Y sí, el día se llegó. El encuentro con la historia, al menos la historia municipal de Nuevo León comienza con el relevo de mandos y en contados casos, se da la continuidad gracias a la reelección.
En esta ocasión, con un mes de antelación, debido a las reformas jurídicas.
Y sí, de nuevo las promesas de transformación, de mejores entornos, de mayor seguridad.
Con la mano en el corazón le digo que me gustaría creer toda la verborrea, el rosario de los buenos deseos con que 51 alcaldes comienzan el trienio, pero habrá que ver cuánto de esto pasa de la palabra a los hechos.
Por ser el primer respondiente, si me permite la expresión, con el que la ciudadanía tiene contacto, los presidentes municipales cargan sobre sí una enorme responsabilidad, aunque no todas las tareas ni todas las culpas sean propias.
Usted, yo, el vecino, el ama de casa, el estudiante podemos carecer de un panorama completo sobre lo que compete al gobierno municipal, cuál al estado y lo que significa la responsabilidad federal.
Pero a nosotros lo que realmente nos importa, como vecinos hacendados en tal o cual municipio, lo que queremos son respuestas, queremos ser escuchados y ser tratados de manera decorosa por aquellos a quienes confiamos nuestro voto, aunque solo sea para decirlos que no.
Y queremos que, así como el alcalde o alcaldesa, sea su equipo de colaboradores y hasta el más sencillo de los servidores públicos municipales.
En la larga o corta carta de peticiones, también nos merecemos que nuestros gobernantes no tomen decisiones desde una oficina climatizada, sino que permeen lo que pasa en las colonias y en base a ello, se tomen las grandes decisiones de la ciudad que se gobierna.
Las y los ediles tienen hartas tareas por atender, de la mano con el titular del Ejecutivo, de quien esperamos algo más que solo apoyar a los alcaldes de color naranja, porque la primera parte de su gestión ha quedado a deber mucho a los municipios.
No necesito ser una pitonisa cuando digo que el clamor que encabeza la lista es la seguridad, veamos cuánto se puede mejorar en el tema de cara a los compromisos internacionales que Nuevo León tiene frente a sí.
A ello súmele la atención a las vialidades, al medio ambiente, a mejor obra pública y más pluviales y por supuesto, el transporte, que tantos dolores de cabeza generan a quienes nos vemos orillados a utilizarlo.
Este último, me queda claro que es competencia estatal, pero los alcaldes bien pueden generar un acercamiento con el Estado, y los empresarios, motivar la tan llevada y traída coordinación para atenderlo, si es que de verdad insisten en desmotivar el uso del automóvil.
Nada de lo antes descrito representa el hijo negro, pero como alcaldes van y vienen, vuelven a regresar, se cambian de partido y demás etcéteras, un refresh nunca está de más.
Como colofón a este ejercicio editorial, ojalá que los legisladores no dejen en el cajón del olvido el tema de la revocación de mandato; sería la única forma en que los gobernantes en turno se tomaran en serio lo que prometen pues de este modo podríamos, con la mano en la cintura, mandarlos de nuevo a su casa si no nos gusta su desempeño.
Total, pedir o soñar, no empobrece.