Todo comenzó con una imagen. Bajo el sol, en medio de la calle, hombres armados abren fuego contra un vehículo con placas de Carolina del Norte. En el tiroteo, una mujer mexicana de 33 años muere a una cuadra de distancia por una bala perdida. Se ve cómo inmediatamente después, los agresores secuestran a los ocupantes del auto y los suben a una camioneta pick up.
Los habitantes de Matamoros saben de estas cosas, siempre atentos a la posibilidad de una balacera desde que el país emprendió una guerra contra los cárteles en 2006. “Desde esta ciudad vienen las drogas que se distribuyen al centro y el este de Estados Unidos,” dice el especialista en narcotráfico Jesús Lemus Barajas al periódico Los Ángeles Times. Por eso el Departamento de Estado tiene una alerta de viaje nivel 4 (la máxima advertencia) para esta zona. La violencia no es nueva aquí. Pero esta vez fue contra cuatro ciudadanos estadounidenses. Y esta vez hay un video. La grabación pone todo al desnudo: el crimen opera aquí a plena luz del día con absoluta impunidad.
Ese secuestro trágico que terminó con la muerte de dos personas, ha encendido el discurso en los círculos politicos más altos de los dos lados de la frontera. La vocera de la Casa Blanca, Karine Jean Pierre, expresó inmediatamente su indignación y dijo que este tipo de ataques son “inaceptables”. El comunicado del embajador en México, Ken Salazar, fue moderado, pero subrayó la necesidad de combatir a los cárteles con un enfoque binacional. La cooperación entre los dos países en este sentido se ha disminuido desde que el presidente López Obrador limitó las funciones de la DEA en su territorio.
Las críticas republicanas han sido más fuertes. El senador por Carolina del Sur, Lindsey Graham, insistió en Fox News que Estados Unidos “debe ser más duro” con México. Apoyó además la propuesta del antiguo fiscal general, William Barr, de designar a los cárteles como organizaciones terroristas. Esta semana en el Wall Street Journal, Barr incluso llamó a López Obrador “facilitador en jefe” de los cárteles de la droga.
El Representante de Texas, Dan Crenshaw, quien en enero presentó una iniciativa que permitiría al gobierno de Estados Unidos tomar acción militar contra las organizaciones criminales en México, mandó por Twitter un mensaje directo para AMLO: “es tiempo de autorizar la fuerza militar. ¿Está escuchando, López Obrador? Ayúdenos a ayudarle”.
Al sur del Río Bravo también ha subido el tono. En un país en el que 9 de cada 10 homicidios quedan impunes, la velocidad con la que se encontraron los cuerpos en este caso y una persona quedó arrestada, ha generado todo tipo de comentarios.
—Indignación, desesperación, angustia, impotencia y tristeza, —dijo Delia Quiroa a Noticias Telemundo. Ella es parte del Colectivo 10 de marzo, que busca a personas desaparecidas. No sabe nada de su hermano desde 2014. —Reprocho la inacción de las autoridades cuando los mexicanos sufrimos la desaparición de un familiar.
El Presidente ha dicho que lamenta lo que sucedió en Matamoros, ha destacado lo que él considera el “amarillismo” de los medios de comunicación en Estados Unidos y ha lanzado una defensa tajante contra la sugerencia de intervenir militarmente en México. El jueves dio su mensaje más fuerte.
—Esta iniciativa de los republicanos, además de irresponsible, es una ofensa al pueblo de México y a nuestra soberanía, —dijo en su conferencia mañanera. —Y si no cambian su actitud y piensan que van a utilizar a México para sus propósitos propagandísticos, electoreros, politiqueros, nosotros vamos a llamar a que no se vote por ese partido.
No se necesita una bola de cristal para saber que esto apenas comienza. Lo vimos ya en 2016. Conforme se acerquen las elecciones de 2024, es muy probable que México regrese a los titulares una y otra vez, y que esta batalla contra los grupos criminales, sea también una batalla por votos. En medio están las víctimas y sus familias.