este 2023, a un año de la contienda presidencial, en que al parecer el mundo ha ido cambiando, en que México parece más abierto, el piso se estaba volviendo parejo para que un gran racimo de mujeres buscara la primera magistratura, pero no es así.
De todos es sabido que la corcholata de corcholatas –flaco favor en autodenominarse así gracias al fifí mayor- es la ex jefa de gobierno de CDMX, Claudia Sheimbaum.
La panista Lili Téllez y la priista Claudia Ruiz Massieu parecía que le darían más sabor al proceso, pero se bajaron de la contienda esgrimiendo una serie de circunstancias.
Faltan meses antes de saber cómo quedará el escenario político, pero realmente me gustaría que más mujeres con un gran capital político, se decidieran a ir en pos de la presidencial y que sus respectivos partidos, las apoyaran.
La gobernadora panista de Chihuahua, Maru Campos; la priista ex gobernadora de Tlaxcala, Beatriz Paredes Rangel o la también priista Dulce María Sauri, ex gobernadora de Yucatán; la senadora Xóchitl Gálvez, por citar sólo algunas que podrían figurar.
Nicaragua tuvo una mujer al frente de la Presidencia; ella fue Violeta Barrios de Chamorro; Chile, a Michelle Bachelet; Panamá, a Mireya Moscoso; Costa Rica, a Laura Chinchilla; Argentina, a Cristina Fernández de Kirchner y más recientemente, Honduras, a Xiomara Castro. Perú tiene a Dina Boluarte, aunque ella no fue electa en las urnas y hoy no la pasa muy bien que digamos.
No sé si a vuelta de año podamos decir que México se suma a la lista de países de Latam con una mujer en la presidencia, pero al menos sería bueno comprobar que la equidad y el suelo parejo, han dejado, en México, de ser un mero discurso.